Opinión

La paranoia golpista

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La paranoia golpista

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Pablo Xavier Becerra Chávez*

El presidente López Obrador descalifica cotidianamente a los medios de comunicación críticos o en los que llega a publicarse algún reportaje o algún artículo de opinión que critique al gobierno. Los califica como fifís y automáticamente los coloca en el campo de sus adversarios, quienes por definición actúan por órdenes directas de los “privilegiados del pasado”, “quienes mandaban” y “saquearon al país”; en suma, de la “mafia del poder”.

Nunca antes un presidente mexicano se había enfrentado tanto con los medios. Pero hay que aclarar que normalmente ataca a la prensa escrita, nunca a la radio y menos a la televisión. De hecho, a Televisión Azteca, del empresario Ricardo Salinas Pliego, la trata con mucho respeto, y aun cuando el conductor estrella de esa televisora, Javier Alatorre, en alguna ocasión llamó a no hacer caso a la información del vocero gubernamental para el tema de la pandemia, la respuesta de AMLO consistió en decir que “su amigo” Alatorre se había equivocado y no había mayor problema. Pero si la opinión crítica aparece en algún periódico impreso de inmediato carga contra él y lo acusa de participar en una conspiración contra su gobierno.

Recientemente, con motivo de la pandemia, el Presidente ha incluido a personajes famosos que han osado criticarlo (desde Thalía hasta Eugenio Derbez, pasando por El Chicharito) y a la prensa internacional (The New York Times, The Washington Post, El País, entre otros) en la conspiración de sus “adversarios” para debilitar a su gobierno. Se ha quejado de ser el Presidente más criticado de la historia mexicana.

Por supuesto que resulta difícil pensar que la prensa mexicana, algunos personajes famosos y la prensa internacional de mayor prestigio estén coludidos bajo la coordinación de los “conservadores mexicanos” con el objetivo de golpear al gobierno del presidente López Obrador. Pero él lo cree así. Para AMLO el hecho de que lo critiquen sólo puede responder a una conspiración, nunca a un afán genuino de contribuir a la mejor comprensión de los temas públicos. Aunque insiste en reconocer que sus críticos están en su derecho, que él nunca limitará la libertad de expresión y la libertad de prensa, tanta insistencia en atacar a los críticos no puede menos que preocupar.

Cuando el Presidente trata de explicar su hostilidad a la prensa crítica se remite a la experiencia del golpe de Estado contra el presidente Francisco Madero en 1913, cuando, según él, toda la prensa preparó el golpe huertista por medio de la crítica incesante al gobierno maderista y después festejó su asesinato. Además de la falta de modestia de compararse con Madero, AMLO retoma el calificativo que se aplicaba a esa prensa para aplicarlo a los críticos actuales, con lo cual los acusa de estar preparando, consciente o inconscientemente, el debilitamiento y el posterior derrocamiento de su gobierno.

En consonancia con este planteamiento, algunos de los más recalcitrantes apoyadores del gobierno han procedido con singular entusiasmo a aplicar a los críticos el mote de “golpistas” y aparecen por aquí y por allá alertas contra un eventual “golpe de Estado blando”. Al mismo tiempo en las redes sociales se recrudece el hostigamiento incesante a los críticos. Desde finales de la década del setenta del siglo pasado, a partir de la reforma política promovida por el presidente José López Portillo, nunca se había vivido tal hostigamiento contra las voces críticas

El propio Presidente ha hecho un par de referencias a cómo las Fuerzas Armadas mexicanas se han mantenido firmes frente a las tentaciones del golpismo. Pero ¿en realidad AMLO cree que la oposición o la prensa nacional e internacional, e incluso los personajes de la farándula y el deporte, están fraguando un golpe de Estado, blando o duro, contra su gobierno? AMLO es un presidente particularmente fuerte, aún tiene un elevado grado de apoyo popular y mantiene un fuerte control sobre las Fuerzas Armadas. Sin lugar a dudas su estrategia de empoderar al Ejército por medio de convertirlo en parte de la Guardia Nacional y de mantenerlo en las calles a cargo de tareas de seguridad pública, así como de convertirlo en el principal contratista de la obra pública (aeropuerto de Santa Lucía y sucursales del Banco del Bienestar), pretende mantener contentos a sus altos mandos. Pero, por otro lado, el recargar a las Fuerzas Armadas de tantas funciones tal vez contribuya a desgastar a los mandos medios y a la base militar. Hay que recordar que el Ejército mexicano es uno de los más institucionales de América Latina, pero todo tiene un límite.

En realidad, más bien parece que AMLO quiere deslegitimar a la crítica y reducirla a su mínima expresión. No le ha bastado con acusar a los críticos de ser voceros de los privilegiados del pasado que quieren regresar a saquear al país, entre otras cuestiones. Ahora ha escalado con la equiparación de los críticos con golpistas. Bajo esa lógica ningún debate público es posible.

Además, siguiendo el ejemplo de algunos gobernantes autoritarios de América Latina, quiere mantener abierta la posibilidad de revivir el fantasma de un posible golpe de Estado, blando o duro, en cualquier momento del futuro, con la finalidad de anular a la oposición.

Es lamentable que ante la actual emergencia sanitaria el presidente López Obrador no se haya decidido a convertirse en un dirigente de todos los mexicanos. Es lamentable que durante estos dos últimos meses el Presidente haya decidido incrementar su táctica de polarizar y crispar el ambiente político.

*Profesor-investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana.

En realidad, más bien parece que AMLO quiere deslegitimar a la crítica y reducirla a su mínima expresión