Opinión

Privacidad es poder

Privacidad es poder

Privacidad es poder

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

“Nos están vigilando. Ellos saben que estoy escribiendo estas palabras. Ellos saben que tú las estás leyendo. Gobiernos y centenares de corporaciones te espían a ti, a mí, y a todos. Cada minuto, día tras día. Ellos registran y graban todo lo que pueden: nuestra localización, nuestras comunicaciones, nuestras búsquedas en Internet, nuestra información biométrica, nuestras relaciones sociales, nuestras compras, y mucho más. Ellos quieren saber quiénes somos, qué pensamos, qué nos lastima.  Ellos quieren predecir e influenciar en nuestro comportamiento. Ellos tienen mucho poder. Su poder se alimenta de nosotros, de ti, de tus datos. Es la hora de recuperar el control. Exigir privacidad es la única manera en la que podemos recuperar el control de nuestras vidas y de nuestras sociedades”.

Así comienza el libro titulado  Privacy is power  de la joven filósofa mexicana y profesora de la Universidad de Oxford, Carissa Véliz. Su tesis doctoral, dedicada a estudiar ese fenómeno tan perturbador  por el cual hemos perdido nuestra privacidad como ciudadanos  digitales del siglo XXI, se publicó como libro el año pasado y fue seleccionado como uno de los mejores libros del año por la revista londinense The Economist. La traducción al español, a cargo de la editorial Debate, está por aparecer en estos días.“El internet –continúa la introducción del libro– se financia básicamente de la recolección, análisis y comercio de información: la economía de los datos. Muchos de esos datos son personales, son datos acerca de ti. El comercio de datos personales como modelo de negocios cada vez más se exporta a todas las instituciones de la sociedad, una sociedad vigilada, o lo que podríamos llamar el capitalismo de la vigilancia".

“(…) Si tú estás leyendo estas palabras en un Kindle o en Google Books, ellos están midiendo cuánto te tardas en leer cada palabra, cuándo paras para hacer una pausa, y qué es lo que subrayas. Si lo compraste en una librería, el teléfono celular en tu bolsillo registró tu trayectoria, y cuánto tiempo permaneciste en la librería. (…) Si usaste una tarjeta de débito o de crédito para comprarlo, probablemente van a vender esa información a administradores de datos para que a su vez la vendan a las compañías de seguros, posibles empleadores, gobiernos, negocios o cualquiera que pudiera interesarse en esta información”.

“La economía de los datos, y la ubicua vigilancia de la que se alimenta, nos tomó por sorpresa. Las compañías tecnológicas no informan a los usuarios sobre cómo se usan sus datos, mucho menos nos pidieron permiso. Tampoco se lo pidieron a los gobiernos. No hay leyes para regular la huella que van dejando nuestros datos como ciudadanos inconscientes que realizan sus actividades diarias en un mundo cada vez más digitalizado. (…) Un mundo sin privacidad es un mundo peligroso”.

“La privacidad trata de ser capaces de mantener ciertas cosas en la intimidad de uno mismo, tus pensamientos, experiencias, conversaciones, planes. (…) Necesitamos privacidad para explorar libremente nuevas ideas, para aclarar nuestros pensamientos. La privacidad nos protege de las presiones y los abusos indeseables que se ejercen desde el poder. La necesitamos para ser individuos autónomos. Para que las democracias funcionen se necesitan ciudadanos autónomos”.

“Nuestras vidas, traducidas al lenguaje de los datos, son la materia prima de la economía de la vigilancia. Nuestras esperanzas, miedos, errores,  compras,  y debilidades, aun nuestros rostros y nuestras voces, todo es usado como carroña por los buitres de los datos que la recolectan, la analizan, y la venden al mejor postor (…), (en muchos casos) con propósitos nefastos: para relevar nuestros secretos a las compañías de seguros (…) o los gobiernos, para vendernos cosas que no queremos comprar, (…) para desinformar y secuestrar a nuestras democracias”.

“Necesitamos ponerle un alto a la economía de los datos de la misma manera que se la pusimos a la economía de la explotación en el pasado. Los sistemas económicos que dependen de la violación de nuestros derechos son inaceptables”.

“Apenas comienza la lucha por salvaguardar nuestros datos personales en la era digital. En esta lucha va en juego nuestro propio estilo de vida. La vigilancia amenaza a la libertad, a la igualdad,  a la democracia, a la creatividad, a la autonomía y  a la intimidad. Nos han engañado una y otra vez, y nos han robado nuestros datos para usarlos en nuestra contra. Ya basta. Carecer de privacidad es contrario al buen funcionamiento de nuestras sociedades. El capitalismo de la vigilancia debe irse. Tomará mucho tiempo y esfuerzo, pero podemos y debemos reclamar nuestra privacidad”.

Carissa Véliz estudió filosofía en la Universidad de Salamanca, continuó sus estudios de posgrado en Toronto, en Nueva York, y finalmente en Oxford,. Publica regularmente en el New York Times, en The Guardian, , en El País de España, y es invitada frecuentemente para dar su opinión en la BBC de Londres y en la cadena CNN. También ha publicado sus trabajos académicos en revistas de gran prestigio como el Harvard Business Review. No habíamos visto  en años  a una filosofa mexicana con este prestigio y capacidad de influencia internacional.