Desde hace días, sepultureros del Panteón Municipal Xico, en Valle de Chalco, Estado de México, cavan fosas para recibir muertos por COVID-19 y lo hacen a marchas forzadas.
Los trabajadores son voluntarios y se reparten las ganancias del día; no suelen utilizar protección. Un escueto cubrebocas resulta la única medida que implementan mientras abren hoyos en la tierra y depositan los restos de alguno de los que engrosan los números negros de la pandemia.
Son 11 personas que reciben ataúdes en un horario de 9:00 a 18:00 horas; desde el 29 de abril han cavado aproximadamente 300 fosas y la administración tienen contemplado cavar de 2 mil 500 a 3 mil al finalizar la emergencia sanitaria.
Los trabajos de excavación se incrementaron debido al alto número de decesos e incluso autoridades tuvieron que adquirir un predio contiguo al panteón para cavar más tumbas debido a la saturación del camposanto.
Esto permitió que se llevaran a cabo cortejos fúnebres para las personas que pierden la vida —la mayoría por COVID-19 y algunas otras por causas naturales—; las autoridades y gente del panteón comentan que normalmente, en un fin de semana, en este municipio se registraban entre 15 a 20 defunciones. No obstante, con la pandemia atienden entre 70 y 80 casos.
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