Metrópoli

Pedalean desnudos para exigir respeto

Más de 400 ciclistas rodaron sin ropa o con muy poca por Tlalpan, Eje 7 Sur y el Eje Central; el evento se replicó en estados y otras partes del orbe. Sus cuerpos mostraron dibujos y leyendas dirigidas a quienes utilizan autos en la ciudad

(La Crónica de Hoy)

“No me importa salir sin calzones”, dice una joven de unos 23 años. Está sudada y el sol ya le quemó la espalda. Desde hace una hora pedalea  sobre el asfalto citadito para exigir prudencia a los conductores de autos y camiones. No pasa desapercibida; está completamente desnuda.

Centenares de ciclistas participan en la Rodada al Desnudo, que se realiza en otros estados de la República como Guanajuato, así como en otras partes del mundo.

Algunos lo hacen con pintura en el cuerpo, con bikini o con algún tipo de prenda, pero otros más se olvidan del pudor.

Esta vez se ocupa el lema “Sólo así me ves” y  parece no tener margen de dudas. Cualquiera que se cruce por el trayecto de la rodada, sea peatón o automovilista, fija la mirada en esos cuerpos sin ropa con pechos al descubierto o con miembros al aire.

La cara de los espectadores lo dice todo. Están asombrados. Varios, incluso, hacen una escala en su  trayecto solo para ver la pasarela de personas que parecen no conocer la timidez.

La petición de los ciclistas parece broma, pero no lo es. Sus cuerpos portan mensajes. El “Que ser ciclista no cueste la vida” y “Ciudad para personas, no para autos” se lee en espaldas y abdómenes. 

Después de hacer el recorrido por Tlalpan, Eje 7 Sur y el Eje Central, la multitud  -unos 400 ciclistas- pedalea al Monumento a la Revolución.  En el trayecto se oyen chiflidos, claxonazos bulla.

Ahí va Karla Torres. La mujer, alta y morena, va en ropa interior; no se animó a venir desnuda. Cuando baja de la bicicleta, toma un largo y profundo respiro. Después toma unos sorbos de agua. Se recupera.

Nunca ha sido atropellada, pero no le son ajenas las quejas. Andar en la Ciudad de México en una bicicleta no es pan comido, admite. Cualquier cosa puede pasar: que alguien abra una puerta de improvisto, que un automovilista se frene en seco o que un microbusero quiera rebasar sin precaución. Cualquier distracción podría ser mortal. 

“Sí me da miedo, pero no quiero que el miedo me domine. Los automovilistas tienen que aprender a convivir con los ciclistas y los ciclistas con los peatones. Nosotros a veces también somos imprudentes con los que andan caminando por la calle”, expresa.

Pablo Ramírez también participa en la Rodada. El hombre pide a los ciclistas que sepan comportarse. “Si pides respeto, también dalo. Si te mientan la madre, aguanta”, suelta.

Pero también le pide a los automovilistas que pongan de su parte. “El de la bici podría ser tu hijo”.

Cuando llega el final de la Rodada, todos comienzan a sacar sus ropas de mochilas. Ya llegará el próximo año para desnudarse otra vez.

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