
De 80 negocios que se ubican sobre Bucareli, La Casa de Bromas y Magia, es una —hay otros seis negocios más— que sigue abriendo sus cortinas, “cuando nos dejan”.
Juan lleva trabajando 50 años en Bucareli y, a pesar de que la zona está muerta y desolada, “ya no solo cuando hay marchas”, no piensa cerrar.
Su local se ubica sobre Bucareli y Emilio Dondé, a un costado del Reloj Chino, y se logra mantener gracias a sus clientes de antaño, en su mayoría payasos, que no dejan de acudir a la tienda.
El negocio está repleto de mercancía; varitas, maquillaje para payasos, disfraces, palomas, sombreros, barajas, estuches… todo lo que un mago o un payaso necesitan para ejercer su oficio.
El inmueble donde está su negocio fue invadido hace más de un año por una organización civil de vivienda, y aunque sabe lo que sucedió se negó a hablar del tema.
“Mire tóquele aquí a lado y ahí le van a decir todo lo que quieran saber. A mí no me gusta meterme en problemas”, farfulló el hombre mientras atendía a un mago que compraba unas palomas para sus trucos.
Se dijo ser el dueño de la accesoria, y narró que antes de que Bucareli se convirtiera en la sede principal de manifestaciones y plantones, a los negocios de la zona les iba muy bien pues están ubicados en una de las avenidas principales de la capital del país.
Con nostalgia hablo de lo que fue uno de los corredores más impresionantes que, según él, ha visto.
La hermosura del Reloj Chino y la elegancia del Palacio de Cobián, hacían que tener un negocio en el lugar fuera “increíble, pues hace unos años la zona estaba sobrevalorada”.
De los 18 locales que están en la planta baja del inmueble, sólo el suyo sigue abierto. Nada lo hará cerrar, dice, que ni los indigentes ni los malos tratos de los elementos de la Policía Federal harán que tome la decisión de terminar con el patrimonio de toda su vida.
El encargado de la edificación, que según Juan data de 1900, aseguró que el predio fue comprado por un empresario que planea demolerlo. No obstante, dijo desconocer el motivo por el cual será derrumbado.
Al cuestionarlo acerca de porque el negocio de Juan continua abierto, refirió que el dueño de La Casa de Bromas y Magia, no ha querido vender su local por lo que continúa laborando.
“No sé cómo le hará el dueño porque pues el señor no quiere vender. Por eso le puso alambre de púas y cámaras para que nadie pueda meterse al lugar y nos mandó a nosotros a habitarlo para cuidarlo”, comentó.
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