Cultura

La historia de cómo la diosa Xochipilli y Cuauhtémoc llegaron a Río de Janeiro

La réplica de la escultura de Cuauhtémoc fue entregada en 1922 por Vasconcelos, y la copia de la deidad por Alfonso Reyes en 1935

La historia de cómo la diosa Xochipilli y Cuauhtémoc llegaron a Río de Janeiro

La historia de cómo la diosa Xochipilli y Cuauhtémoc llegaron a Río de Janeiro

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En la ciudad brasileña de Río de Janeiro habitan dos figuras mexicanas desde hace casi 100 años. Una de ella es la  réplica de la escultura del emperador mexica Cuauhtémoc que el entonces secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, llevó a Brasil en el año de 1922 como parte de su campaña educativa y cultural y como un acto de hermandad con el gigante sudamericano. La otra escultura es la del dios mexica Xochipilli, la cual fue entregada al Jardín Botánico de Río de Janeiro en 1935 por el entonces embajador de México en Brasil, el escritor Alfonso Reyes (amigo de Vasconcelos por cierto y también integrante del Ateneo de la Juventud), quien llevó la réplica de la deidad “de las flores y de lo primaveral” para que pudiera acompañar a la colección de cactáceas y flora de origen mexicano, como el peyote; espacio botánico que sigue existiendo en el jardín carioca.

Y es que hace algunas semanas el Consulado General de México en Río de Janeiro concluyó el proyecto de restauración de la escultura de Xochipilli y al respecto representantes del Consulado dijeron que “Río de Janeiro tiene un amplio inventario de esculturas distribuídas en el mapa urbano, aunque, en su mayoría, son homenajes a figuras o iconos artísticos, como personajes de la música, escritores y arquitectos. Las referencias históricas son escasas. Las referencias al periodo precolonial son prácticamente inexistentes. La réplica de la escultura de Xochipilli, junto con la escultura de Cuauhtémoc, son de las pocas alusiones en la ciudad de Río de Janeiro a ese momento de la historia del continente. Por lo tanto, han sido una puerta de diálogo de varias generaciones de cariocas con el misticismo de las civilizaciones precolombinas y con la trascendencia cultural de México”.

La escultura de Xochipilli fue entregada por Alfonso Reyes justo el 2 de octubre de 1935, al entonces director del Jardín Botánico de Río de Janeiro, Dr. Paulo Campos Porto. Desde entonces han pasado 86 años, pero ¿en qué condiciones se encontraba esta escultura?, y ¿qué trabajos de restauración hizo el Consulado General de México en ella? Sobre este tema el Consulado dijo que “la superficie de la escultura había visto pasar el irremediable andar del tiempo. Estaba cubierta por una pátina verdosa de polvo y restos arbolarios. No existe registro de limpiezas anteriores, por lo que hacemos válida la hipótesis de que ésta fue la primera limpieza a profundidad de la escultura desde su ubicación en el Jardín Botánico en 1935”.

En el discurso de entrega de Xochipilli por parte de la Embajada de México en Brasil, Alfonso Reyes le comentó al entonces director del Jardín Botánico, que en el Jardín hay diversas especies de plantas y flora mexicanas como cactus e incluso peyote, el cual, dice Reyes “al hombre, en delirio de peyotl, los sones de la guitarra le producen fantásticas alucinaciones coloridas. La planta del peyotl, la planta sagrada del sol -extraño regulador de ese sujeto del verbo “ondular” que llamamos éter- no engendra, según aseguran, hábito ni vicio”. Así, le preguntamos al Consulado General de México en Río de Janeiro ¿qué especies mexicanas hay en el Jardín Botánico de Río en la actualidad y qué nuevos proyectos tienen para seguir conservando este sitio mexicano?

“Actualmente, el Jardín Botánico de Río de Janeiro alberga cerca de 9 mil ejemplares pertenecientes a mil 500 especies. Aún no existe en el lugar una clasificación específica de botánica endémica de México, no obstante, con el paso de los años, ha aumentado sustantivamente la colección de cactáceas. A partir de la segunda mitad del siglo XX, el proyecto del investigador brasileño Carlos Toledo Rizzini permitió extraer las cactáceas de las estufas e incorporarlas al paisaje natural del jardín, lo que ha permitido su expansión. También existe, en un lugar protagónico del terreno, un árbol de ceiba. Hemos iniciado conversaciones con el Jardín Botánico de Río de Janeiro para realizar una clasificación expresa de botánica mexicana, y para crear, en un futuro próximo, un rincón exclusivo de México. Una ubicación sugerida y apropiada sería el entorno de la escultura Xochipilli”.

Hay que decir que la otra escultura mexicana que se encuentra desde hace casi un siglo en Río, es la de Cuauhtémoc, una efigie muy parecida a la que se está en la Ciudad de México, en el cruce de Insurgentes y Reforma. Cuauhtémoc fue llevado a la ciudad brasileña por el entonces secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, un 7 de septiembre de 1922. En un discurso para la entrega oficial de la escultura, Vasconcelos dijo sobre ella que “Me cabe la altísima honra de ofrecer al Brasil, a nombre de México, esta estatua de nuestro mayor héroe indígena, del héroe que está más cerca del corazón mexicano. Un héroe fracasado si se le ve desde el punto de vista de los que sólo reconocen el ideal cuando se presenta en el carro de la victoria, domeñando altiveces y aplastando rebeldías; mas para nosotros, un héroe sublime porque prefirió sucumbir a doblegarse, y porque su memoria molestará eternamente a los que tienen hábito de halagar al fuerte, y son esclavos incondicionales del éxito, en cualquiera de sus míseras formas”.

En torno al estado actual de este monumento, y lo que representa hoy para Río, los representantes del Consulado General de México dijeron que “la réplica de la escultura de Cuauhtémoc ha sido una fiel acompañante de la evolución urbana de Río de Janeiro. Actualmente, ‘la escultura del Indio’ -como afablemente la conocen los cariocas- se encuentra en el barrio de Flamengo, al pie del mar. Antes ocupaba un espacio en el Centro de la ciudad. Como en el caso del Xochipilli, el tiempo ha dejado en ésta una pátina de mar: el bronce se ha convertido en verde, pero la estructura y la imponencia del monumento se mantienen inertes. En el pedestal de piedra, debajo del escudo de armas, aparece una frase dorada que dice: ‘México al Brasil’. El mensaje de amistad entre los pueblos se mantiene vivo, pero, sobre todo, esta escultura, junto con el Xochipilli, son motivo de gran orgullo e identidad para la comunidad mexicana que reside en Río de Janeiro”.

Es interesante saber que estos iconos que enlazan a la cultura mexicana con la brasileña, y que continúan hermanando el día de hoy, fueron llevados por dos de los máximos embajadores de la cultura de nuestro país hacia el resto del mundo. Dos constructores no sólo de la literatura mexicana moderna, sino de instituciones que sobreviven el día de hoy, como sobreviven Cuauhtémoc y Xochipilli en este 2021, en los 500 años de la conmemoración de la Caída de Tenochtitlan.

Las fotografías fueron enviadas por el Consulado General de México en Río de Janeiro para su publicación en este reportaje.