
Señalar las incoherencias de la religión en temas de sexualidad y milagros, crear personajes que nunca envejecen y hablar de cómo la literatura cambia la vida de las personas son temas que el escritor estadunidense John Irving (New Hampshire, 1942) aborda en su nueva novela Avenida de los Misterios y, para la cual, visitó cinco veces la ciudad de Oaxaca, pues su personaje principal es Juan Diego, un niño mexicano pepenador que rescata libros antes de que éstos sean quemados en un basurero.
“La historia de Juan Diego se desarrollaba en India y lo que escribí era para hacer una película. Esa fue mi idea de 1999 a 2009. Pero después decidí cambiar el set de grabación a Oaxaca, en donde también un niño puede ser pepenador y trabajar en un circo. Visité cinco veces la ciudad de Oaxaca, especialmente los basureros y hasta 2009 decidí convertir esta historia en novela”, cuenta el escritor considerado una de las mejores plumas estadunidenses.
Avenida de los misterios inicia cuando el jesuita Pepe visita a los niños de la basura, porque sabe que ahí vive Juan Diego, un gran lector tanto de libros en español e inglés; sin embargo, el autor John Irving comenta que desde el principio sabía que la película tenía que acabar cuando Juan Diego se fuera de México. “Pero en 2009, cuando viajé a la Ciudad de México, me di cuenta que necesitaba saber qué pasaría con Juan Diego cuando ya estuviera a punto de morir, cuando ya fuera un hombre más adulto”.
Sobre por qué eligió a niños pepenadores, el escritor estadunidense explica que eso le daría más fuerza a la historia, porque su idea era que estos niños se pudieran acercar a los jesuitas para estar en un orfanato y después en un circo.
—¿Qué le inspiró Oaxaca para que fuera su nuevo set?
—Algo que me gustó fue que la presencia de la Iglesia en México es universal, contrario a lo que sucede en India. En mis primeros cinco viajes a Oaxaca me gustó mucho la Virgen de Guadalupe, que es grandísima, y el mito del milagro que hace cuando llora. Pero los personajes que creé para el filme y que se desarrollaba en India, fueron los mismos: Juan Diego y su hermana Lupe, el padre Pepe, el gringo bueno… sólo los trasladé a Oaxaca.
“Me molesta que la religión católica o en cualquier otra religión el hombre haga instituciones, hace reglas sobre la fe y eso es algo que no me gusta. Lo que quiero hilar (en la novela) es que todas las religiones nacen de historias milagrosas, es decir, inexplicables. Por eso en mi novela ironizo con que un niño huérfano pueda ser adoptado por una pareja gay”.
—Hablar de sexualidad, ¿es un acto revolucionario?
—El principal milagro del cristianismo es que nos dice mucho de por qué la Iglesia ha tenido que ser estricta y conservadora hacia el tema de la sexualidad en cualquiera de sus formas. Por ejemplo, que una virgen dé a luz es ilógico, pero la Iglesia está apegada a esa idea pero ahí el tema del sexo es una contradicción. Las reglas del comportamiento sexual en la religión católica son hechas por hombres, los cuales hacen un voto de castidad.
“Entonces creo que la iglesia siempre ha tenido un problema de lógica. Pero es la Iglesia la que ha creado esas contradicciones gracias a las ideas heredadas, esto genera una especie de choque entre sexualidad y religión, es algo muy incierto…¿qué está pasando ahí?, es evidente que algo no está bien”.
—¿Por qué te interesa hablar de religiones?
—En la universidad además de que tomé muchos cursos de literatura, el curso importante que tomé fue sobre la historia de todas las religiones. Los templos, iglesias, sinagogas y catedrales siempre son lugares con muchas personas, siempre hay gente de rodillas, pidiendo ayuda y a la persona que le piden no es al padre o al rabino, sino al poder supremo. Esa idea de poder supremo la entiendo, pero el problema es que esas instituciones están en manos de un comité de personas.
—¿Qué significan los sueños para ti?
—Siempre me la paso soñando, sueño para vivir porque mi trabajo es inventar cosas. Cuando me voy a dormir, prefiero no soñar porque es como si estuviera trabajando. Prefiero que los sueños los tuviera otra persona porque como Juan Diego, su vida tiene significado con los sueños. Él vive en el pasado, él quiere poner en la mesa lo que es más importante en su vida: el Juan Diego adulto o cuando tuvo 14 años y muere su hermana.
“A sus 54 años, Juan Diego es un hombre medio despierto y medio dormido, esa transición que hago del personaje, me gusta mucho y lo hago en todas mis novelas. No me gusta tener a una sola persona con su vida dirigida al cambio, al contrario, me gusta que esa persona nunca envejezca”.
Por último, John Irving comenta que en su libro menciona algunos de sus autores favoritos como Dickens, Melville, Thomas Mann y uno que otro ganador del Nobel de Literatura. “Ahora el Nobel son premiaciones de selecciones muy extrañas, no he podido leer a varios, pero sí puedo decir que cuatro de ellos son mis favoritos: García Márquez, Günter Grass, Alice Munro y Bob Dylan”.
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