El mes pasado fui a Music Series 2018 Riveroll&Welsh en el Centro Cultural Roberto Cantoral, concierto de música de cámara con dos violines, dos cellos y una viola.

Para tocar el cello, vino desde Polonia la maestra Barbara Piotrowska, una de las cellistas más reconocidas a nivel internacional.

También participaron extraordinarios músicos mexicanos de igual talento, como el director musical Adolfo Alejo. Imagínense, ha dado conciertos en todo el mundo, en Polonia la prensa lo tiene considerado como el Paganini de la viola; domina varios instrumentos y ha sido director huésped de la filarmónica de Kalisz, Polonia.

Schubert y otras Fantasías fue lo que escuchamos el sábado, pasadas las 20:00 h. Considero que no se necesita ser un experto conocedor de música clásica para sentirla y disfrutarla. Escucharlos fue un descanso al alma, un apapacho al corazón, el gozo por el placer de enaltecer los sentidos. El oído agradece esos acordes, la vista admira el arte de los músicos; en fin, no necesitamos ser eruditos en la materia, sólo ser sensibles a la belleza.

Lo que es muy triste es que continúe el estigma de pensar que la música clásica es aburrida; la ausencia de público puede que sea la prueba de ello. Pese a ello, 400 mexicanos presenciaron el primer concierto de esta serie.

Ayer fue el segundo concierto, en el que, desde Italia para México, llegaron dos extraordinarios músicos: Enrico Di Felice en la flauta y Riccardo Leone al piano, ambos con trayectorias impresionantes a nivel internacional.

¿Acaso México se va a quedar atrás? ¿Dejaremos que piensen que los mexicanos sólo escuchamos al mariachi? Por Dios, les repito, la única diferencia que tenemos con los animales es que los humanos sabemos hacer arte y lo hemos hecho tan bien que hasta las fieras se calman, las plantas crecen escuchando esta música. Yo no me lo perderé, ni éste ni ninguno, porque no necesito ser “culta” para disfrutar y dejarme acariciar el alma.

@vero1gallardo