Un día después de que la líder del Congreso, Nancy Pelosi, abriera la puerta a un proceso de destitución del presidente Donald Trump, los demócratas no han perdido el tiempo.

A media tarde de ayer, la Cámara de los Representantes superó la mayoría simple necesaria (218 votos, todos demócratas y un independiente) que pone en marcha una investigación para ver si se cumplen los supuestos por los que un presidente puede ser destituido por crímenes graves, como traición, corrupción o poner en peligro la seguridad nacional.

En caso de que el comité encargado de investigar encuentre uno o varios posibles delitos, cada uno de ellos se someterá por separado a votación, siendo necesarios de nuevo una mayoría simple de 218 votos para que se conviertan en una acusación formal contra el presidente.

La mayoría demócrata en la Cámara baja anticipa que al menos un delito pueda ser imputado a Trump, pero entonces llega el turno a la Cámara alta, donde son necesarios 67 de 100 senadores (dos tercios) para destituir al presidente.

Si los 45 senadores demócratas y dos independientes votan a favor del impeachment, Trump sería destituido de forma irrevocable si al menos veinte republicanos votan en el mismo sentido, algo muy poco probable, dada la lealtad de los legisladores conservadores al presidente.

Además, Trump cuenta, de momento, con el apoyo de la opinión pública.

Una encuesta de la Universidad de Quinnipiac arrojó que el 57 por ciento de los estadunidenses no cree que el presidente Trump deba ser investigado y destituido de su cargo, frente al 37% que aseguró lo contrario.

En una clara división partidista, el 95 por ciento de los republicanos y el 21 por ciento de los demócratas están en contra de que un juicio político contra Trump.

La encuesta se realizó entre el 19 y el 23 de septiembre, un día después de estallar el escándalo sobre su llamada al presidente de Ucrania para que investigara al hijo de Joe Biden y arruinara la aspiración del exvicepresidente de convertirse en candidato presidencial demócrata.