
La expresidenta transitoria de Bolivia Jeanine Áñez manifestó este martes que ya "no quiere vivir", dos días después de haberse hecho cortes en los brazos, en algo que su abogado y responsables policiales calificaron de intento de suicidio.
Además, lo dijo en una jornada en la que la administración penitenciaria la sacó del penal en que está recluida para hacerle nuevas pruebas médicas, por cuarta vez en alrededor de dos semanas.
"Ya no quiero vivir. Mis hijos necesitan hacer su vida. Ya no quiero más medicamentos que no sé cuáles son. Pido por favor a mis carceleros que me digan qué estoy tomando", dijo Áñez a través de un mensaje difundido en sus redes sociales.
La publicación está acompañada de un texto que indica que la exmandataria se encuentra "muy débil" y que está sufriendo de "forma permanente" ya que cada 10 minutos alguien ingresa a su celda "no se sabe a qué" y eso le tiene viviendo en "alerta".
"Vive en alerta, angustiada, sin descanso porque desconoce qué le van a hacer. Si sedarla, envenenarla o trasladarla a un rumbo desconocido", reza el mensaje.
Esta semana Carolina Ribera, hija de Áñez, pidió tener acceso al historial médico de su madre, ya que indicó que desconoce el tratamiento que le están realizando, si bien el Régimen Penitenciario sostuvo que no se le niega a nadie ese documento y que la joven participó en una junta médica.
El sábado, la secretaría de Gobierno boliviana informó que Áñez intentó hacerse "autolesiones" que calificó de "rasguños" y sostuvo que la expresidenta interina estaba estable. Por su parte, la defensa de la exmandataria precisó que Áñez se hizo esas lesiones con un clip y que sus heridas necesitaron suturas.
Áñez está detenida preventivamente desde marzo por el golpe de Estado blando contra el expresidente Evo Morales en noviembre de 2019. El caso se basa en denuncias de supuesta conspiración, sedición y terrorismo durante la crisis política y social que estalló entonces.
Tras el incidente, expresidentes, autoridades locales y organismos internacionales como la Unión Europea y la Embajada de Estados Unidos expresaron su preocupación por la salud de Áñez.
Además, varios pedían que le permitan defenderse en libertad ante su situación, ya que ella sufre de hipertensión arterial y síndrome ansioso depresivo.
Áñez, que está recluida desde marzo en una cárcel de mujeres en La Paz, fue llevada a un centro médico privado para someterse a una tomografía neurológica.
"Esto va a determinar si hay lesiones en los músculos o los nervios" señaló a los medios Mónica Molina, la médico encargada del estudio.
La exmandataria subió las gradas del lugar con dificultad y con la ayuda de sus dos hijos en medio de un fuerte resguardo policial.
Luego de someterse a esa prueba, fue llevada de vuelta a la cárcel en una ambulancia.
Áñez salió del penal este mes unas tres veces para someterse a distintas valoraciones clínicas.
Su familia asegura que ella está débil, mientras que el Gobierno sostiene que está "estable" y apta para cumplir su detención preventiva.
Una decena de reclusas de la cárcel donde Áñez está detenida se manifestó este martes para exigir un trato igualitario y denunciar supuestos "privilegios" de la exmandataria, una versión que es secundada por las autoridades para negar que sus derechos están siendo vulnerados.
En tanto, la hija de Áñez publicó unas fotografías en sus redes sociales para mostrar la celda de su madre: "Una cama, una mesa, dos sillas, una pequeña radio y un lavamanos. Esos son los 'lujos' de mi madre", escribió la joven.
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