
"Durante la dictadura deFranco, la conquista de España en México hace casi 500 años se presentó como llevar la cultura en un acto positivo. Siempre se trató de minimizar la destrucción y mortandad que se produjo, pero con la llegada de la democracia en España ese episodio empezó a tener una visión autocrítica”, señala en entrevista el autor José Manuel Fajardo (Granada, 1957).
El escritor, que es el principal difusor de la obra de Jorge Ibargüengoitia en España, amigo de Paco Ignacio Taibo II y quien fuera cercano a Antonio Sarabia, platica con Crónica cómo en su país natal el nombre Hernán Cortés es evitado y cómo algunos políticos aún creen que los españoles llegaron a América para educar a los indígenas.
“La llegada de los españoles fue una catástrofe humanitaria brutal para América por el daño militar que causaron, por la explotación a la que fue sometida una gran parte de la población y a la esclavitud que tras ser prohibida en 1501 con Isabel la Católica fue disfrazada con las encomiendas”, señala.
El autor de Mi nombre es Jamaica, Las naves del tiempo y El converso añade una catástrofe más: las enfermedades.
“Llegaron una serie de enfermedades que remataron la tragedia para lo que la población de América no tenía defensa. La Conquista española en México fue un genocidio planificado en unas zonas, en otras fue una matanza militar, en otras una catástrofe humanitaria por cuestiones de salud”, opina.
La suma de todo eso, añade, fueron millones de muertos y la destrucción de civilizaciones consolidadas.
“En España no se ha reconocido así hasta muy recientemente y lo triste es que en diciembre pasado el líder de la derecha española, Pablo Casado, dijo que España no había ido a América a explotar ni apropiarse de nada, sino a llevar la cultura y la civilización. Todavía hay individuos en mi país que aspiran a gobernar, que tienen esa visión absolutamente imperialista y negadora de la realidad histórica”, indica.
Fajardo opina que a propósito de los 500 años de la llegada de los españoles a Veracruz, “ojalá España sea capaz de hablar en serio y dejarse de autojustificaciones para asumir lo que históricamente representó la conquista”.
—Cortés a veces es visto como lo peor de la sociedad española, ¿qué opina de eso?
—Una cosa eran los caudillos de la colonización y otra la clase de tropa, la que iba embarcada. Entre la gente que iba había mucha que no tenía cultura, pero la mayor parte de los que lideraban esas empresas eran hombres con demasiada cultura para la época de la que estamos hablando.
“Hay estudios muy interesantes, por ejemplo, que un alto porcentaje de quienes descubrieron tierras sabía escribir, estamos hablando del siglo XVI que era algo que pocos sabían, sólo la gente del clero. Eso indica que el nivel cultural era otro. Es como los astronautas que se atreven a ir a espacios desconocidos y que necesitan de ciertas habilidades y conocimientos”, responde.
Que fueran bárbaros o crueles en la guerra, añade, no quiere decir al mismo tiempo que no fueran personas cultas. “Por desgracia la cultura no es sinónimo de bondad. La historia ha demostrado que puede haber grandes hombres de una enorme cultura pero con una gran crueldad”.
Para el también editor y periodista, en la figura de Cortés se reúnen dos cosas curiosas: la prepotencia imperial española y la admiración que tuvo por los indígenas.
“Con la idea de que la civilización española es superior a la civilización indígena y por lo tanto tiene el derecho de imponer su dominio sobre esas tierras, uno comprende la poca simpatía que su figura despierta en los mexicanos de hoy”.
José Manuel Fajardo hace una reflexión: ese desprecio no tiene que ver con el que sintieron los mexicanos de hace 500 años.
“Gran parte de los mexicanos apoyaron a Cortés contra los aztecas, es decir, no tenían esa antipatía contra los españoles porque tenían otra precedente, creo que tiene más que ver con la antipatía generada contra la España en todo el proceso de Independencia de México, lo que supuso la dominación colonial española a lo largo de los tiempos y los vestigios neocoloniales que aún quedan en esta época”.
El autor, que se define como “un buen español visitante de México” lanza una propuesta: que el centenario del inicio de la conquista no fuera sólo para evaluar la figura que significó Cortés sino evaluar lo que significó la élite criolla que detentó el poder desde entonces.
“Así como las políticas que aplicó esa élite y la situación en que se encuentran los indígenas mexicanos hoy”, señala.
De lo contrario, añade, la reflexión se limita a un ajuste de cuentas con el pasado desde el presente. “De ser así, eso servirá para que se descarguen malos humores”.
En opinión de José Manuel Fajardo, lo interesante de Cortés también es su otra faceta: el hombre que admiró a los vencidos.
“Sí es el conquistador, militar y hombre que llegó a imponer un dominio pero fue un hombre que al mismo tiempo quedó atrapado y fascinado por el mundo que acababa de conquistar y hay una clara admiración de Cortés hacia aquellos que ha vencido”, asevera.
La evidencia es su intento de dotar a las tierras de la Nueva España con unos niveles de autogobierno y autonomía respecto del imperio español. “Eso le costó que el emperador lo cesara, acabando con su carrera”.
—¿Cómo definiría la llegada de los españoles?
—El encontronazo de dos mundos. Fue un descubrimiento mutuo, los españoles se enteraron que existían unas civilizaciones que no conocían y las civilizaciones de aquí se enteraron de que existía una del otro lado del Atlántico que se les vino encima con todo.
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