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La única democracia árabe, en riesgo de caer... y muchos lo celebran

El enojo social con la corrupción y la mala gestión de la pandemia han convertido Túnez en un polvorín que aplaude un autogolpe de Estado tras diez años de tumbar la dictadura

La única democracia árabe, en riesgo de caer... y muchos lo celebran

La única democracia árabe, en riesgo de caer... y muchos lo celebran

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Lo poco que queda de la Primavera Árabe podría estar muy cerca de desaparecer. Todo va a depender de si el presidente de Túnez, Kais Said, decide seguir adelante o no con el semi autogolpe de Estado que llevó a cabo esta semana, cuando decretó el estado de excepción, se otorgó plenos poderes, cerró durante un mes el Parlamento e incluso arrestó a dos diputados de la oposición.

Este brusco movimiento político, que ya ha encendido las alarmas en Estados Unidos, que el sábado pidió al mandatario que espera que vuelva pronto “a la senda democrática”, llega en un momento en que Túnez vive fuertes protestas. Un estallido social que conjuga la conjunción de la pésima gestión gubernamental de la pandemia con una profunda crisis socioeconómica que no parece tener fin.

Todo comenzó el pasado domingo, un día después de que miles de tunecinos salieran a las calles de las principales ciudades del país en un estallido social que mostró su enojo con la clase política en general, en medio de unas esperpénticas disputas por dinero de unas indemnizaciones entre el gobierno y el principal partido del congreso, el islamista Ennahda, a la vez opositor y socio ocasional del ejecutivo.

Personas celebran en las calles de Tunis el autogolpe del presidente Kais Said, el domingo 25 de julio en la noche (EFE / EPA / STRINGER).

Claramente, el presidente Said prestó atención a los gritos de los manifestantes, que clamaban "Viva Túnez, sin Mechichi ni Ghannouchi". Hichem Mechichi era el primer ministro tunecino, a quien el presidente destituyó sin titubear cuando compareció ante los medios para anunciar su retahíla de medidas autoritarias. Rached Ghannouchi era el líder de Ennahda y a la vez presidente del legislativo, a quien despojó de un plumazo de toda su relevancia política cuando anunció que cerraba la Asamblea, el parlamento, durante, al menos, 30 días.

Las plegarias de los manifestantes tunecinos habían sido escuchadas: De repente el gobierno estaba destituido y el parlamento, disuelto. La clase política contra la que clamaban acababa de caer, y miles de personas celebraron el autogolpe del presidente Said el mismo domingo. Entre las decisiones del presidente que generaron casi euforia se encontró también la de suspender el fuero de todos los parlamentarios con el fin de “recuperar la paz social", aseguró Said.

CONSTITUCIÓN PROFANADA

Más allá del respaldo popular que tengan sus medidas, el mandatario, que es un profesor jubilado de Derecho Constitucional tunecino, justificó sus medidas invocando el artículo 80 de la Carta Magna. Dicho artículo permite al presidente adoptar “medidas excepcionales” si existe “peligro inminente para las instituciones del país”. Hasta ahí, todo bien; sin embargo, el texto dice que antes de tomar estas medidas “excepcionales” se debe consultar con el primer ministro y el presidente del Parlamento, justamente, los dos cargos que liquidó Said y, por tanto, no les consultó nada.

Además, el profesor de Derecho Constitucional Iyadh Ben Achour, aseguró a El País que ni siquiera se puede considerar que existiera ese peligro “inminente” para las instituciones.

OPOSICIÓN ENOJADA Y EN CRISIS

La formación islamista se ganó el enojo de la gente por su necedad en insistir en querer cobrar los cerca de mil millones de dólares en indemnizaciones que suponen los llamados fondos “Al Karama" ("dignidad" en árabe), aprobados en 2014 para indemnizar a las cerca de 10 mil víctimas contabilizadas de la dictadura de Zine El Abidine Ben Ali –caída en el inicio de la Primavera Árabe en enero de 2011— por violaciones a los derechos humanos; la mayoría de estas víctimas documentadas eran militantes islamistas, como los que componen Ennahda.

Sin embargo, esta reivindicación encendió la ira popular, que vio en la petición del partido una usurpación de los fondos y un chantaje al gobierno, puesto que creyeron que exigían cobrar el dinero a cambio de dar respaldo al ejecutivo. El estallido de la crisis ha generado también un profundo cisma en Ennahda, que terminó con el histórico líder del partido, Ghannouchi, de 80 años, ingresado dos veces en dos días en un hospital con “una dolencia”, dijo el partido, luego de que un grupo de militantes exigió el sábado la dimisión de la Shura, el máximo órgano del partido, por cómo han gestionado toda esta situación.

AUTORITARISMO

Entre tanto, lo que queda en pie del partido ha denunciado que las maniobras de Said son un "golpe de Estado".

Lejos de escuchar los reclamos de la oposición, Said no se detuvo y, en los siguientes días, esta semana pasada, prosiguió en sus decisiones autoritarias que han comenzado a inquietar a la comunidad internacional y que han despertado el temor y la indignación en la oposición islamista de Ennahda.

Militares tunecinos, en las calles de la avenida Habib Bourguiba, en Tunis, el martes 27 de julio (EFE / EPA / STRINGER).

El martes, Said sumó a las dos destituciones del domingo las de otra veintena de altos cargos del gobierno y presidencia, incluyendo el fiscal general del Estado y el secretario general del Gobierno. Además, el jueves designó a Ridha Gharsallaoui, exconsejero de la Seguridad Nacional de la Presidencia, como nuevo encargado de la secretaría de Interior en reemplazo de Mechichi, que además de primer ministro era el encargado de esa cartera.

Gharsallaoui es un hombre de plena confianza de Said, pues, además del cargo de seguridad que tenía, el pasado año fue nombrado consejero del presidente en asuntos de seguridad. Esto permitirá al presidente tener voz, voto y control directo del gobierno, termine formado como sea, al menos durante esta crisis constitucional.

ARRESTOS

Para añadir leña al fuego, el viernes 20 agentes de paisano se presentaron en la residencia del diputado independiente Yasin Ayari, muy crítico con Said, y se lo llevaron con violencia, según relató su esposa, quien agregó, según menciona El País, que los agentes se presentaron como miembros de una unidad de élite de la Guardia Presidencial. Ayari sigue detenido, y su arresto fue posible por haber perdido el fuero.

El otro legislador detenido es Maher Zid, quien fue liberado el sábado, pocas horas después, tras comprobarse que no tenía causas pendientes, según la emisora de radio local Mosaique.

RESPALDO POPULAR

Estados Unidos llamó el sábado a un retorno rápido "a la senda democrática" del país magrebí", en una charla telefónica que mantuvo el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, con el propio Said. El funcionario estadunidense pidió al mandatario tunecino "la formación de un nuevo gobierno dirigido por un primer ministro capacitado" y el “oportuno retorno del Parlamento electo” para estabilizar la economía y lidiar con la pandemia.

El presidente tunecino, Kais Said (derecha), junto al nuevo secretario de Interior, Ridha Gharsallaoui, el jueves 29 de juliio en Tunis (EFE / EPA / Presidencia de Túnez).

Sin embargo, parece poco probable que ahora mismo Said dé marcha atrás. El presidente no solo hizo felices a miles de tunecinos al echar al primer ministro y cerrar el parlamento; en 2019 ganó las elecciones presidenciales con del 72 por ciento de los votos.

Y este sábado un grupo de 30 personalidades del país publicó una carta abierta para respaldar a Said: "Apoyamos la respuesta del presidente a las demandas del pueblo tunecino, no lo consideramos como un golpe contra la constitución o la legitimidad", dice la misiva, que también pide juzgar "de manera justa y sin represalias" a los corruptos. Además, reclamaron no imponer "la dominación del islam político que la sociedad tunecina lleva sufriendo durante la última década", en referencia a Ennahda.

"La iniciativa del presidente ha resuelto en pocos días dosieres de terrorismo y corrupción que llevaban guardados en un cajón desde hace muchos años", concluyen.

Un país golpeado por la COVID-19

La grave crisis económica y social que arrastra Túnez en los últimos años, en medio de una enorme estabilidad política en su débil democracia, se ha visto amplificada desde el año pasado por la irrupción de la pandemia, que ha causado graves estragos.

La COVID-19 ha matado a 19 mil 858 personas en el país, según el conteo de la Universidad Johns Hopkins, además que ha causado 592 mil 881 contagios. Esto, sumado a la falta de vacunas y de equipos médicos obligó al destituido gobierno a pedir ayuda a la comunidad internacional.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tasa de muertes por el SARS-CoV-2 en el país es la más alta de todo el continente.