PRESIDENTE LÓPEZ OBRADOR

+Si buscas resultados distintos,

no hagas siempre lo mismo

Albert Einstein

Es muy penoso que el tiempo transcurra y los problemas no sólo se prolonguen  en vez de resolverse, a pesar de lo grandes, costosos y peligrosos que puedan ser. Éste es el caso del aeropuerto capitalino, que se ha vuelto ya un ejemplo terrible.

Terrible, presidente, porque al menos, de las cuatro administraciones federales enteriores a la de Peña Nieto, sólo la de Fox construyó la enorme aspirina de la terminal 2 que, fue claro, no resolvería el problema y la suya solamente ha retrasado la solución de la terminal de Texcoco que Peña inició, usted cerró y decidió cerrar también, dentro de algún tiempo, el aeropuerto militar de Santa Lucía para ahí retomar la obra de Texcoco, pero eso quién sabe cuándo arranque porque ahí vamos, despacio, como son las cosas que suceden en Palacio…

Ayer, el diario El Universal destapó la funesta noticia de que la terminal aérea actual capitalina sufre el increíblemente enorme déficit del ¡90 por ciento del agua que consume!; y se resuelve, sólo durante la última década, tirando al drenaje unos 177 mil 281 pesos diarios por el agua que recibe en pipas, pues de otra forma no podría contar con ella sin dañar seriamente a la población que rodea las dos terminales aéreas.

Tan sólo el año pasado, 2018, el aeropuerto consumió casi 673 millones de litros, equivalentes, según cifras oficiales, a 23.3 litros por segundo, a un costo de ¡105 pesos promedio cada litro...! ¿Cuántos años han transcurrido de que las autoridades, locales y federales, hayan permanecido mudas e inmóviles ante esa situación? ¿Le gustan, Presidente, unas tres décadas, duplicada esa situación al entrar en operación la terminal 2? 30 años equivalen a cinco sexenios de gobierno federal, ¡ése es el tamaño de la ineptitud gubernamental respecto de uno solo de los problemas múltiples que el aeropuerto capitalino actual soporta...!

Bien sabemos, Presidente, que la capital mexicana ha vivido bastante más de medio siglo soportando el peligro cotidiano de una gran masacre si alguna aeronave hubiese caído al elevarse o al aterrizar. Quiera el cielo que esto se mantenga en el nivel de temor y no ascienda a realidad pero, mire usted, el aeropuerto internacional de Tokio, Japón, se encuentra a 80 kilómetros de distancia de su ciudad y los tokoritas, al igual que los turistas, recorren sin chistar esa distancia… Eso mismo debió pensarse para la CDMX ya que, si sigue creciendo hacia Texcoco, nuestros sucesores enfrentarán de nuevo los riesgos actuales, que ni Santa Lucía, a mayor distancia de la capital, alejarán lo suficiente.

Espero, Presidente, que después de este problema del agua escasísima a un alcance racional que ahora ya conoce el país entero, se haga en el proyecto para Santa Lucía un recuento de todos los problemas de cualquier magnitud que pueda acumular el aeropuerto actual, para que ya no se repitan en el que finalmente se construya y no le deje  usted, allí, broncas ocultas a sus sucesores.

Leopoldo Mendívil

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