Opinión

Los morenos, los otros

(La Crónica de Hoy)

Estamos ante un momento histórico para reconocer, cuestionarnos y luchar para erradicar nuestro racismo y clasismo. Las pasadas elecciones mexicanas levantaron el tufo de la cloaca donde pretendíamos esconder nuestros males más arraigados. Se abrió de par en par en las conversaciones tanto en los cafés, los bares, la casa, la oficina, la escuela, como en los espacios sociodigitales, Twitter, Facebook, Instagram, Whatsapp. 

México hoy apesta a racismo y clasismo. Ya es hora de hablar más de ello. De exponerlo. De comenzar una transición que permita eliminarlo. No tiene nada de gracioso un meme con el mensaje de: “¡Ni te ilusiones, el Peje no te va a quitar lo naco, lo pobre, ni lo pendejo!” No, no es políticamente incorrecto. Es estúpido. Es clasista. Es reforzar  la desigualdad pretendiendo usar el “humor” para ocultarlo.

Cuando Andrés Manuel López Obrador arrasó en las elecciones, algunas personas en contra de su triunfo,  escribieron mensajes  insultantes para los que votaron por él. Trataron de describir que quienes ganaron son los otros. Los nacos, los prietos, los feos, los jodidos, los huevones,  los ignorantes. No ellos. Los cultos, los blancos, los guapos, los “preparados” educativamente.

El clasismo y racismo están correlacionados.  Son dinámicas que reproducen poder y opresión. Exaltan lo que supuestamente está relacionado con una raza y con una clase. Los pobres son pobres, porque quieren. Porque nunca le echan ganas suficientes. Porque son huevones. Estos enunciados ocultan el entramado de relaciones sociopolíticas para que exista la desigualdad.

En el país se asocia directamente el color de piel con el estrato socioeconómico. Piel más clara o rasgos caucásicos, mayor estatus socioeconómico; piel más oscura o rasgos indígenas, menor estatus socioeconómico.  Y esta asociación es  generalmente real, según el Inegi y diversos estudios. Existe porque la raza o clase que se encuentra mucho más vulnerable, es la que tiene menos oportunidades, recibe menos servicios públicos,  se le discrimina, se le castiga, se le juzga, divide y hasta se criminaliza.

El caso más claro fue el de  Pedro Carrizales Becerra, El Mijis, candidato de Morena que ganó como diputado en San Luis Potosí. Por su aspecto físico y su forma de vestir se le discriminó y juzgó en las redes sociales. Algunas personas estaban indignadas porque un “cholo delincuente”, “un ñero”, “un naco tatuado” fuera diputado electo.  Porque, claro, para la cultura dominante, los cholos sólo pueden ser vistos en fotografías en blanco y negro expuestas en museos, los ñeros se llaman Brayan y los tatuajes sólo se ven bien en los rockeros guapos y blancos o en las Suicide Girls.

El Mijis que se ha autonombrado “chavo banda” desde hace 16 años se unió a una agrupación denominada Movimiento Popular Juvenil y desde hace tres años, lidera su propia organización que busca erradicar la discriminación y mejorar las condiciones sociales para los “chavos banda”. Recorrió en bicicleta varios estados de la República para entregar peticiones en los Congresos locales para dejar de criminalizar a estos jóvenes.

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Al parecer, El Mijis representa mejor  a su electorado que muchos otros candidatos. Conoce las problemáticas de su población local y ha trabajado para solucionarlo. Y obviamente, ahora estamos preocupados porque en el Congreso no lo vayan a malear.

Quitarnos el bichito del racismo-clasismo que traemos implantado desde que somos pequeños es difícil. Es una tarea ardua. Es una lucha diaria. Pero es la única forma para construir una sociedad más democrática, plural, abierta y libre. Así como hay grupos de apoyo para dejar el alcohol, el tabaco y otras drogas, propongo uno para desintoxicarnos del clasismo y racismo. Son igual de perjudiciales para vivir.

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