Opinión

La calor y los perros

La calor y los perros

La calor y los perros

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
Por fin una autoridad le entró al complejo tema de regular los mercados móviles en lo tocante a la comercialización de animales de compañía, y prohibir lo correspondiente tratándose de fauna silvestre, asunto que pese a chorromil insistencias nadie había  querido tocar. Fue la Dra. Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la CDMX, quien dio el primer paso emitiendo breves

“Lineamientos” vía la Gaceta Oficial, sólo que...

Para el cumplimiento de algunos remiten a una ley que no contiene la referencia, lo que abre un vacío urgente de resolver y,  además, como nunca será posible en compraventas ambulantes  cumplir con el bienestar animal obligado, para elevar la jerarquía de las precisas disposiciones y nacionalizarlas, tocará a los congresos legislar en la

materia para cerrar pinza.

En otra cuestión, por fin puedo compartir un hecho que aunque data de hace casi un mes, su fondo no pierde actualidad al tratarse de un riesgo permanente sobre la vida de los animales. Me refiero a dejarlos encerrados dentro de vehículos, especialmente a los perros, cuando la gente acude a centros comerciales y para colmo estaciona el auto en área descubierta y como tal bajo el rayo del sol, no importándoles los altos registros de temperatura, delicado factor por el que incluso, durante los fuertes calores, el Sistema Nacional de Protección Civil mantuvo fuerte campaña para evitar este tipo de abandono, pero...

Antes de entrar al específico caso, permítaseme recordar o en dado caso hacer del conocimiento de quien lo ignore, que TODOS los residentes en CDMX estamos obligados legalmente a resguardar la vida de los animales que percibamos bajo potencial riesgo o que en definitiva lo estén, pudiendo fundamentar nuestra actuación de salvamento, además de en la legislación competente, en lo que se conoce como Estado de Necesidad y que aparece descrito ampliamente en el artículo 29-B del Código Penal. Una vez ello…

Pido imaginar a los lectores verse metidos al interior de la zona de carga de una camioneta tipo panel, padeciendo calor infernal y además, rebasado el habitáculo por productos promocionales y otros adminículos y trapos que por obviedad impiden el paso franco y circulación del poco aire que pudiera entrar por apenas unas mínimas aperturas de las ventanillas de cabina. Agreguen al ejercicio estar dentro de una transportadora plástica. ¿Ya?...

Pues sépanse que eso mismo padecieron un par de perros que a pleno medio día del ardientísimo pasado 21 de junio fueron dejados dentro de una camioneta cerrada y situada en el estacionamiento descubierto de Pabellón Bosques, en Cuajimalpa, arriesgándolos con ello a sufrir un “golpe de calor" que los chuchos estaban evitando con pronunciado jadeo, sin omitir el humor que emanaban, producto de su estrés, y que se llegó a percibir al exterior. Llegaron a tal grado por haber permanecido, que me conste, poco más de una hora, tiempo durante el cual busqué desesperadamente contacto con el, los o la (ir)responsables de su condición, procurando no despegarme mucho de ellos hasta que al grito de ¡ponlos a salvo!, proveniente de Isabel Díaz de León —que de manejo de canes sí que sabe— hube de desaparecer del sitio por escasos 12 minutos que me llevaron conseguir una herramienta para dar cristalazo y la compañía de un elemento de seguridad que me avalara el procedimiento, más el momento fue sospechosamente aprovechado por el individuo dueño del automotor, para abandonar el lugar, eso sí, llevando consigo un escrito que le colé y que más tarde complementé con el envío de un enérgico correo electrónico para provocar una respuesta, misma que se dio y que podrán imaginar, pues…Para mi sorpresa, quien cometió la grave falta fue persona que responde al nombre de Rodrigo Estrella, que se autopromociona como entrenador, rescatista y PROTECTOR de animales. Obvio que por ello mismo su reacción a mi reclamo fue extremadamente violenta y amenazadora, pero como estoy más que acostumbrada a estos desplantes aguanté vara, pero ni con eso logré que me demostrara lo que en su defensa alegaba, y que era que su camioneta, “adaptada como ambulancia", contaba con un equipo climatizador que incluso funciona sin necesidad de mantenerla encendida. Siendo así, ¿por qué enojarse tanto, negarse a mostrarme el equipo, y dejar mínimamente abiertas las ventanillas?

En fin, que bajo advertencia no hay engaño. Allá quien confíe sus canutos a este farolero, mentiroso y bravucón energúmeno.

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