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La violencia genera una parálisis, un estado de shock emocional”, expresa Iván Ruiz, director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, a propósito del libro Peep Show, donde analiza composiciones visuales que los narcotraficantes crean al momento de tratar los cadáveres y exhibirlos en el espacio público.
El libro que se presentará este miércoles 30 de junio a las 17:00 horas a través del Canal YouTube @IIEUNAM, revisa 40 fotografías capturadas por artistas, documentalistas y fotoperiodistas como Fernando Brito, Adela Goldbard, Enrique Metinides, Mauricio Palos y Guillermo Arias, entre otros.
“Es un libro que se escribió hace cinco años y que finalmente encontró una salida en la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM y que versa sobre una temática en la que llevo más de diez años trabajando: la relación entre imagen y violencia”, comenta Iván Ruiz.
A partir de fotografías, el autor también genera un disentir con el gobierno sobre cómo procesar la violencia, “porque evidentemente el Estado la fomenta y la publica pero, por lo general, para infundir miedo y terror”.
Iván Ruiz señala que la forma en cómo son tratados los cadáveres en el espacio público desde que inició la guerra contra el narcotráfico, dio pie a tipologías lingüísticas que generan shocks emocionales, es el caso de las palabras: colgado, encobijado, torturado, cercenado, descabezado, encajuelado.
Por ejemplo, añade, una de las fotografías que analiza es de la autoría de Guillermo Arias, ganador del Premio Visa de Oro News por su trabajo sobre las caravanas de migrantes en América Central.
“Aparecen peatones caminando por las calles de Tijuana y observan que hay un cadáver castrado con los genitales colocados en la boca. Esa imagen fue registrada por lo que llamamos la nota roja, pero a la vez tiene un desvío documental que lo hizo Guillermo Arias con la imagen a contraluz donde se ve perfectamente el cadáver en el aire”, indica.
El trabajo de Iván Ruiz busca establecer un pacto ciudadano con las imágenes de la violencia. “Este pacto consiste en aprender a ver esas imágenes, en asumir que forman parte, no solamente de la violencia, sino de nuestro ser humano, de nuestra condición vulnerable. Son imágenes que nos conciernen, nos competen y que debemos asumir a pesar del horror y escarnio”, responde.
A los fotógrafos que se mencionan en Peep Show, el investigador los califica como artistas, es el caso de Bernardino Hernández o Mauricio Palos.
“Bernardino es un fotógrafo autodidacta que no tuvo ninguna formación intelectual de fotografía, sin embargo, en medio de la guerra contra el narcotráfico generó imágenes excepcionales. O está el caso de Mauricio Palos a quien dedico un ensayo muy extenso sobre un proyecto que él titula La ley del Monte que tiene que ver con el más fuerte en el cerro y el que domina”, precisa.
El también curador explica que en el libro hay dos conceptos en los que basa su investigación: el mirón y el voyeur.
“El mirón es aquella persona asombrada con los ojos absortos y a quien lo envuelve una escena. El mirón nunca avanza más allá de un límite porque no lo permite el asombro ni el paso, hay muchas fotografías de nota roja sobre ellos y pienso en una de Enrique Metinides donde hay un conjunto de mirones observando en un auto a un cadáver”, detalla.
El voyeur, a diferencia del mirón, sí entra en la escena con un contenido sexual, añade.
“Es el caso de los feminicidios, de este crimen contra las mujeres con un cuerpo de ciertas tipologías. Como sucede en Ciudad Juárez, que son cuerpos de escasos recursos económicos, que trabajan en la maquila y que son cuerpos que se vuelven desechos”, comenta.
“Los artistas con los que trabajo en el libro son periodistas sofisticados porque pueden hacer imágenes que disienten con la perspectiva del Estado. Creo que hay un mal entendido en pensar que la nota roja se ve muy fácil, que básicamente su composición es el cuerpo de una mujer en bikini o semidesnuda más una imagen de violencia”.
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