El próximo jueves 9 de enero se cumplen 16 años del fallecimiento del maestro Norberto Bobbio, del filósofo de la duda y del diálogo, quien desarrolló una teoría de la democracia y una concepción de la práctica política para esta forma de gobierno. Un pensador que, a diferencia de quienes se sienten sabedores de todo, sometía a una crítica sistemática la realidad circundante para establecer los parámetros de un compromiso de convivencia civil adecuado a las sociedades complejas y pluralistas de nuestro tiempo. Sus lecciones éticas y políticas vienen al caso frente a los conflictos armados que se observan en el horizonte.

El asesinato del general iraní Qassem Soleimani, con drones del pentágono, coloca en riesgo la paz en Oriente Medio, desde Arabia Saudita hasta Afganistán, desde Israel hasta Siria, donde rivalizan los intereses del Irán de Alí Khamenei, de la Turquía de Tayyip Erdogan, de la Rusia de Vladimir Putin y de los Estados Unidos de Donald Trump, en un delicado escenario en el que confluyen líderes religiosos, poderosos armamentos, grandes recursos naturales y aliados estratégicos. Aparecen complejos conflictos sobre la determinación de estos rivales por imponerse. La rabia de Hezbollah por la muerte de Soleimani buscará transformarse en venganza, anunciando el inicio de nuevas confrontaciones.

En tal escenario, las reflexiones del profesor Norberto Bobbio a propósito de El Problema de la Guerra y las Vías de la Paz” (Bolonia, Il Mulino, 1979) y El Tercero Ausente. Ensayos y Discursos sobre la Paz y la Guerra (Turín, Sonda, 1989), así como el debate sostenido con el pensador norteamericano Michael Walzer sobre su obra: Guerras Justas e Injustas (Nueva York, Basic Books, 1997), resultan de actualidad para comprender el momento que vivimos. Bobbio considera que a pesar de la existencia de una filosofía de la guerra, también es posible constatar la inexistencia de una filosofía de la paz. A lo largo del tiempo aparecieron textos sobre la guerra, sobre su legalidad o ilegalidad, sobre su pretendida o ­real justicia, pero sobre la paz en positivo —y no como simple ausencia de guerra— existen pocas reflexiones.

El filósofo italiano afirma que una de las paradojas contemporáneas es la contraposición entre la convicción de que la guerra no sólo es posible, sino que es también necesaria. El crecimiento del poder de las armas hace inevitable la paz, pero al mismo tiempo, ese poder continúa acrentándose como si el único modo posible para resolver los grandes conflictos entre estados soberanos, en ausencia de un poder común sobre ellos, fuera la guerra, la cual no deja de ser una prueba detestable para el intelecto humano que ofrece distintas vías para su legitimación o descalificación.

Por ello, la capacidad de los estados para iniciar hostilidades, puede ser concebida como razón necesaria, pero no suficiente, para calificar una guerra como justa, pues incluso los dictadores más detestables o los líderes religiosos más fanáticos invocan la justicia de sus aventuras guerreras en nombre de un pueblo sometido o de un Dios cualquiera que ofrece la esperanza del paraíso. De este modo, es necesario recordar las lecciones del maestro Norberto Bobbio, sobre todo ahora que está en juego, una vez más, la elección entre aquello que es ajeno a la razón, es decir, la guerra, y aquello que responde a las esperanzas del corazón de las personas de buena voluntad, es decir, la paz.

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