Opinión

La Cartilla Moral y su manipulación

La Cartilla Moral y su manipulación

La Cartilla Moral y su manipulación

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La reimpresión hecha por la Secretaría de Educación Pública de la Cartilla Moral, escrita por Alfonso Reyes en 1944, contiene una presentación de Andrés Manuel López Obrador, Presidente de la República. Esa presentación comienza con las siguientes palabras: “La decadencia que hemos padecido por muchos años se produjo tanto por la corrupción del régimen y la falta de oportunidades de empleo y de satisfactores básicos, como por la pérdida de valores culturales, morales y espirituales.

“Los seres humanos necesitan bienestar, pero no sólo de pan vive el hombre. Para alcanzar la felicidad se requiere el bienestar material y el bienestar del alma, como decía José Martí.”

Respecto de estos dos párrafos introductorios hay por lo menos dos cosas que comentar. En primer lugar, como dice Marco Revellí en su libro The New Populism (London & New York, Verso, 2019, pp. 15-16) El populismo “configura un estilo de pensar que atiza el conflicto no solamente en términos políticos y sociales sino también y fundamentalmente en el terreno ético: como una contraposición entre lo sagrado y lo impío, lo honesto y lo corrupto, ‘nosotros’ y ‘ustedes’…Así, toda expresión populista está vinculada con alguna forma de construcción moral.”

En segundo lugar, el Estado que trata de buscar la felicidad de sus súbditos es el Estado paternalista como fue el pensado por Gottfried Leibnitz (1646-1716). Contra esa visión se lanzó Immanuel Kant (1724-1804), quien reivindicó la república liberal, es decir, fijar límites al Estado, para que éste no pudiese inmiscuirse en cuestiones de conciencia. Kant trazó una línea de separación, entre la moral y el derecho.

De los actos morales sólo responde el individuo frente a su conciencia; de los actos jurídicos el individuo responde frente a la autoridad pública. En contraste, en la Lección VIII de la Cartilla Moral de Alfonso Reyes se lee: “toda violación de la ley es también de la moral.” En el primer párrafo de la Lección I se dice: “La moral de los pueblos civilizados está toda contenida en el Cristianismo…Podemos figurarnos la moral como una Constitución no escrita.” Afirmaciones que contradicen el planteamiento básico del liberalismo y, en consecuencia, del juarismo que dice profesar López Obrador.

También contradice el laicismo liberal el que esta Cartilla Moral esté siendo repartida por un conjunto de grupos evangélicos. El peligro radica en que—como dice Marco Revelli—el populismo quiere imponer una sola visión del mundo. Para lograr ese propósito penetra en las mentes de las personas infundiendo lo que se conoce como “pensamiento único.” De allí la intolerancia contra los disidentes (intelectuales inconformes, prensa crítica, partidos de oposición, grupos de la sociedad civil independientes) llamándolos fifís, “conservadores” y “neoliberales”. El populismo no acepta la pluralidad política, tampoco la diversidad de ideas. Esta pluralidad es propia de la democracia liberal.

Al echar mano de la Cartilla Moral de Alfonso Reyes no hay una explicación del contexto en el que ese documento se escribió. Vale la pena recordarlo: por petición del entonces Secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, Alfonso Reyes (1889-1959) redactó em 1944 este ensayo. La fecha es importante porque estaba en curso la Segunda Guerra Mundial. El autor, en diversas ocasiones, hace referencia a los valores universales para contrastarlos con las ideologías nazi-fascistas.

Otra cosa que debió haberse anexado a la Cartilla Moral es una biografía del autor. Mucha gente leerá la Cartilla Moral sin saber más que el nombre de quien la escribió, pero no el contexto ni la vida de don Alfonso.

Entre las muchas cosas que pueden decirse de una vida tan fructífera como la de él autor de la Visión de Anáhuac, está el que fue un gran helenista, es decir, fue un erudito en el conocimiento de los antiguos griegos. Uno de los pocos autores que cita es a Aristóteles quien decía que el Estado había surgido por naturaleza. Dicho de otro modo: se desarrolla como los organismos vivos. Si el hombre comienza en el cigoto y culmina en el ser humano completamente desarrollado, así el Estado inicia con la familia y culmina con la Polis. Ésa es la secuencia que recorre su exposición: el individuo, la familia, la sociedad y el Estado. Pero, dice, como los tratadistas del derecho natural de los siglos XVII y XVIII (Hobbes, Locke, Spinoza, Rousseau y Kant) que el Estado no nace por naturaleza, sino que es un artificio creado por el hombre, esto es, por contrato.

Este cambio de enfoque tiene implicaciones importantes porque en la antigüedad prevaleció el organicismo, “el todo es superior a las partes”; mientras que en la modernidad prevalece el individualismo “el Estado surge para proteger los derechos de las personas.” El problema es que el populismo reivindica el organicismo: el sujeto de este movimiento, ideología o estilo de hacer política es “el pueblo,” una entidad colectiva, que tiene su antítesis en el no-pueblo, es decir, quienes no están de acuerdo con el líder ni con sus trapacerías.

Como se aprecia, la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, ha sido utilizada, indebidamente, como ariete ideológico del populismo que encabeza AMLO.

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