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“Le muerden la mano a quien les quitó el bozal...”: López Obrador

Crónica de una “excitada” mañanera, la segunda dedicada a dar detalles sobre lo que sucedió en Culiacán aquel día en el que Ovidio Guzmán estuvo en manos federales

Crónica de una “excitada” mañanera, la segunda dedicada a dar detalles sobre lo que sucedió en Culiacán aquel día en el que Ovidio Guzmán estuvo en manos federales

“Le muerden la mano a quien les quitó el bozal...”: López Obrador

“Le muerden la mano a quien les quitó el bozal...”: López Obrador

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Había una clara intención por torpedear el asunto Culiacán, aunque al final la conferencia presidencial terminó entre gritos e interrupciones y se convirtió, quizás, en la más álgida en el historial de la 4T.

Un grupo de supuestos reporteros, algunos zalameros habituales y otros desconocidos, se multiplicaron para conducir al presidente López Obrador por vericuetos triviales o ajenos a la cita de seguridad, como beisbol, autodefensas y alcaldesas fugitivas.

Hubo momentos en los cuales el propio mandatario se sentía perturbado e intentaba retomar el rumbo con frases como: “Nosotros no recibimos órdenes de Washington”. Se refería al “precipitado” operativo para capturar a Ovidio Guzmán y extraditarlo a Estados Unidos.

Pero los aduladores, apretujados en la primera fila, persistían en su objetivo de descarrilar las inquietudes:

–Los Astros perdieron contra los Nacionales…

Y, apasionado de la pelota caliente, AMLO no resistió la tentación, aun cuando crecía la desesperación entre los escasos periodistas, ansiosos ya por dilucidar los secretos de la liberación de Ovidio Guzmán.

“Yo le iba a los Astros, ése fue mi pronóstico desde el 3 de octubre; ganó Washington, merecido. Así es el béisbol, como la buena política, no siempre se gana. Tuve tiempo de ver el partido porque tengo que salirme un poco de lo cotidiano, del trabajo; y lo disfruté bastante”.

—¿Tendríamos que ver los mexicanos hacia un modelo como el de la comunidad de Cherán (Michoacán), donde las autodefensas son las que ponen orden? -continuaban los gazapos.

—No es el caso. El Estado mexicano tiene la obligación de garantizar la seguridad a los ciudadanos.

Los integrantes del Gabinete de Seguridad, reunidos en el Salón Tesorería de Palacio Nacional, parecían complacidos con el montaje orquestado por los enviados de grupos políticos y partidistas, avezados en el arte de confundir. Incluso, algunas preguntas sobre el tema central se distorsionaban con invenciones.

–El señor Rafael Loret de Mola afirmó que el Cártel de Sinaloa le pagó a usted considerables cantidades de dinero para liberar a Ovidio…

—No tiene caso responder la pregunta. No es seria y no tiene sentido hacerle el caldo gordo a esa calumnia —frenaba el tabasqueño.

La mayor parte del encuentro se fue en frustrados proyectos de amoniaco, discrepancias gubernamentales denunciadas por viejos militares afines al calderonismo, en próximos libros presidenciales, minas, presas, documentales de televisión e indígenas nahuas, mayos y guarijíos…

–¡Sobre el tema! –exigían los reporteros.

Y el presidente se esforzaba de vez en vez por olvidar los batazos y los sueños editoriales: “Vámonos pues sobre el tema. Tenemos tiempo, despacio”…

El Secretario de Marina Rafael Ojeda, distante del zafarrancho de los últimos días, despegó dudas sobre la dispersión entre soldados y marinos:

“Hoy más que nunca las Fuerzas Armadas están unidas; a pesar de que haya muchas críticas o comentarios, no van a poder separarnos. El general y yo, y el secretario de Seguridad Pública, estamos trabajando por una misma causa, que es la seguridad de la sociedad”.

Centímetro a centímetro el blindaje de los farsantes, sembrados y demás infiltrados se rompió. Entre alaridos y escándalo llegaron las preguntas incómodas e irritantes para el Presidente, quien otra vez apuntó hacia las prácticas impúdicas de la prensa.

“No vamos a dejar ningún cabo suelto, porque no queremos dar pie al amarillismo”.

Reprochó, en específico, una fotografía circulada en redes sociales aquel 17 de octubre, la cual fue usada por algunos medios para difundir la versión de Ovidio libre con uniforme e insignias militares. Era en realidad un oficial retenido por el crimen organizado.

—Eso estaban sacando los narcotraficantes, de ustedes no teníamos nada —objetó uno de los aludidos.

—Es una responsabilidad que nosotros asumimos, pero sigue sin ser así en el caso de los medios, que no actúan en representación de los ciudadanos. Ya basta de  manipulación —se caldeaba el mandatario.

—¿Esa imagen fue entonces filtrada por el Cártel de Sinaloa?

–Se entiende que la dieron a conocer ellos.

En medio del caos, intervino el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, convulsionado por alusiones a sus embustes: “El hecho de que no haya habido información no justifica la difusión de datos equivocados.

Y los porristas se rindieron a él con aplausos.

Al general Luis Cresencio se le inquiría sobre nombres, fechas, horarios y hasta supuestas complicidades de jefes militares con células del Chapo.

“En cuanto a si hubo filtraciones y sobornos, esa parte se integra a la investigación que se está haciendo. A la Fiscalía le corresponderá determinar si existió algo. Nosotros no lo sabemos”.

De Ovidio, aclaró, jamás dejó su casa. Ahí permaneció las tres horas y media, a la vista de los oficiales. Fueron los militares quienes se retiraron, pactada la tregua.

El Presidente extravió la paciencia y terminó también por contener a los comunicadores, con frases como “¡Permíteme, ya hablaste tú, ahora yo contesto!”, o “¡Si quieren poner eso, pónganlo!”.

Había prometido tiempo de sobra, pero decidió cortar el diálogo, “porque ya están muy excitados”, y en el adiós recordó a “la prensa sometida, abyecta y rastrera” del Porfiriato, la cual, tras el triunfo de Francisco I. Madero, arremetió contra él.

“¿Saben qué llegó a decir Madero? ‘Le muerden la mano a quien les quitó el bozal’. Eso no se lo perdonaron nunca. Y yo no quiero que nunca jamás vuelva a suceder eso”…

Ping pong, preguntas  y respuestas

–Es insostenible la versión de que el secretario Durazo no sabía de qué se trataba –cuestionó Crónica a AMLO.

-No se tenían todos los elementos, esto fue saliendo poco a poco. Antes era mentira sobre mentira y se seguían; y nosotros tenemos el valor de decir: nos equivocamos y se rectificó; y lo más importante —esto no lo van a reconocer nuestros adversarios y sus voceros— es que se puso por delante la vida de las personas.

–No, no... No se tenían todos los elementos.

–¿O quién le mintió al Secretario para que saliera a dar ese informe?

–Eso fue lo que se dijo en el gabinete cuando estaban reunidos. Así fue, ¿no? —preguntó López Obrador a Durazo, quien, silencioso durante gran parte de la conferencia, debió salir a escena.

–Sí, es la información que recibimos –respondió al presidente y después se dirigió a los medios:

–Deben ustedes entender, en buen plan, que en ese momento no estábamos pensando en la información, sino en la esencia de la decisión que debíamos de tomar para salvar vidas y no incrementar los niveles de tensión. Recibimos la información de los propios responsables del operativo, que muy probablemente estaban también con la misma preocupación nuestra.

La intención de mentir, remató, “nunca existió ni existirá en el Gabinete, porque, además, no tenemos necesidad de hacerlo, no estamos protegiendo a nadie”.