“Por mis hijos soy capaz de lo que sea”, asegura enfático Omar Enrique Hernández Ibarra, padre de Alexander a quien le fue diagnosticado leucemia linfoblástica aguda, y pese al estado verdaderamente grave en el que ingresó al Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, nunca perdió el conocimiento, aunque el pronóstico no era nada halagüeño.
En entrevista con Crónica, Omar Enrique da gracias a Dios y a la vida, su hijo está en remisión, ha superado la leucemia y aunque los días de angustia quedaron atrás, este amoroso padre sigue en la lucha porque todos los niños con cáncer del país cuenten con sus medicamentos y quimioterapias en tiempo y forma.
“La verdad es que quien me dio el impulso y fuerza para continuar en esta lucha, fue Alexander, porque me dijo que él un día estuvo en el mismo lugar que todos esos niños que hoy no tienen acceso a sus tratamientos, por eso me pidió que les ayudará, porque yo ya había recorrido ese camino”.
Don Omar recuerda que Alexander fue siempre un niño muy sano, pero en 2016 comenzó con sangrados, moretones, mucho cansancio al regresar a la escuela, por lo que la pediatra mandó hacer una biometría hemática y el resultado fue debastador: leucemia linfoblástica aguda de alto riesgo, por lo que de urgencia canalizó al niño al Hospital Infantil de México, en donde los oncólogos no daban crédito a lo que estaban viendo:
El menor tenía su sangre tan espesa, cuenta su papá, “era como si tuviera atole en las venas, y los médicos me decían que no se explicaban cómo era posible que mi hijo siguiera consciente, porque hasta llegamos caminando al hospital y él todavía iba con el uniforme de la escuela. Su gravedad era tal que me dijeron que Alex, ya debería estar en un coma inducido”.
Ingresó un miércoles a urgencias, y los siguientes tres días, señaló Omar, “fueron los peores de mi vida, me quedé ahí en el hospital, sin cambiarme, todo mugroso, y no me da vergüenza decirlo, porque no me quería separar un instante de mi pequeño”.
La falta de medicamentos, llevó a don Omar Enrique a iniciar una difícil lucha, reto mayúsculo, porque muchos padres de familia que se encontraban en la misma situación tenían miedo a levantar la voz.
La labor que iniciaba no agradó al director del hospital infantil de aquellos años, y lo mandaron llamar, o dejaba de estar recolectando firmas, o a él -no a su hijo-, le iban a prohibir el ingreso a dicho nosocomio, pese a la amenaza, no cejó en su lucha, aunque de principio no hubo respuesta a sus escritos y firmas recabadas.
El encarecimiento de medicamentos para su hijo que comenzaron a comprar él y su esposa, se volvió en una enorme bola de nieve: un medicamento que costaba 900 pesos, se elevó hasta 1,600 pesos, incluso en una ocasión lo compró en 4,500 pesos.
Pensó que con el cambio de gobierno las cosas mejorarían, pero no fue así, “algo que nunca aceptamos fue que a mi hijo se le adelantaran o le retrasaran las quimioterapias”, y aunque muchos más estaban como la familia de Omar Enrique, el miedo de muchos padres de familia evitó que la convocatoria fuera mayor.
“Entonces, como ahora te puedo decir que muchos mamás y papás tienen miedo de levantar la voz, de que haya represalias, tienen miedo que sus niños no sean atendidos, o que los atiendan mal, o que les den otro tratamiento, eso es lo que me decían”.
Lleno de valor y coraje porque su hijo recibiera el tratamiento que necesitaba, en 2018 don Omar convocó al primer plantón en Paseo de la Reforma, pero de 25 papás sólo llegaron tres contándolo a él, quien estuvo acompañado de familiares, amigos y conocidos, “el resultado: en tres horas el metrotexato, estuvo disponible en el hospital, pero a los tres meses lo mismo otra vez, entonces bloqueamos el aeropuerto capitalino y al día siguiente ya estaba otra vez el medicamento en el hospital”.
Algo que si tenemos muy claro padres y madres de niños con cáncer, es que no nos vamos a dar por vencidos “si las autoridades del gobierno federal esperan que nos cansemos, eso no va a ocurrir, y para eso tenemos el entrenamiento que nos dan en los hospitales”, hemos aprendido a tener mucha paciencia, a ser muy fuertes y luchar por el medicamento de nuestros hijos, así que, si debemos estar una semana o 15 días en el aeropuerto lo vamos a hacer por ellos, porque sí hemos estado en urgencias o en terapia intensiva dos o tres meses, bien podemos permanecer dos o tres días en un lugar parados con frío y hasta con hambre.
En 2019 Alexander tocó la campana, su cáncer está en remisión, aunque continuará bajo supervisión médica hasta que cumpla los 20 años, “entonces le dije a la gente con la que habíamos estado luchando por los medicamentos, que yo me retiraba, porque yo tenía que ver por mí empleo y me alejé del hospital como tres meses, pero la verdad es que la gente me siguió buscando, y aunque yo les decía qué hacer y con quién acudir, porque yo ya había pasado por ahí, fue Alexander quien me motivó a seguirlos ayudando en esta lucha que no ha terminado”.
Don Omar aseguró que mientras el gobierno federal no tenga un censo del número de niños que viven con cáncer, qué tipo de neoplasia les afecta, así como cuántos y qué medicamentos toman cada uno de estos pacientes, el problema va a seguir, porque últimamente sólo les han entregado dotaciones para determinado número de días, pero no se ha hecho una compra consolidada que realmente garantice el abasto de medicamentos a todos estos pacientes pediátricos en todo el país.
Sin poder evitar la emoción, Omar recuerda aquel día cuando su hijo ingresó al Hospital Infantil de México, cuando le dijeron que la gravedad era tal, que su sangre ya era como un engrudo y comenzó a ser atendido por una veintena de médicos especialistas, “recuerdo que abracé a mi hijo como despidiéndome de él, le dije a Dios ´lo dejo en tus manos señor´, y la verdad es que nunca lo ha soltado.
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