
“La ventaja de ser inteligente es que se puede fingir ser imbécil, mientras lo contrario es totalmente imposible”, dijo alguna vez el cineasta Woody Allen en la que bien podría ser una de las leyes del cine de comedia absurda. Este fin de semana llega a las salas de cine nacionales la película Maquinaria Panamericana, del debutante director mexicano Joaquín del Paso, y que se trata de una de las cintas que nos recuerdan al mejor cine del absurdo de la historia. De hecho en México parecía un género casi en el olvido.
El absurdo definido académicamente como “sin armonía”, y reinterpretado en los años 60 por algunos como el escritor y guionista británico Martin Esslin como “sin armonía con la razón, incongruente, no razonable, ilógico”, para definir un fenómeno artístico que después de la Segunda Guerra Mundial llegó a los teatros y posteriormente al cine con el llamado teatro del absurdo, en el cual autores provenientes de movimientos vanguardistas como el surrealismo o dadaísmo, usaron en sus obras un humor que se sirve de la incoherencia y la irracionalidad para conseguir la carcajada (o la sonrisa) del espectador, como una forma de burlarse y reflexionar sobre el capitalismo y sus formas de alienación.
Si bien es cierto que pasados los años 60 fue cuando comenzó a trascender con mayor impacto el cine del absurdo, en realidad los padres de este subgénero son los hermanos Marx, cómicos estadunidenses entre los que destaca el desfachatado Groucho, y que introdujeron el humor absurdo al cine en 1933 con el filme Héroes de ocasión (Duck soup), que dirige Leo McCarey, y que bajo ese tono llegaron a filmar 12 películas.
Tras la Segunda Guerra Mundial el absurdo no sólo llegó al teatro, sino que también en la literatura y la filosofía (con Albert Camus y Jean-Paul Sartre) encontraron en este humor un movimiento contra el sinsentido de la vida y la falta de finalidad en la misma. Estamos ante una corriente que parodia la incomunicabilidad, los problemas del lenguaje (las palabras ya no sirven para nada), y en general a la sociedad y al hombre mediante el disparate.
En el teatro se usan personajes que tienen acciones sin motivación aparente; sin embargo, en el cine hay una mutación como una propuesta argumental en la que se van sumergiendo en sucesos que poco a poco van quedando fuera de lo racional. Fue una buena forma de entrar al subconsciente del espectador.
Los protagonistas de las películas comentadas anteriormente son personajes que se sienten apartados de la sociedad en que viven. Están solos, sin pareja, y a menudo son considerados unos bichos raros dentro de su propia familia, hecho que se da de forma reiterada por traumas infantiles y/o una educación inadecuada.
Las películas comienzan a tener éxito con la audiencia, que no siempre en taquilla, como una forma de ser transgresores. El dominio del capitalismo y su carácter arrollador, el crecimiento de la publicidad, el exceso de información que nos dirigen al automatismo, la rebotización del ser humano, ayudan a la consolidación del género en el cine. Sin embargo, cabe señalar la aclaración sobre el humor absurdo utilizado de manera inteligente con aquel que es ridículo y de pastelazo: Mientras estas películas son cúmulos de sketches cómicos con un patrón común, esto es, hacer reír, el cine del absurdo no lo pretende necesariamente, y además tiene un sentido más crítico.
Antes del género del cine absurdo que llegó con los hermanos Marx, hubo uno que tenía una intencionalidad similar que es el humor burlesco y el dramedy que ejercieron figuras talentosas como Mack Sennet, Charles Chaplin, Harry Langdon y Buster Keaton. Después de ellos hubo otros exponentes importantes:
La primera etapa en la carrera de Woody Allen está inspirada en el humor absurdo. Películas como Bananas (1971) y Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972), son algunos de los ejemplos más destacados. Especialmente en Bananas, Woody Allen hace una sátira política en la que demuestra que los gags físicos y el humor inteligente no tienen por qué estar reñidos.
Por otro lado también tiene La última noche de Boris Grushenko (Love and Death, 1975), en la cual se aborda el miedo a la muerte desde una visión hedonista y en la cual utiliza el humor absurdo como una excelente forma de reflexionar sobre cuestiones trascendentales de la existencia de la humanidad.
En los años 70 la popularidad del género alcanzó su mayor cumbre también por la incursión al cine de los Monty Python, unos genios locos que dieron el salto del teatro (pasando por la televisión) al séptimo arte y que nos dieron dos de las películas más destacadas: Los caballeros de la mesa cuadrada (1975) y La vida de Brian (1979). La primera, una parodia sobre la Inglaterra medieval y los caballeros del rey Arturo con la cual los cómicos hacen una ácida crítica a los estereotipos de la vida moderna; la segunda, considerada por muchos como la mejor comedia de todos los tiempos, trata la historia de un judío que nace el mismo día que Jesucristo y ya de adulto es varias veces confundido con él.
Sólo las películas de Zucker & Abrahams pueden competir en popularidad, que no en ingenio, con las de los Monty Python. Leslie Nielsen se convirtió en toda una marca de este tipo de comedias: ¿Y dónde está el piloto? (1980) y Super secreto (1984), de Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker, así como Agárralo como puedas (1988), David Zucker.
Otras películas importantes que destacan en las comedias del absurdo de los años 60 a 80 son: Crimen por muerte (1976), de Robert Moore, una ingeniosa historia de detectives; Happy End (1967), del checo Oldrich Lipský, quien narra una historia al revés; Oh lucky man (1973), de Alan Price y protagonizada por Malcolm McDowell, que hace una crítica al capitalismo a través de la historia de un vendedor de café y Yoyo (1965), del francés Pierre Étaix, sobre un hombre rico al que le cambia la vida el paso de un circo.
Por México pasó uno de los cineastas más interesantes sobre el cine surrealista, y aunque estrictamente sus películas no eran completamente cine del absurdo, tiene filmes que han tenido notas propias del género de este tipo de humor. Algunas películas de Luis Buñuel más destacadas que podrían catalogarse dentro de este recuento son: El discreto encanto de la burguesía (1972), filmada en Francia, en la que los personajes no pueden permanecer en un lugar, mientras que en El ángel exterminador (1962) no pueden salir. Esta última película fue filmada en México y en ella hace una sátira sobre la burguesía. Vía láctea (1969) y El fantasma de la libertad (1974), también tienen mucha influencia de la comedia absurda.
En épocas más recientes destacan filmes como Amanece, que no es poco (1989) y Así en el cielo como en la tierra (1995), del español José Luis Cuerda; su compatriota Javier Fesser con El milagro de P. Tinto (1998), pero sobre todo parte de la cinematografía de los hermanos Joel y Ethan Coen.
Maestros del thriller y de la comedia absurda, los Coen realizan cada cierto tiempo una comedia de tintes surrealistas, como es el caso de Raisin Arizona (1987), sobre el caso de una familia que no puede tener hijos y que decide secuestrar un bebé; El gran Lebowski (1998), sobre un vago de Los Ángeles que un día es confundido con un millonario; o también O Brother, Where Art Thou? (2000), sobre el plan de fuga de tres delincuentes de poca monta.
Un humor excéntrico, personajes extravagantes, situaciones que bordean el surrealismo, resultan características reiteradas en el cine de Wes Anderson, quien desde sus inicios acaparó la atención con la comedia excéntrica Tres es multitud (1998), ambientada en un exclusivo instituto educativo; sobre todo destaca en este género con Los excéntricos Tenembaums (2001), una cómica representación de una familia de genios cuyas glorias son borradas por una serie de traiciones, fracasos y decepciones atribuidas al papá. En años recientes también ha sido el autor de joyas como Un reino bajo la luna (2012) y El gran hotel Budapest (2014).
Por otro lado, el griego Yorgos Lanthimos adquirió fama internacional con su película Canino (2009), una rareza desconcertante y ha seguido por ese camino con otros filmes entre los cuales figura The lobster (2015), una historia de amor ambientada en un mundo distópico en el cual los solteros son arrestados y enviados a un lugar en el que tienen que conseguir pareja o ser transformados en animales.
En su breve aparición en The office (2005), Ricky Gervais lanzó un diálogo imprescindible para entender este tipo de humor: “La comedia es donde la mente va a hacerse cosquillas a sí misma”, dijo. Ante esta declaración y en la recta final de este recuento incluimos otras cintas de humor absurdo (pero inteligente a la vez) que también figuran: Embriagado de amor (2002), de Paul Thomas Anderson; Zombies party (2004), de Edgar Wright; Gato negro, gato blanco (1998) de Emir Kusturica; Un hombre sin pasado (2002), de Aki Kaurismäki; Shaolin soccer (2001), de Stephen Chow; Cómo ser John Malkovich (1999), de Spike Jonze y, también hay que mencionarlas, las películas de la saga de Scary movie.
Algunos pensarán que es simple locura, otros que se trata de la expresión creativa en su estado más puro e, incluso, habrá aquellos que se ciñan a su definición artística; sin embargo, no podemos negar que el humor inteligente del cine de comedias absurdas puede dejarnos un extraño y fascinante sabor de boca.
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