Opinión

Los conflictos internacionales en la nueva normalidad

Los conflictos internacionales en la nueva normalidad

Los conflictos internacionales en la nueva normalidad

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La fragilidad de la paz conseguida con el alto al fuego solicitado por el Secretario General de la ONU para centrar las energías en la contención del COVID19, comienza a llegar a su fin con el regreso a la llamada nueva normalidad.

No es la única mala noticia, pues la nueva normalidad promete ser más sombría que la normalidad antigua. A los viejos problemas se suman los nuevos y la propagación del virus sigue ahí. Ya habíamos tenido una probadita de la perseverancia de los conflictos con la tensión, en plena emergencia sanitaria global, por ejemplo, entre los gobiernos estadunidense e iraní con el asesinato de un militar iraní de alto rango con un dron y sus secuelas, como el ataque a bases estadunidenses en Irak por parte de grupos armados proiraníes, o bien con el lanzamiento del satélite militar Noor a la órbita terrestre con pretendidos usos de comunicación y reconocimiento de acuerdo con Irán, lo cual fue considerado por Estados Unidos como una violación de la ­resolución 2231 (2015) del Consejo de Seguridad de la ONU y al embargo de armas estipulado en dicha resolución. El último episodio de tensión, todavía bajo desarrollo, es el relativo al envío de buques de suministro de combustible a Venezuela.

Resulta que conflictos tan latentes como cruentos, parecen retomar los cauces de la violencia en países como Yemen, Siria, ­Libia, Afganistán, la República Democrática del Congo o el conflicto entre Israel y Palestina, por citar algunos ejemplos. La guerra civil libia ha entrado en su séptimo año sin visos de solución y no es que antes de ello hubiera estado mejor, ya que la promesa de cambio de la primavera árabe en 2010 no hizo sino precipitar la deposición de Muammar Gaddafi en 2011, tras una caótica intervención militar occidental.

En Siria, en donde también las esperanzas de cambio de la primavera árabe concitaron entusiasmo, la situación no ha hecho sino empeorar gradualmente en los nueve años de guerra civil que han azotado al país. En Yemen, el conflicto ha entrado en su sexto año y la situación tampoco permite abrigar esperanzas de cambio. La situación en Afganistán, con casi dos décadas desde la intervención militar ­estadunidense en 2001, continúa siendo un berenjenal sin una evolución positiva más allá del eventual retiro de las tropas norteamericanas, sin haber logrado los cambios estructurales que se pretendían desde un inicio.

En lo que respecta al sempiterno conflicto árabe-israelí, las perspectivas son frustrantes de cara a los esfuerzos de años de negociaciones para instalar la fórmula de dos Estados que coexistan pacíficamente dentro de fronteras claras y delimitadas.

Es cierto que eran muchos los pendientes en esos conflictos, aun antes de la pandemia, pero puede decirse que a pesar de su naturaleza particular y su complejidad específica, tienen en común el ­desarrollo de sendos esfuerzos diplomáticos en la búsqueda de soluciones negociadas que no han logrado cristalizar los objetivos de ­erradicación de la violencia y establecimiento de condiciones permanentes de paz.

El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en su encuesta de 2020 sobre conflictos armados, señala que existen 33 conflictos en curso a lo largo del mundo y sostiene que al menos el 60 por ciento de ellos han estado activos por al menos una década. Lo más preocupante es que los prospectos globales de paz están en declive. Algunas de las razones centrales para explicarlo se refieren a que la ­mayor parte de los conflictos contemporáneos son guerras no declaradas, en las que se dirimen objetivos indefinidos, que implican a múltiples actores, gobiernos extranjeros, grupos armados apoyados desde el extranjero (proxy forces) y métodos encubiertos, sin respeto de la población ­civil y las Convenciones de Ginebra que regulan los conflictos armados, entre otros elementos. (https://www.iiss.org/)

Cabría agregar que tampoco son claros los verdaderos intereses por los que pelean los grupos en pugna más allá del ­dominio y el poder mismos. No son guerras de ­liberación; sólo poder y dinero.

gpuenteo@hotmail.com