
El libre albedrío es esencialmente la capacidad que tenemos para escoger lo que consideramos que es bueno o malo. Por supuesto, elegir conlleva consecuencias. Si escogemos lo correcto, obtendremos satisfacción y auténtica felicidad, si escogemos lo incorrecto decepción e inconformidad.
Las consecuencias de nuestros actos nos muestran en qué sentido marchan nuestras decisiones, si son del bien, las consecuencias serán buenas, si son del mal, las consecuencias serán nefastas.
Creo que nosotros somos creadores de nuestro propio cielo y nuestro propio infierno. Si abrigamos pensamientos positivos, nuestras acciones las llevaremos a cabo en ese sentido, pero si nuestros pensamientos son de envidia, codicia, odio y rencor nuestras acciones serán perversas, y viviremos en un infierno, insisto, creado por nosotros mismos.
En la vida incurrimos en errores y logramos aciertos. Yo, como cualquier persona, he cometido muchos de los primeros pero también he obtenido ricos frutos de los segundos. He aprendido a perdonarme, pero no quiero olvidar. Porque la etapa actual deseo transitarla con plena conciencia, para no repetir los mismos errores. En mi personal opinión, si mantenemos la presencia de nuestros triunfos en la vida, podemos de forma inconsciente seguirlos replicando, además de que éstos nos brindarán una alegría interior constante.
Todos somos responsables de nuestros pensamientos y acciones. Nosotros decidimos sobre ello todo el tiempo. Por lo regular no se puede obligar a nadie a pensar lo que no quiere, y en el fondo tampoco actuar en determinado sentido. Nuestra voluntad siempre es necesaria en toda acción. No hay excusas, ni nadie externo a quien arrojar la culpa.
Todos somos libres de tomar el camino que deseemos. Siempre podemos decidir entre el bien y el mal. No debemos hacernos tontos, siempre sabemos que es lo correcto y lo que no lo es.
Toda la vida se trata de elecciones, por eso, sólo debemos pedir inspiración y sabiduría para que nuestra toma de decisiones sea la correcta.
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