Cultura

Minucias del lenguaje es un libro de cabecera, asegura Adolfo Castañón

REEDITA AL AML EL LIBRO DE VICTORIANO SALADO ÁLVAREZ

Minucias del lenguaje es un libro de cabecera, asegura Adolfo Castañón

Minucias del lenguaje es un libro de cabecera, asegura Adolfo Castañón

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

México no es un país, es un continente, y tiene varias regiones con una gran diversidad, lo cual ha provocado que haya un lenguaje mexicano que, para hacerse comprensible, tiene que ser sencillo, expresó el poeta Adolfo Castañón a propósito de la nueva edición que la Academia Mexicana de la Lengua hizo sobre la obra Minucias del lenguaje de Victoriano Salado Álvarez.

“La tradición de la claridad es enormemente saludable, pero al mismo tiempo, políticamente necesario. En ese sentido, el lenguaje natural de tertulia, de al pan, pan, al vino, vino y a la tortilla, tortilla, forma parte de la identidad mexicana”.

No obstante, destacó que el lenguaje está en movimiento y ese es el gran chiste de la filología, el arte de estar mirando las palabras y no metiéndose a jugar con ella, sino observando su evolución, tarea que hizo Victoriano Salado Álvarez en la columna Minucias del lenguaje que escribió para el periódico Excélsior entre 1925 y 1931, en la que realizaba una especie de “microbiografías” de palabras como: petaca, jonuco, tepuzque, lépero, mecos, paliacate, molinillo, mamarrachos, chirriones y gringos.

En 1957 la Secretaría de Educación Pública reunió estas minucias y las publicó; pero esta nueva edición incorpora por lo menos 36 minucias nuevas que se encontraban en el archivo de Victoriano Salado Álvarez de la UNAM y el discurso de ingreso de Salado Álvarez: México Peregrino”.

“Minucias del lenguaje es un libro de cabecera, uno de esos libros que se leen antes de dormir y dar un paseo por la época del descubrimiento de América, en el que don Victoriano se pregunta si el maíz es europeo o americano; o en la época del siglo XIX en relación a la cultura del pan; o en las muchas otras palabras que están aquí expresadas”.

No hay que ocultar que aunque el libro tiene vigencia y gracia estética, añadió, estas reflexiones filológicas, lexicográficas e históricas sobre el español mexicano fueron escritas a principios del siglo XX y finales del XIX, por lo que puede haber algunas ideas lingüísticas que ya han sido superadas de alguna manera, pero que “la información que tiene es tan rica y oportuna que podemos pensar que es un libro perdurable”.

Asimismo, México peregrino cuenta la historia de los hispanismos incrustados en el inglés de la frontera de Estados Unidos, pero para hacerlo, realizó toda una historia de la lengua. En total tenemos unas 490 páginas, pero es un libro ligero en el sentido que es una lectura muy amable ya que resulta que Victoriano era un gran escritor, historiador, filólogo, periodista y conversador. Un hombre de tertulia”.

“Don Victoriano nació en 1867 y murió en 1931, ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua como miembro correspondiente en 11 de noviembre de 1901, a los 34 años; fue designado como miembro de número el 7 de septiembre de 1923, a los 44; y fue el segundo ocupante de la silla décima”.

Por otra parte, añadió, tuvo dos ramas muy marcadas en su currículum: fue un novelista que hizo una recapitulación de la historia nacional en el siglo XIX y que emula, de alguna manera, a Benito Pérez Galdós y; fue el escritor de estos divertimentos o calas filológicas, así como de cuentos, artículos, etcétera. Además, fue diplomático, diputado y, sobre todo, un gran conversador”.

“El seudónimo que ocupaba, “Hablistán”, era una manera burlesca de referirse a sí mismo, ya que es una palabra antigua que tiene que ver con el hablador, lo cual nos lleva a una acotación que es que Don Victoriano quería estar muy cerca de la oralidad, muy cerca del habla”.

No obstante, es curioso cómo él usa este seudónimo ya que, por una parte firmaba como Victoriano y por otra con seudónimos, pero para recoger lo que las gentes han dicho sobre sus artículos o lo que él mismo ha pensado; de cierta forma polemizar consigo mismo o transmitir las inquietudes del público a través de esos seudónimos”.