Opinión

México está de pie

México está de pie

México está de pie

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
CODO A CODO             Primero, en 1957, un terremoto sorprende a los capitalinos y cae el símbolo de la independencia de México, El Ángel, monumento derribado por el fuerte movimiento; en 1985, un terrible terremoto que afecta principalmente a la Ciudad de México con destrucción de cientos de edificios, provoca miles de muertos y damnificados y sorprende a la población y a las autoridades en una tragedia sin antecedentes; ahora el 7 de septiembre del 2017, Chiapas y Oaxaca reciben la fuerza del movimiento telúrico que siembra destrucción de viviendas y desolación en la población; y el pasado 19 de septiembre, un nuevo movimiento afecta a Puebla, Morelos y la Ciudad de México, dejando viviendas, edificios colapsados, destruidos y arrojando cientos de muertos. Esta mañana dominical del 24 de septiembre el reporte es:  MÉXICO ESTÁ DE PIE.

El temblor ha generado una actitud general de solidaridad y  unión ante la tragedia; un nuevo contacto fraternal entre las Fuerzas Armadas y la población a la que protegen. Hay 24 mil efectivos en todo el territorio nacional, entre soldados, marinos, policías federales, bomberos y rescatistas trabajando ya sea en los inmuebles colapsados o en las tareas de remoción de escombros o formando perímetros de seguridad. La reacción inmediata de las Fuerzas Armadas y del Gobierno fue la diferencia con respecto a lo que ocurrió en otras ocasiones; ahora soldados, marinos, grupos de rescate especializados y miles de jóvenes y ciudadanos trabajan codo a codo, sumando otra diferencia, la ayuda internacional. Hoy están aquí brigadas de más de una docena de países amigos trabajando con aproximadamente 400 especialistas, muchos de ellos con equipos de última generación y gran experiencia en el rescate de víctimas.

SOLIDARIDAD Y GENEROSIDAD

Ya está sobre la mesa la cifra de fallecidos, rescatados y heridos, de los edificios colapsados, de los hogares destruidos. Es información sustantiva y hay que darla, es parte medular del oficio. Pero también emergieron comportamientos, actitudes, que no se pueden englobar en una cifra. Me refiero a la solidaridad, la generosidad, la valentía, que desde el momento del sismo se han apoderado de las calles.

Suele decirse que los valores en nuestro país van en retirada, que sólo se imponen conductas como la deshonestidad o la mezquindad. Se tacha a la generación de mexicanos menores de 30 años, conocidos como Millenials, de sólo pensar en ellos y darle la espalda a la sociedad. Es una verdad a medias, relativa. La noticia de la muerte de los valores sociales era ligeramente exagerada, como dice el clásico del oficio.

Los últimos días han demostrado que son juicios por fortuna equivocados e injustos. Claro que la mexicana sigue siendo una comunidad de valores, el amor a la familia, la empatía con el prójimo en momentos de emergencia, el arrojo, no tienen parangón. Se ha dado una demostración de solidaridad que le ha dado la vuelta al mundo, ahí están el acopio de víveres y medicinas, el apoyo para los alberges, los deseos de participar y colaborar en bien de los demás que se expresa a lo largo y ancho del territorio nacional, incluso sumando a los mexicanos residentes en el extranjero. México y los mexicanos nos hemos demostrado que somos un pueblo generoso y que ante la tragedia podemos unirnos sin distinciones.

Los trabajos de rescate son, por su naturaleza, un compendio de emociones. De alegría suprema de encontrar a alguien con vida, a la solemnidad del momento en que se recupera un cuerpo sin vida. Jornadas de trabajo de 24 horas que no conocen la tregua. Los que se forman en fila para ayudar a retirar escombros; los que elaboraban comida y distribuían agua entre los rescatistas. La energía que se desplegó a lo largo de la semana por las calles de la ciudad, especialmente de los jóvenes, erizaba la piel. Se informaba de grupos de rescatistas y voluntarios entonando el “Cielito Lindo” o el mismo Himno Nacional, los unía la alegría de un rescate o la tristeza de encontrar un cadáver. La pregunta es cómo conducir esa energía positiva para transformarnos en una mejor comunidad, más igualitaria, menos injusta, más segura, menos áspera, todos los días, no solamente ante condiciones extremas.

Una vez que las tareas de rescate de víctimas de los escombros toca a su fin y se emprenden las tareas de reconstrucción, que serán prolongadas,  costosas y con un alto riesgo político, se puede afirmar que saldremos adelante de esta prueba tan difícil, como lo hemos hecho en el pasado, sin dejar de reconocer que también fue el principio de una nueva actitud con respecto a la prevención que fue probada con éxito.

LOS PARTIDOS Y SUS PRERROGATIVAS

Lo que no se compone, lo que parece que no tiene remedio es la relación entre los ciudadanos y la clase política. Varios políticos de diferente rango han sido agredidos por la población. El caso más llamativo es el del delegado en Xochimilco que fue corrido literalmente a patadas de una comunidad cercana a San Gregorio. Parece por momentos que esa distancia crece y es irreversible. Acaso por eso, para intentar quedar mejor perfilados una vez que pase la emergencia, dirigentes de diversos partidos políticos se han enfrascado en una competencia por demás extraña: ver quién se reduce más prerrogativas para darlas a las tareas de reconstrucción. Uno por ahí dijo 20 por ciento, otro 25 por ciento, uno más 50 por ciento.

Los dirigentes del llamado Frente Ciudadano fueron por todas las canicas y propusieron destinar el 100 por ciento. O sea concluir la etapa de financiamiento público de los partidos, que tiene fundamentos constitucionales, y dejar que cada partido se rasque con sus propias uñas, lo que supondría un cambio cualitativo en las reglas del juego político en el país. Es tema para otro comentario, lo recupero en éste porque se da en el entorno de los efectos del sismo que coincide con el inicio de la campaña presidencial del 2018. Una vez que amaine el polvo de los edificios colapsados regresará la lucha política y el primer tema de la agenda será el dinero de las prerrogativas. ¿Eso los acercará a la gente? Acaso un poco, pero se percibe su desesperación de lavarse las caras y comenzar la guerra con la cara más limpia que el rival. No hay que olvidar que el eje de la campaña será la corrupción.

Lo que viene será la reconstrucción y la atención a los que perdieron su vivienda o su patrimonio, la simulación política o las falsas banderas con intenciones electorales seguramente serán rechazadas por la sociedad. La energía de miles y miles de jóvenes y ciudadanos que en una movilización solidaria dejaron testimonio de un movimiento cívico sin precedentes, queda como prueba de la auténtica fuerza social.