
La Ciudad de México es uno de nuestros personajes favoritos del cine. A lo largo de la historia, más que un escenario donde se desarrollan las películas, se ha mostrado como un lugar con su propia trama. Sobre todo los directores han aprovechado a la capital del país para mostrar su lado más amable. Este fin de semana llega a las salas nacionales la cinta La habitación, la cual, en principio tiene ese mismo propósito, pero al mismo tiempo nos dice que la historia de esta ciudad siempre va a tener cierta relación con la violencia.
Se trata de una película realizada por Machete Producciones (La jaula de oro, 2013), que recurre a la dinámica de reunir a ocho directores mexicanos para realizar cortometrajes y editarlos en un solo documento. En el cine de terror se conoce el caso de México Bárbaro, que unió el talento de algunos de los mexicanos que hoy representan con dignidad el cine de género, en el caso de La habitación no es la excepción.
Es un proyecto que ha tardado casi ocho años en hacerse realidad. Reúne ocho historias con el cuarto de una casa como el mayor hilo conductor, con pequeñas historias filmadas por directores de diversos estilos y narrativas. Los cineastas participantes de esta película son Carlos Carrera, Daniel Giménez Cacho, Carlos Bolado, Ernesto Contreras, Alfonso Pineda Ulloa, Alejandro Valle, Iván Ávila Dueñas y Natalia Beristain, en orden de su aportación en la pantalla.
La cinta nos cuenta en ese microcosmos de una habitación, una representación de diversos momentos significativos de la historia de México. Desde la historia de amor de un par de campesinos, que nos muestran las estrictas normas morales, la división de clases y la tensión de la Revolución, pasando por la historia de una mujer China que padece discriminación en la capital del país en los años 30, hasta las secuelas de Tlatelolco en el 68, el terremoto del 85, la crisis en los tiempos de Colosio y las desapariciones de los años recientes.
Cómo ejercicio cinematográfico el resultado es muy interesante, pero al mismo tiempo también es notable que se trata de un filme sin mucha unidad y sin un ritmo. La película tiene historias que son muy bien planteadas pero no todas tienen el peso dramático al que pueden aspirar, de hecho algunas de ellas tienden a caer en una especie de melodrama forzado, sobre todo en aquellas que tratan de contar historias amorosas. Pero también tiene triunfos como la historia de los niños de la calle que impacta, conmueve y convulsiona.
La habitación es un logro mediano, pero para nada un desperdicio del cine.
Marc Webb es un cineasta que no ha logrado reponerse de aquel primer triunfo cinematográfico de su carrera. Es el director de aquel divertido e imaginativo romance adolescente conocido como 500 días con ella. El trabajo después de este filme en la carrera de Webb ha sido lamentable, empezando con sus versiones del Hombre Araña en el cine en dos de las peores películas de superhéroes en la historia. Se ha repuesto un poco este año con el lanzamiento de Un don excepcional, y con La amante de mi padre nos ha dado un poco de esperanza de que aún hay algo más grande que esperar de él. Esta es la historia de un joven (Callum Turner) recién licenciado de Nueva York descubre que su despótico padre (Pierce Brosnan) está teniendo una aventura con una atractiva joven (Kate Beckinsale). Tratando de detenerlo, acabará involucrado sentimentalmente con ella. Giros de tuerca interesantes, algunos momentos malos pero en general es disfrutable.
Una mirada a la relación del alabado escritor para niños A. A. Milne (Domhnall Gleeson) y su hijo Christopher Robin (Will Tilston), cuyos juguetes inspiraron el mundo mágico de Winnie the Pooh. Junto a su madre Daphne (Margot Robbie) y su cuidadora Olive, Christopher Robin y su familia se verán arrollados por el éxito internacional de los libros. Gleeson es uno de los actores más importantes de los últimos años y Margot Robbie es un talento en potencia que además atrapa por su belleza, sin embargo en este filme no terminan de convencer. Curtis ha tomado esta historia para mostrar su filme más sentimental, en un aspecto más manipulador de las emociones del espectador que de una propuesta de más profundidad emocional, no termina de explorar el lado oscuro de los personajes justo cuando parece que va a hacerlo. Tiene algo de ingenio, destaca por los momentos de la relación de un padre y un hijo, y visualmente es encantadora, pero pudo aspirar a mucho más.
Fiona, una bibliotecaria de Canadá, llega a París para ayudar a su anciana tía Martha amenazada de ser internada en una residencia de ancianos. Fiona pierde su equipaje y además descubre que Martha ha desaparecido. Este es el comienzo de una cadena de desastres que le harán cruzarse en el camino de Dom, egoísta y presumido que le amargará la vida. Esta es la película más recomendable de la semana. Mucho he hablado del mal momento creativo del cine francés y lo sostengo, pero también sé reconocer el encanto de algunas de sus historias. Este filme tiene una gracia que fascina, cierto, es irregular y tiene sus detalles incómodos pero es muy divertido en su contenido y maravilloso en su forma. Sobre todo luce más cuando es moralmente incorrecta.
Un deleite encantador que además nos reconcilia con la ciudad del amor y sus placeres. Una película que no se pueden perder.
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