
En Mesoamérica, cuando los bebés morían en etapa de lactancia sus almas viajaban a un árbol de mamas, los hombres que fallecían en campos de batalla se trasladaban a la Casa del Sol y las almas de los borrachos iban con el dios del pulque, sin embargo, la gran mayoría de personas que morían por causas naturales caminaban hacia el Mictlan.
“Las vidas de ultratumba en las religiones mesoamericanas carecían de una doctrina de salvación. El determinante del lugar al que iban las almas no era la conducta que los individuos habían tenido en vida, sino el tipo de ocupación que en ella habían ejercido o el género de su muerte”, expresó Leonardo López Luján, arqueólogo y director del Proyecto Templo Mayor, durante la charla Los muertos viven, los vivos matan: Mictlantecuhtli y el Templo Mayor.
En la conferencia que sucedió la noche del jueves y fue organizada por El Colegio Nacional, el también Premio Crónica e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) habló de la visión indígena de la muerte y de las evidencias arqueológicas sobre el dios de la muerte halladas en Templo Mayor.
“El Chcihihuacuauhco o árbol de las mamas es a donde iban a prenderse esos bebés que habían muerto en la etapa de lactancia, antes de haber consumido el maíz. Se les daba a ellos una segunda oportunidad para tener una nueva vida”, comentó López Luján.
Al Tonatiuh ichan o la Casa del Sol se dirigían las almas de los varones que morían en el campo de batalla como las mujeres que perecían en el primer parto, ambos considerados como héroes. Al Tlalocan se dirigían las almas de los individuos que habían muerto por causas acuáticas, tocados por un rayo o alguna enfermedad por hidropesía. Los adúlteros iban al mundo de Tlazolteotl y los borrachos al mundo de Ometochtli.
“El más allá más conocido era al que se dirigían todos los que habían muerto de muerte de la tierra, es decir, una muerte natural. Ahí iban al Mictlan, al mundo del señor de la muerte. En algunos códices como el Vaticano A, se habla que el rumbo al Mictlan estaba integrado por nueve escalones, pisos superpuestos, y que el alma tenía que recorrer una serie de peligros hasta llegar el piso noveno”, detalló.
El arqueólogo explicó que el Mictlan es un lugar oscuro, frío, húmedo y apestoso.
“Es definido como un lugar pestilente, en el que se bebe pus, por ejemplo fray Juan de Torquemada dice que los tlaxcaltecas suponían que en el inframundo las almas de la gente en común se convertían en comadrejas o escarabajos hediondos, y que ahí había animales que producían una orina muy hedionda”, dijo.
Fray Alonso de Molina menciona que el inframundo era el Iuhquim mucqui itzinco, que traducido indica ser “como en el culo del muerto, un lugar muy oscuro, muy frio, húmedo y obviamente pestilente”, agregó López Luján.
“Es un ser semi descarnado, de 174 centímetros que rebasa la altura del mexica promedio, de pie con la cabeza erguida, el torso proyectado hacia delante, los brazos flexionados hacia el frente mostrando las garras en actitud de ataque, las piernas son rectas y las plantas del pie bien apoyadas sobre el piso. En la cabeza tiene decenas de perforaciones y de la caja torácica pende un órgano prominente”, indicó.
López Luján explicó que tras la restauración, identificó que se trataba de Mictlantecuhtli, el señor del Mictlán y que, entre otras características, tenía garras prominentes y un ser no esquelético sino semi descarnado, es decir, en proceso de putrefacción.
Un elemento importante que localizó el equipo de Templo Mayor sobre la escultura fue una capa rugosa ocre que iba de la cabeza hasta la espalda, que tras analizarse resultaron en restos de hemoglobina y eritrocitos humanos en buen estado de conservación.
“El Códice Magliabechiano muestra la escena de cómo un sacerdote está vertiendo, de un recipiente de cerámica, sangre en la cabeza al dios; sabemos que la sangre tenía en la cosmovisión mesoamericana cualidades fortalecedoras y vivificadoras y muchas veces no sólo se salpicaban las imágenes sino que en la boca y labios se untaba de sangre las imágenes divinas”, comentó.
La representación fue bañada en sangre por los mexicas para después ser rodeada de mandíbulas humanas, ritual de clausura para que la imagen fuera sepultada e iniciara la tercera etapa de construcción de la Casa de las Águilas.
Por último, López Luján explicó que el órgano bajo la caja torácica de Mictlantecuhtli es un hígado. “López Austin plantea que en el hígado estaba el alma ihiyotl, que tenía que ver con un inframundo femenino”, externó.
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