Opinión

La gran fábula

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La gran fábula

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La consultora SPIN informó a inicios del mes de julio de este año que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho en las mañaneras más de 56 mil mentiras. Mentiras que se repiten y que todos hemos escuchado como “El desabasto de medicamentos está resuelto”, “En México ya no hay matanzas”, “Se acabó la corrupción”, “No habrá impunidad para nadie”, “En el peor momento (del Covid-19) tenemos al mejor gobierno”, "Faltaba un buen gobierno para convertir a México en potencia", “No hubo desabasto de gasolina en México”, “La clase media en México es aspiracionista, ya que no tiene escrúpulos morales de ninguna índole”. Etc. Etc. AMLO recurre a la mentira de manera sistemática, gobierna con la mentira.

Hannah Arendt, en su pequeña obra Verdad y mentira en política, asevera que mucha gente piensa que la mentira es cualidad inherente al oficio político. La mentira, afirma, siempre ha sido vista como una herramienta necesaria y justificable no sólo de los demagogos sino también del hombre de Estado. Sin embargo, concluye que la mentira pone en cuestión lo fundamental de la comunidad humana, pues pone en peligro la realidad común y objetiva que sólo puede tener como fundamento la verdad.

Arendt, desde luego, no pierde de vista la gran mentira del nazismo, pero tiene presente también las mentiras que dieron sustento a la Guerra de Vietnam, a la dictadura de Pinochet o a la Guerra de Irak.

Las peores catástrofes siempre las causan líderes que elaboran una “teoría” y que se abocan a forzar los hechos para demostrar que dicha teoría es cierta, haciendo que la información que no encaja con la teoría sea negados, tergiversados o ignorados por medio de mentiras crudas, imágenes o rumores.

Para nosotros es evidente cuál es la “teoría” de AMLO: la fábula del neoliberalismo. El inventó la imagen de un pasado neoliberal que simplemente nunca existió, urdió la idea —evidentemente mítica— de que en México se instaló, en los últimos 38 años, un sistema social totalitario y corrupto, dirigido por una élite, que privatizó los servicios públicos, combatió ferozmente a sus opositores, corrompió a los partidos y a la prensa, y en donde el Estado atendía sólo los intereses de los ricos y se olvidaba por completo de los pobres.

Los “neoliberales” o “conservadores” son todos aquellos mexicanos que sirvieron a aquel sistema y que hoy se definen por oposición a AMLO, a la 4T y al partido Morena y sus aliados. Son basura social, gente despreciable que se guía por valores perversos como el individualismo, la ambición, la autopromoción y la acumulación de riquezas.

Ésta es la gran fábula que sirve de fondo a las demás mentiras presidenciales. En tres años de gobierno, utilizando dinero del pueblo y abusando de la investidura presidencial, AMLO se ha dedicado a retorcer la verdad para ajustarla a esa fábula. Él no miente ocasionalmente, miente por necesidad, lo hace a diario, corrige la realidad para manipular a los ciudadanos, construirse una imagen falsa de mártir y presentarse como vengador de los agravios que sufrió el pueblo bajo el neoliberalismo.

Con ese engaño deliberado y sistemático invalida la deliberación racional e instala en el centro de la política la emoción, la fe y la credulidad. Las razones, la inteligencia, las evidencias, los argumentos, los datos, nada de esto tiene valor, todo se reduce a creer sin cortapisas la palabra del presidente y a nunca cuestionarla. Estás, o no estás con AMLO, ése es el dilema que, tristemente, ordena hoy la política mexicana.

La gran fábula se ha difundido entre sectores de la población menos informados y ha tenido éxito en dividir a los mexicanos: hoy existe, no uno, sino dos pueblos, separados por el abismo que existe entre la verdad y la mentira. La comunidad política parece haberse desvanecido. Lo que cabe preguntarse es si este daño será irreparable o si todavía podemos esperar a que la verdad —y el diálogo fundado en la verdad—pueda un día convertirse en el valor central que una a todos los mexicanos.