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Más estudios que ayudan a moldear los programas de vacunación, un texto de Gerardo Gamba

Un análisis que muestra la conducta que se ha tenido hasta el momento sobre la vacunación en individuos que ya tuvieron COVID

Más estudios que ayudan a moldear los programas de vacunación, un texto de Gerardo Gamba

Más estudios que ayudan a moldear los programas de vacunación, un texto de Gerardo Gamba

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Los programas de vacunación se están construyendo sobre la marcha. Todo ha sucedido tan rápido que existen muchas preguntas para las que las respuestas apenas se están construyendo. Es importante por lo tanto que los programas de vacunación observen lo que está sucediendo en el ámbito científico, para que las políticas de vacunación tomen en cuenta evidencias científicas para moldearlas. En mi editorial de la semana pasada comenté los resultados de varios estudios que sugieren que la vacunación con la primera dosis de Pfizer es probable que induzca suficiente respuesta inmune como para poder diferir la administración de la segunda dosis a un lapso mayor de tiempo y así, más gente en los próximos meses podría recibir la primera dosis. También los resultados con la vacuna de AztraZeneca sugirieron esta posibilidad.

Dos estudios publicados la semana pasada podrían también modificar la conducta que se ha tenido hasta el momento sobre la vacunación en individuos que ya tuvieron COVID. Son estudios aun con un bajo número de individuos, pero si esto se reproduce en diversos estudios podría ser muy útil para poder vacunar a más gentes. Básicamente lo que muestran estos estudios es que quien ya tuvo COVID tiene una respuesta muy buena a la primera dosis de vacunación, que hace suponer que no requieren de la segunda dosis, o al menos no, en varias semanas o meses.

El primero es una carta en el Journal of the American Medical Association (JAMA) publicada el primero de marzo. Es un estudio hecho en personal de la salud del centro médico de la Universidad de Maryland. Se conformaron tres grupos. 1. Sujetos sin evidencia de haber tenido COVID-19 y con anticuerpos negativos (control). 2. Sujetos con anticuerpos contra SARS-CoV-2, pero que no tenían historia de haber tenido la enfermedad (asintomáticos). 3. Sujetos con anticuerpos contra SARS-CoV-2 y con historia clínica de haber tenido COVID (sintomáticos). De los 3,816 trabajadores de la salud en este centro, 151 fueron contactados al azar para invitarlos al estudio y de estos 59 ingresaron voluntariamente. En todos los casos fueron vacunados entre diciembre y enero con vacuna de RNA y se les tomó muestra de suero en el día de la vacunación (día 0) y luego, a los 7 y 14 días después para la determinación de anticuerpos contra SARS-CoV-2.

Se incluyeron 17 sujetos en el grupo control, 16 en el grupo de asintomáticos y 26 en el grupo de sintomáticos. En la medición que hicieron de anticuerpos (no es importante aquí entender a que se refiere, sino solo ver los números) los del grupo control a los 0, 7 y 14 días de la vacuna tuvieron <50, <50 y 924, respectivamente. En contraste, los asintomáticos tuvieron 208, 29,364 y 34,033 y los sintomáticos tuvieron 302, 32,301 y 35,460. Así mismo, a los 0 y 14 días la neutralización del virus con el plasma de los sujetos fue de <20 y 80 en el grupo control, de 80 y 40,960 en el grupo de asintomáticos y de 320 y 40,960 en el de sintomáticos. El estudio muestra claramente que la respuesta a una sola dosis de la vacuna es muy superior en quienes ya tuvieron COVID, hayan o no tenido síntomas.

El segundo estudio es parecido, también es una carta y se publicó en The Lancet el 2 de marzo. En este caso se estudiaron 72 trabajadores de la salud del Imperial Collage de Londres que fueron vacunados entre el 23 y 31 de diciembre, con la vacuna de RNA de Pfizer. Se estudiaron los anticuerpos y la inmunidad celular contra SARS-CoV-2 al momento de la vacuna y 21 días después, cuando acudieron a recibir la segunda dosis. En 21 sujetos se encontró evidencia de infección previa por SARS-CoV-2, ya fuera por anticuerpos o por inmunidad celular y en 51, no se encontró evidencia de enfermedad previa. No es necesario describir los resultados con detalle. Como en el anterior, la generación de anticuerpos y de inmunidad celular contra SARS-CoV-2 fue muchas veces mayor en los 21 sujetos con evidencia previa de haber tenido COVID, que en los que no lo habían tenido.

Estos trabajos deben tomarse como preliminares porque tienen pocos sujetos, aunque son prometedores porque los resultados son similares y contundentes. Pero en medicina es muy importante que los resultados se vayan replicando en diversos lugares para asegurar la universalidad del efecto. De seguir obteniendo estos datos en nuevos estudios y con más pacientes, esto pondría en claro que en quienes ya tuvieron COVID es probable que una sola dosis de vacuna sea suficiente. Dado que al momento se han reportado más de 115 millones de casos, eso significa que si la política fuera solo una dosis y no dos, en vez de utilizar 230 millones de dosis, solo se requerirían de 115 millones de dosis para inmunizar a quienes ya tuvieron COVID.

Hablando de vacunas, en otra noticia científica, se suma la vacuna de Johnson y Johnson a la lucha contra COVID. La FDA en Estados Unidos autorizó su utilización de emergencia para la prevención de COVID. Es la primera vacuna autorizada de una sola dosis y puede mantenerse estable a -20oC (como el congelador en casa). Los resultados preliminares aún no publicados, pero que han circulado en redes sociales, muestran que esta vacuna es muy eficiente para prevenir los casos graves y al parecer, a los 60 días de aplicada alcanza la efectividad mayor al 90 %. Habrá que esperar a que se publiquen los resultados en forma oficial y después de la revisión por pares, pero el hecho de que la FDA ya autorizó la vacuna sugiere que los datos a los que ellos tienen acceso, quizá aun confidenciales, sustentan la efectividad de la vacuna. Lo único malo es que hasta donde sé, no hay arreglos todavía para que esta vacuna llegue a México.