En el marco de la COP13 de biodiversidad en Cancún, el presidente Peña Nieto presenta decretos que establecen cuatro nuevas áreas naturales protegidas (ANP) y cinco zonas de salvaguarda en territorio mexicano. ¡Enhorabuena! Aunque llena de preocupaciones porque, ¿cómo asegurar la salvaguarda de 65 millones de hectáreas de ANP cuando el presupuesto ambiental continúa a la baja? Entre 2015 y 2017 habrá disminuido prácticamente ¡a la mitad!

Muchos ambientalistas se quejan entonces de este doble discurso, que presume grandes compromisos en los foros internacionales mientras continúa empobreciendo capacidades nacionales. La cuestión es que el mundo marcha por el poder del dinero y los intereses económicos; por eso los avances en defensa de la integridad de ambiente y los ecosistemas—derecho humano fundamental— son tan limitados e insuficientes.

Así, los defensores de la integridad del ambiente y los ecosistemas nos hemos acostumbrado adistinguir entre lo deseable y lo posible, para aprovechar las sendas de lo posible, que es lo único que nos permite avanzar. Infortunadamente, lo posible es totalmente insuficiente; el cambio climático ya no lo paramos, solo podremos, quizás, mitigarlo por debajo de los +3 Centígrados; la pérdida de biodiversidad antropogénica, que configura la sexta gran extinción en la historia de la vida en la Tierra, tampoco la paramos, solo continuamos explorando acuerdos internacionales multilaterales que nos permitan mitigarla (la COP13 es para eso, ¿verdad?). Y así podríamos continuar pasando revista a todos los desastres que Homo sapiens (¿sapiens?) ha causado en la biosfera: transgresión de umbrales planetarios en los ciclos biogeoquímicos del nitrógeno y del fósforo; estrés hídrico extremo en disponibilidades de agua dulce; acidificación de los océanos; pérdida del 60% de la cobertura vegetal original; rebase a capacidades metabólicas de los ecosistemas para reciclar residuos sólidos, orgánicos, plásticos y químicos contaminantes; así comoagujeros en la capa de ozono.

Por eso muchos dicen que el «planeta se va a acabar», que ¡hay que salvar el planeta! No, el planeta no se acaba, la vida sigue y va a seguir, pero quizás sin nosotros. Lo que se acaba es el estado de la biosfera durante el Pleistoceno y el Holoceno, contexto de ecosistemas y biodiversidad del cual somos descendientes y dependientes. Ahora,Homo sapiens, con una civilización industrial fundada en combustibles fósiles, ha configurado el Antropoceno, nueva época marcada por la transgresión antrópica, a escala planetaria, de procesos de la biosfera, lo cual es como patear la cuna y romperle las patas para que caiga hecha pedazos…

En todo caso, los decretos de ANP en Pacífico mexicano profundo e Islas Revillagigedo (57.8 millones de hectáreas), islas del Pacífico frente a Baja California Sur (1.2 millones de hectáreas), Caribe mexicano (5.7 millones de hectáreas) y Sierra de Tamaulipas (0.3 millones de hectáreas), constituyen un compromiso público e internacional del Estado mexicano del cual tendrá que rendir cuentas. Y para eso están las organizaciones de la sociedad civil (OSC) defensoras del medio ambiente y los derechos humanos, para vigilar, presionar y contribuir a que las salvaguardas se cumplan. Con estos decretos, México cumple, con un 23%, la meta 11 de Aichi en materia de ANP marinas y costeras, que establece al menos un 10% de ANP para el 2020 (tenemos 13% más); en cuanto a las terrestres, que Aichi indica al menos un 17%, México ya acumula poco más del 13% (le faltan 4%)

Luego de anunciar estos decretos para las nuevas ANP, el presidente visitó la selva Lacandona, estación de investigación y estudios de Chajul, donde Julia Carabias y Javier de la Maza(quienes encabezan Natura y Ecosistemas Mexicanos, A.C.), lograron hacer ver al presidente qué es la selva alta perennifolia mexicana en la Reserva de Montes Azules, Chiapas. ¿Habrán logrado tocar las fibras sensibles del presidente, en relación con el significado de la biodiversidad y las razones para proteger los ecosistemas que son el soporte de la vida? Pronto lo sabremos, de acuerdo con el grado de atención del Ejecutivo Federal para la preservación de este patrimonio natural de los mexicanos. Por ahora, instruyó a titulares de las Secretarías de Energía, de Economía y de Sedatu, así como de la Comisión de Pueblos Indígenas (www.gob.mx/presidencia/) para: evitar la regularización de asentamientos irregulares, a efecto de garantizar que se mantenga como zona natural protegida; garantizar que en la región no se realicen exploraciones o explotaciones de hidrocarburos o mineras; facilitar a los habitantes de esta zona modelos de desarrollo y producción alternativos; garantizar la continuidad del pago por servicios ambientales, a pesar del ajuste presupuestal 2017; y confirmar que no se construirán presas en el río Usumacinta. ¡Buenas noticias!

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Coordinador Editorial del Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente.

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