Cultura

La mala reputación del crítico literario viene del teatro inglés

Este crítico malévolo, generalmente era empleado de la compañía rival de la puesta en escena. Había desde luego críticos independientes que juzgaban con su propio criterio. Pero la crítica se ejercía instantáneamente, no había que esperar a leer el periódico al otro día, sino que era un acto ex profeso.

Este crítico malévolo, generalmente era empleado de la compañía rival de la puesta en escena. Había desde luego críticos independientes que juzgaban con su propio criterio. Pero la crítica se ejercía instantáneamente, no había que esperar a leer el periódico al otro día, sino que era un acto ex profeso.

La mala reputación del crítico literario viene del teatro inglés

La mala reputación del crítico literario viene del teatro inglés

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Las fuentes de la crítica en el siglo XVIII se derivan del teatro y de la pintura. La crítica literaria es la última en aparecer y viene de tres lugares distintos: del malvado crítico de vodevil inglés de los teatros; de lo que bajó de la filosofía de Immanuel Kant, y de Diderot contándole a un amigo lo que pasaba en un cuadro y lo que debería pasar.

En este contexto enmarca Christopher Domínguez Michael, integrante de El Colegio Nacional, a dichos especialistas, cuya actividad analiza desde febrero del presente año a través del ciclo Grandes críticos literarios, al que da continuidad y que inició con la conferencia titulada Críticos de la Ilustración.

La mala reputación del crítico literario viene del teatro inglés, de un clima corrompido que hacía que esta persona de negras intenciones, fuera alguien parecido al juez de la plaza de toros, sentado en los palcos o primeras filas del teatro y que mientras transcurría la representación, decidía si le gustaba o no la obra, y podía ordenar a su gente que silbara o hiciera tal escándalo que la obra se clausurara, afirma el escritor mexicano.

Este crítico malévolo, generalmente era empleado de la compañía rival de la puesta en escena. Había desde luego críticos independientes que juzgaban con su propio criterio. Pero la crítica se ejercía instantáneamente, no había que esperar a leer el periódico al otro día, sino que era un acto ex profeso. Esta figura del crítico como destructor de reputación artística, se trasladó al siglo XIX que ya ejercía en los periódicos, destaca el colegiado.

En Francia se daba la crítica a través de la correspondencia, ni tan privada ni tan pública y a través de los libros. Predominaba el clasicismo, que tenía un sistema de reglas: unidad de acción, de tiempo y de lugar, y no se podía salir de ellas. Era un deber ser de la tragedia y la comedia establecido desde el siglo diecisiete, lo que dio un orden, o una cerrazón al teatro francés imposible de evadir, no así con los otros géneros, con los que había más libertades porque eran considerados géneros secundarios y despreciados, afirma el ensayista.

En Inglaterra, la novela ya había ganado cierto respeto, pero en Francia era un género muy relacionado con la anécdota, con el viaje, el divertimento. Por ejemplo, Voltaire hacia cuentos filosóficos, que usaban una anécdota y una serie de personajes imaginarios para transmitir una verdad moral.

No existía el concepto de literatura que nacerá hasta el siglo diecinueve, gracias a Madame Staël, que es la primera que habla de literatura.

La crítica de la Ilustración nunca acabó de aterrizar bien en la literatura, su primera aplicación fue con Madame Staël que le dejó en bandeja de plata servido al romanticismo un concepto que ya venía de antes en Alemania. Ella dijo que había un genio del pueblo alemán que lo hacía distinto al pueblo francés y al italiano, lo que tendría consecuencias importantísimas, muchas de ellas nefastas para el futuro de la humanidad.

En palabras del escritor mexicano, la Ilustración se manifestó sobre todo en lugares donde los protestantes habían ganado las guerras de religión del siglo XVI. Es un fenómeno anglo francés esencialmente, con una extensión importante hacia la filosofía alemana, con el mecenazgo intermitente de la Zarina de Rusia.

En este siglo descreído, en el que los más moderados como Voltaire, estaban abiertos a que los campesinos, la gente del tercer estado, construyera una iglesia en su pueblo y estaba de acuerdo en que necesitaban de la fe, tal vez no de Roma, pero si confiaban en que hay un arquitecto del Universo, expone.

Había una Ilustración radical y una moderada y, sobre todo en Inglaterra una Ilustración conservadora, que consideraba que los reinos de la fe y del espíritu, debían estar divididos y que mientras el espíritu no entrara en contradicción con la fe, se podía trabajar haciendo uso de la facultad de discernimiento que Dios nos había dado. Lo que desaparece de la escena en el siglo XVIII es la teología, que era la ciencia por naturaleza, se la quedan los predicadores, enfatiza Domínguez Michael.

El autor de Ensayos reunidos 1984-1998, editado recientemente por El Colegio Nacional, ha examinado durante el 2020 la obra de autores como Saint-Beuve, Matthew Arnold y Walter Pater como parte del ciclo de conferencias Grandes críticos literarios, que está disponible en el canal de Youtube: elcolegionacionalmx.