Opinión

Los maléficos

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Si no quieres que se sepa, ni lo pienses. El espionaje es el juego que todos los gobiernos juegan. Capitalistas, comunistas, socialistas o morenistas. Gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías ese juego se ha extendido a la iniciativa privada y un montón de empresas en el planeta contratan los servicios de espías como parte de sus estrategias comerciales. Las grandes bandas del crimen organizado no se quedan atrás. Es una práctica extendida y creciente.

Las democracias más robustas tienen los mejores sistemas de espionaje. La DEA y la CIA espían en México desde los años de la Guerra Fría y lo siguen haciendo. Los regímenes autoritarios, China, Rusia, Cuba, son espías de ligas mayores. Los espías mexicanos están muy lejos de ese nivel. Son de segunda o tercera división, no por falta de artilugios para escudriñar la vida de los otros, que eso con dinero se resuelve, sino por la carencia de un plan sobre qué hacer con la información obtenida. ¿Para qué sirven los datos que se captan en escuchas ilegales, o legales?

La información es poder, eso es cierto, siempre y cuando se tome en serio, porque si se trata de un cachondeo frívolo solo sirve para chismosear en las sobre mesas y enredarse a la hora de las explicaciones. A mí me preocuparía mucho que la actual administración no estuviera espiando. La Seguridad Nacional enfrenta riesgos enormes. Claro que nadie en las mañaneras lo reconocerá, pero las fuerzas armadas, las policías y desde luego los órganos formales de inteligencia espían las 24 horas al día y está bien que lo hagan.

El problema real del escándalo de espionaje que ha acaparado la atención de la prensa en la semana es que estamos ante un mega operativo de espionaje torpe, como de cuarentones jugando a los espías, que al gobierno anterior no lo sirvió para nada. Para nada. Perdió las elecciones de manera categórica, no pudo detener el crecimiento de los carteles de la droga, la delincuencia dedicada al secuestro y al chantaje siguió operando incluso desde la cárcel y la mayoría de los funcionarios del sexenio pasado están agazapados, aguardando que se acabe el actual gobierno y se olviden de ellos.

Los principales casos de sangre, como el de Ayotzinapa no solo no se resolvieron, sino que el gobierno federal pagó toda la factura política. Vuelvo a la pregunta: ¿para qué le sirvió espiar a todo mundo? La única persona que parece relajada es el ex presidente porque acaso tiene un blindaje formado por la información obtenida por medio del espionaje, pero la verdad nadie puede asegurar que el señor de las fotos viviendo la vida loca no padezca insomnio y ansiedad.

El espionaje no es tema en retirada, al contrario. El espionaje será dentro de poco una práctica común entre los ciudadanos, ya que los teléfonos inteligentes son la joya de los espías. El ingenioso método Pegasus se replicará en otras marcas.

El gobierno mexicano espía de manera sistemática desde que la Revolución se institucionalizó, pero a ningún grupo de espías se les hubiera ocurrido bautizar a la lista de objetivos a seguir como “Los maléficos”. Hacerlo muestra una total falta de profesionalismo, como un junior insolente manejando a toda velocidad el poderoso auto del padre. La cuestión es hacer algo útil con la información obtenida y no dejarla manos de espías obsesionados con el Disney Channel.