
“En la educación sentimental de Latinoamérica, México fue uno de los profesores más grandes, con toda la industria cultural del siglo XX, el cine mexicano de la edad de oro, la televisión –‘El chavo’- y la música hermosísima como el mariachi; han hecho una caja de resonancia gigantesca”, opina el periodista venezolano, Daniel Centeno Maldonado, en conversación sobre su primera novela: La vida alegre (Alfaguara).
En esta historia convergen una vieja gloria del bolero y un rockero frustrado que busca volver a los escenarios. Se publicó en México durante esta pandemia (COVID-19) y su autor explica que, a pesar del argot venezolano en el que se comunican los personajes, recuerda “maneras muy mexicanas”.
“Cuando yo estaba más joven desarrollé gusto por la música rock y era lo único que escuchaba, aunque no entendía ni papa de lo que cantaba. Se veía como algo vergonzoso escuchar bolero, mambo, rancheras y tal porque se escuchaba viejo, pero conforme fui creciendo tuve que rendirme a una cosa ineludible: el bolero uno lo lleva en el ADN”, comenta.
Al escribir y publicar este libro, Centeno Maldonado tiene la mitad de la edad de sus personajes, se considera a sí mismo como perteneciente de una generación entre el viejo bolerista y el rockero frustrado, por lo que, casi sin darse cuenta, ha vertido en Sandalio y Policarpio algo de sí mismo y de quienes lo rodean.
“No me comporto como esos personajes- Dios no lo quiera- pero la escritura de repente es un freno de mano. Sabemos que el territorio donde todo está permitido es el arte, ahí tenemos que escribir todas las cosas que nos vengan a mente, incluso las peores, para exorcizar demonios y no cometerlos en la realidad”, opina.
Señala que la novela no se ha publicado en Venezuela, “mi país, y no va existir por muchísimo tiempo mientras sigamos en este sueño indigesto del 98.”
“Se han ido destruyendo las instituciones y hemos tenido una oposición que no ha servido para nada, ha llegado a ser hasta peor, y eso ha repercutido en el bienestar de Venezuela, la capital y de todas las provincias: no hay servicios esenciales, la seguridad se ha desatado, muchos empresarios/empresas se han ido. La industria editorial fue una de las tantas, ahorita editar en Venezuela es algo de ciencia ficción, las grandes editoriales como Alfaguara y Santillana hace unos cuantos años agarraron maletas y se fueron”, apunta.
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