Opinión

La nada brillante idea de cerrar la frontera

La nada brillante idea de cerrar la frontera

La nada brillante idea de cerrar la frontera

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Los asesores de Donald Trump aseguran que el presidente no está bromeando cuando amenaza con cerrar la frontera sur. Quienes conocen las desastrosas consecuencias que el cierre traería, rezan sin embargo porque sea broma. Cualquier político con visión evitaría esa catástrofe, pero con este mandatario todo es posible.

De cerrarse la frontera, los estadunidenses acostumbrados a tener los supermercados repletos, comida en abundancia a toda hora, sin esfuerzos mayores y a precios razonables, empezarían en días a pagar el doble. De los aguacates a las margaritas, este país depende en mucho de México para la importación de fruta, vegetales y alcohol. De ahí proviene el 47 por ciento de todos los productos que aquí se consumen, de acuerdo al Departamento de Agricultura.

En el caso de los aguacates, en estos momentos el cien por ciento de los que se comen aquí viene de México. California los cultiva pero no estarán listos para el mercado en cuando menos un mes. Igual sucede con los tomates y el pepino, que si bien se producen en otros lados, llevaría algún tiempo establecer las vías comerciales.

Un cierre de la frontera dañaría particularmente a la industria automotriz, que en una semana dejaría de funcionar, ya que todos los autos, de todos los modelos, tienen partes hechas en México, por lo que se frenaría la fabricación de vehículos casi inmediatamente. Partes sin las que se puede ensamblar un auto, que si bien son de bajo costo, requieren una labor manual intensa, por eso no se hacen aquí, tales como los cables eléctricos y los cinturones de seguridad.

Están también las implicaciones legales. De cerrarse la frontera, parcial o completamente, nadie sabe qué sucedería con el turismo y con aquellos que viven del otro lado y que trabajan y envían a sus hijos a escuelas del lado estadunidense. ¿Y cómo entrarán aquellos con Green Card o residencia permanente? ¿Se cerrarán también los aeropuertos y los puertos marítimos? Porque si de evitar la inmigración ilegal se trata, la mayor parte de quienes están aquí sin permiso, entraron con visas y simplemente nunca se fueron.

Mucho se teme que Trump ignorará las consecuencias económicas y legales. Es muy posible que siga adelante con su amenaza de cerrar la frontera, ya que esa medida es la clase de poder que al presidente le gusta presumir y una que en mucho complacería a sus seguidores. Después de todo, por eso la anunció en su primer mitin camino a la reelección.

No es claro exactamente cuál es el plan de Trump una vez que cierre la frontera, si la cierra, o por cuanto tiempo piensa hacerlo. En el pasado, al menos cuatro veces la frontera se ha cerrado parcialmente y por corto tiempo por motivos de seguridad: sucedió cuando el asesinato de John F. Kennedy; para disminuir el tráfico de drogas, cuando un agente de la patrulla fronteriza fue secuestrado; y la última vez, inmediatamente después de los ataques terroristas a Washington y Nueva York, en 2001.

Como en muchas otras de sus decisiones, Trump podría seguir adelante con su idea, convencido de que eso lo beneficiará políticamente, aun si tiene implicaciones no sólo económicas sino diplomáticas en el escenario internacional. Pero al jefe de la Casa Blanca nada de eso le importa, como quedó de manifiesto al trasladar la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén o cuando abandonó el Acuerdo Nuclear con Irán y el de Cambio Climático en París.

Pero definitivamente cerrar la frontera no será la solución para frenar el flujo de inmigrantes que buscan asilo. Al contrario podría hacer más grave la crisis si aquellos que quieren venir intentan hacerlo por sitios que no son los puntos de cruce establecidos. Aunque desde luego, Trump usaría eso para insistir en la necesidad de un muro fronterizo, otra de las ideas con las que alimenta a los derechistas.

Estados Unidos y México comparten una frontera en común de tres mil 200 kilómetros, sellarla es imposible. Tampoco se cree que quienes huyen de la pobreza y la violencia en sus países dejarán de venir a corto plazo. Al contrario. No vienen para enojar a Trump, vienen por hambre y porque sus parientes ya están acá. Al cortarle como castigo la ayuda financiera a Guatemala, El Salvador y Honduras, el presidente se ha dado un balazo en el pie. Eso sólo aumentará el flujo, frontera abierta o no.

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