Opinión

Los Fósiles de Santa Lucía

Los Fósiles de Santa Lucía

Los Fósiles de Santa Lucía

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

No son 60 ni 100 los mamuts cuyos restos podrían estar en la zona de construcción del aeropuerto de Santa Lucía. La Secretaría de la Defensa Nacional confió que podrían ser hasta 130, lo que constituiría el mayor sitio de esta megafauna en el mundo y sin embargo, ni el Consejo Nacional de Arqueología, ni el INAH, mucho menos la Sedena ni el antropólogo responsable, se atreverán a solicitar la suspensión temporal de las obras aeroportuarias que le urgen al presidente.

La justificación de la Sedena para continuar la construcción de la Terminal Aérea “Felipe Ángeles”, por encima y entre los huesos de los mamuts de la especie Columbus, considerada endémica de la franja Continental, es que justo para eso se firmó un convenio entre el ejército y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a finales del 2019, para trabajar juntos y al mismo tiempo, unos aventando cemento y otros rescatando lo que vaya apareciendo. Tal cual.

Y la justificación del Instituto Nacional de Antropología es todavía más insensata, pero legal. Dice que mientras no se trate de zonas arqueológicas o de restos que demuestren actividades antropológicas, es decir que permitan el conocimiento del hombre y sus prácticas, no están obligados a establecer una zona de excavación formal con limitaciones de obra.

O sea que, como se trata “sólo” de osamentas bastará con removerlas, quitarlas del paso y continuar la obra.

Para lograr sus objetivos de construcción por encima de los de protección del tesoro paleontológico, este gobierno ya busca resolver, a su estilo, dos temas inmediatos:

Uno. Encontrar la manera de negar que en las más de tres mil hectáreas que hoy conforman Santa Lucía se hayan practicado actividades de caza de mamuts aunque son visibles las trampas de tierra creadas por los humanos, pues ello implicaría la necesidad de estudios antropológicos y la declaratoria de zona de excavación, como sucedió el año pasado con las 14 osamentas de mamut localizadas en el municipio de Tultepec, mientras se hacía una obra hidráulica municipal y que obligó a detener las obras para catalogar el hallazgo.

Entonces, para registrar y ennumerar 824 piezas se tardaron 10 meses. Imagínese lo que serán 130 mamuts.

Así que ya se aprestan a argumentar que lao restos de los mega mamíferos localizados a una profundidad de entre 2.5 y 4 metros son un cementerio natural, al estilo de los elefantes que se reúnen para morir.

Pero entonces, tampoco será fácil explicar la dos: la amplia variedad de fósiles que han encontrado los constructores de la Sedena en los 22 frentes de obra a lo largo de 600 hectáreas donde construyen pistas, escuelas, residencias y terminales. Todas ellos, evidencias de fauna del Pleistoceno (de aproximadamente 1.8 millones de años hasta 10,000 años), entre ellos, huesos de mamut (Mammuthus columbi), gonfoterio (Cuvieronius hyodon), bisonte (Bison spp.), caballo o hippidion (Equus) y camello (Camelops hesternus) y claro, de humanos.

Porque nadie puede pasar por alto que es en esa región donde en 1947 se suscitó el descubrimiento de los huesos del segundo humano más antiguo de la tierra; el Hombre de Tepexpan, con entre 6 mil y 11 mil años de antigüedad, según los distintos estudios, y que hasta 50 años después de haber sido descubierto pudo confirmarse que además, es mujer.

Ni una sola duda pues, de que en la zona se requiere una visión antropológica y la suspensión inmediata de las obras.

De hecho, la primera conclusión hecha por el investigador Helmut de Terra -quien halló el esqueleto humano de Tepexpan en el lecho seco del antiguo lago de Texcoco- fue que se trataba de restos prehistóricos de por lo menos 10 mil años años de antigüedad dado que se encontró junto a fragmentos de huesos de mamut. Hablamos de los 10 mil años comprobados por la ciencia, no de aquellos 10 mil años que alguna vez Andrés Manuel López Obrador dijo que era la edad de México y de la UNAM.

Pese a las pruebas contundentes que exigen la suspensión inmediata de obra del aeropuerto de Santa Lucia para el estudio, clasificación, registro, notificación y divulgación científica del hallazgo, la decisión está en manos de un hombre más bien controvertido en el ámbito de la arqueología nacional.

El responsable de protección del patrimonio, del rescate de los tesoros que puedan hallarse en Santa Lucía es Coordinador Nacional del INAH, Pedro Francisco Sánches Nava, presidente también del Consejo Nacional de Arqueología a quien la localización de 60 osamentas de mamut en los campos militares de Santa Lucía no le parecieron ameritar una nota, un comunicado público, ni una tarjeta informativa. La información surgió en las redes sociales, en particular en el Facebook de la actual titular de la Procuraduría Social, Patricia Ruiz Anchondo.

Sánches tampoco cree que deba suspenderse la construcción de un aeropuerto a pesar del valor que puedan significar 130 osamentas de mamuts en un solo sitio, pero no es de extrañar la postura de este controvertido profesional que en el 2013 causó polémica entre la comunidad astrológica y arqueológica, cuando menospreció el talento matemático y astrológico de la cultura Maya en un estudio realizado con su colega esloveno Iván Sprajc.

Ambos, intentaron “desmontar” el mito del “descenso de Kukulcán” por las escalinatas de El Castillo en Chichen Itza afirmando que “no hay evidencias contundentes de que los edificios mesoamericanos fueran orientados hacia las posiciones del sol en los equinoccios astronómicos” y por tanto, no hay ninguna energía positiva en el juego de luz y sombras de ese templo.

Otro profesional que en el afán de acercarse a las luminarias de la voluntad presidencial condena la ciencia al camino oscuro, como lo ha hecho Hugo López Gatell.

Twitter: @Ethelriq
ethelriquelme@usb.edu.mx