Cultura

La violencia es una enfermedad que descarrila la vida: Juan Gabriel Vásquez

El escritor colombiano presenta su reciente libro de cuentos Canciones para el incendio. Con este libro observa otros tipos de violencia más íntimos y variados que “nos afectan como personas”.

El escritor colombiano presenta su reciente libro de cuentos Canciones para el incendio. Con este libro observa otros tipos de violencia más íntimos y variados que “nos afectan como personas”.

La violencia es una enfermedad que  descarrila la vida: Juan Gabriel Vásquez

La violencia es una enfermedad que descarrila la vida: Juan Gabriel Vásquez

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En el libro de cuentos Canciones para el incendio, Juan Gabriel Vásquez explora las consecuencias de vivir en medio de la violencia, ya sea social, política, sexual o emocional. “A los seres humanos nos afecta todo tipo de violencia, no sólo de manera directa, sino que también nos alcanza de forma lejana”, señaló en entrevista con Crónica.

“La violencia más metafórica es capaz de modificar nuestros comportamientos sin realmente tocarnos. Es una enfermedad que te descarrila la vida, la violencia casual de un accidente que nos causa sufrimiento. Los personajes de esos cuentos están todo el tiempo contando sus propias historias en una especie de confesionario. Son cuentos de cosas que los han marcado, de cómo cambió su vida y cómo al tratar de construir su relato se expían de los errores”.

En mis novelas, añade, había intentado explorar una violencia meramente social y política y el cómo afectaba a los individuos, explicó el escritor colombiano; en los cuentos, he tratado de cerrar el lente angular y de observar otros tipos de violencia más íntimos y variados que nos afectan como personas.

“Tal vez lo que sentía era esa sensación extraña, tan contemporánea, esa especie de cifra de nuestro tiempo asediado por las imágenes y la violencia, o por la violencia de las imágenes: la sensación, derivada de la incertidumbre, de que todo puede ser ficción o, lo que es peor, de que todo puede ser verdad”, extracto de Canciones para el incendio.

El cuento como género, señaló, es una máquina especial capaz de capturar momentos muy pequeños, efímeros, que se escaparían en una novela. Los nueve cuentos incluidos en Canciones para el incendio giran alrededor de un pequeño instante en que los personajes entienden algo que antes no entendían. “Son momentos de mucha importancia emocional, moral, pero efímeros, frágiles, que se nos escurren entre los dedos”.

Además, este género trabaja mucho con el silencio, “el cuento en algún sentido se aproxima más a la poesía que a la novela porque trata de construir significado con lo que no se dice, siendo una manera de explorar las emociones humanas y los momentos existencialmente importantes, haciendo que el lector los llene con su propia experiencia; es decir, el lector está al servicio del cuento para tratar de llenar los vacíos de significado y, en ese sentido, los cuentos se acercan más a la poesía que a la novela”

“En el caso del libro, el silencio como forma de violencia está en el primer cuento, Mujer en la orilla, en el momento en que una persona cree darse cuenta de algo que le pasa a otra persona y, entonces, todo lo que no se dice, se cuenta o es explícito, revela o denuncia un momento de violencia en el pasado”

— ¿Cómo repercute la violencia en la vida de quienes crecieron inmersos en ella?

— Es una de las preguntas que he tratado de hacerme en mis ficciones, el cómo marcó a mi generación el hecho de crecer en un mundo de violencia impredecible, en contacto costante de asesinatos de figuras públicas y atentados terroristas indiscriminados que nos obligaban a una relación distinta con la realidad.

La respuesta que puedo dar sobre todo eso son mis ficciones, que no llevan a un autodiagnóstico perfecto, pero que me ayudan a explorar las consecuencias de haber crecido en un legado de este tipo de violencia, la cual acaba llegando hasta el rincón donde estamos escondidos, tratando de vivir al margen de la historia, tratando de que nada nos pase.

Eso me llevó a reflexiones sobre el contacto con el sufrimiento de los otros, un ejemplo es el cuento “Los muchachos”, una especie de metáfora de mi generación en la que durante nuestra adolescencia se marcó por las bombas del cártel de Medellín, los asesinatos de políticos importantes, una generación de chicos que crecen en un ambiente de violencia impredecible, inmersos en un clima de violencia y sobre la reflexión de qué es lo que nos hace crecer en un ambiente así, marcado por la violencia aunque no nos toque de una manera violenta directamente.