Metrópoli

Olvidado, dañado y en remate, el mítico Condominio Insurgentes

Fue famoso en los años 60; muchas familias querían vivir ahí por contar con helipuerto, comercios y despachos; algo similar a las grandes plazas de hoy

Fue famoso en los años 60; muchas familias querían vivir ahí por contar con helipuerto, comercios y despachos; algo similar a las grandes plazas de hoy

Olvidado, dañado y en remate, el mítico Condominio Insurgentes

Olvidado, dañado y en remate, el mítico Condominio Insurgentes

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El Condominio Insurgentes, ubicado sobre la avenida del mismo nombre en la colonia Roma, alcaldía Cuauhtémoc, famoso en los años 60 por ser uno de los lugares más emblemáticos para vivir en la Ciudad de México, hoy está olvidado, con daños en su estructura por los sismos del 85 y los de septiembre de 2017.

Además de tener un helipuerto en el techo, el sitio fue el hogar de personalidades de la época, entre ellos Abraham Polo Uscanga y Enrique de la Mora, quien también diseñó el proyecto.

Considerado una pieza arquitectónica innovadora en su época, con 17 pisos, elevadores y por ser uno de los primeros sitios residenciales que contaba con comercios como restaurantes, bares, tiendas de autoservicio,  y hasta la zapatería Canadá, actualmente sigue albergando familias, aunque son evidentes los daños que presenta: ventanas rotas, paredes cuarteadas, espacios abandonados…

Los habitantes dicen que después del sismo del 85 perdió su encanto; el temor de que el edificio colapsara, comenzó a ahuyentar a los habitantes. Desde ahí los departamentos se vaciaron.

Muchos comercios cerraron, y los pocos que se mantuvieron, se olvidaron del mantenimiento.

En 2012, específicamente el 20 de marzo, un terremoto de 6.8 con epicentro en Oaxaca, dañó ventanas y los habitantes temieron de nuevo un daño a los cimientos.

En aquella ocasión el Invea colocó sellos de suspensión provisional sin dar una explicación sobre si el condominio se encontraba dañado.

Fue un mes después que los habitantes pudieron retirar los sellos, pero muchos de ellos prefirieron dejar el lugar, puesto que no confiaban en las autoridades.

Carlos Mondragón heredó de forma metafórica uno de los departamentos donde su padre vivió muchos años.

“Mi papá lo compró en el 76, decía que era un lugar fifí como dicen ahora, pero en el 85 con el sismo, especialmente los pisos de arriba, los dejaron. En el 2012 ya me tocó a mí y se sintió horrible y ya ni te cuento el del 19 de septiembre del 2017, ahí fue cuando los pocos vecinos que quedamos nos organizamos para pedir revisión; hasta eso, no sufrió daños en la estructura, sólo superficiales”, explicó el habitante del Condominio Insurgentes.

Fue en 2017 cuando se pintó de color anaranjado con negro, pues el gris que tenía desde su construcción provocaba que los que peatones que transitaban por ahí creyeran que era un edificio abandonado.

Se intentó rescatar los comercios, pero muchos han cerrado debido a que el condominio ya no es un lugar rentable según los comerciantes. Incluso una parte del mítico edificio está en venta, “lo están remantando”.

“Este bar se mantiene sólo por la cerveza; han puesto antros, salas de pista, como cuando empezó este lugar, pero no pegan y los dejan ahí, y entre que los grafitean y dejan basura, pues no ayuda”, comentó Julio, trabajador del Árca de Tatoo, ubicado en la planta baja del edificio.

Por muchos años los vecinos han tratado de recuperar la historia del edificio, pero debido a la gran cantidad de espacios vacíos o en abandono, simplemente no alcanza para que sean recuperados; además muchos pisos se encuentran en venta desde hace más de 10 años y hasta el día de hoy ha sido imposible mantener el lugar.

“Este edificio se mantiene de algunas rentas, de los locales en la parte de abajo y de la publicidad que pagan en la parte frontal del condominio, pero aun así no alcanza para dejar este lugar como en sus buenas épocas”, explicó la residente Flor Mercado.

HISTORIA. La vida de este edificio comienza el 25 de julio de 1956, día en la que obtuvo su licencia de construcción; los materiales empleados fueron concreto reforzado y vidrio; en el año 1958 fue inaugurado.  A partir de ese año el edificio se convirtió en un emblema citadino, fue el primero en la avenida Insurgentes en alcanzar una altura de 57 metros y en poseer elevadores en esa zona de la ciudad. En su apertura, su  uso no fue habitacional, como su nombre sugiere, sino que funcionó como despachos, en sus 420 oficinas, supuestamente ahí se podían encontrar a los mejores abogados del país.

La popularidad del inmueble fue creciendo conforme transcurrían los años. En la década de los 70, en una de las fachadas del edificio se colocó un enorme anuncio luminoso que rezaba: “México calza CANADÁ”, este hecho llevó a que la gente lo conociera como el Edificio de la Canadá.

Las enormes letras permanecieron en el Condominio Insurgentes hasta el año 2006, fecha en que fueron desmanteladas y desechadas. Ante tal suceso, el fotógrafo argentino y artista plástico Ramiro Chávez rescató las seis letras y montó una exposición en el Museo Carrillo Gil denominada ‘Proyecto CANADA’.