Personal médico realizó protestas este inicio de semana en demanda de implementos y material para atender casos de COVID-19. El contagiarse y llevar el virus a casa es una preocupación a la que se suma el miedo a que la familia de los fallecidos (pocos aún, de acuerdo a lo que se espera) se están tornando agresivos. Las manifestaciones de ayer incluyeron cierres de calles en la ciudad de México (instalaciones del IMSS y del ISSSTE) y también un nosocomio de Tijuana en el que la difusión de una solicitud de ayuda por la falta de abasto fue desmentida y ratificada sucesivamente a lo largo del día.

Todo en espera de la Fase III.

Pero nuestra primera línea de atención a la pandemia está siendo estresada cuando ya previamente tenía problemas de abasto evidentes para su trabajo diario. Además, particularmente en el IMSS y el ISSSTE, las agrupaciones de médicos estaban viviendo aún un fuerte reacomodo sindical iniciado con el cambio de sexenio. En ese contexto, las protestas, sin duda surgidas por preocupaciones válidas, están también expresando la disputa por el manejo administrativo interno de las clínicas. Un detonador claro del conflicto, expuesto ayer por el de la clínica IMSS Venados, en la capital del país, es que el personal con riesgo adicional (hipertensos, obesidad, diabetes, problemas cardiacos) debieron irse a casa desde ahec tiempo, pero hacerlo implica hacer inviable la atención a los pacientes. Los que se fueron a casa, además, están peleando sus bonos y estímulos que consiguen bimestralmente entando en activo, pero que quedan en el limbo en esta situación atípica.

En el caso del Seguro Seguro Social, hay un fenómeno sindical aún más crítico: el sindicato tradicional está en riesgo de perder el contrato colectivo global ante el surgimiento de una nuevo, apegado a las nuevas leyes labores.

Por otro lado, también se han presentado justificantes médicos intercambiados, es decir, donde médicos se intercambian entre sí justificantes médicos para ser declarados de alto riesgo de cara al COVID-19. Sin descontar lo anterior, las demandas que ayer se expresaron parecen bastante sensatas: protocolos específicos por hospital, evitar que el personal de primera línea termine contagiado y considerar a todos los que están allí más allá de su nivel tabulario.

Ayer, el personal del 1° de Octubre aseguraban que alrededor de 18 integrantes del personal han sido diagnosticados de COVID-19, lo que atribuyen a la falta de protocolos y material de protección.

El pasado 11 de abril el hospital registró la primer muerte de uno de sus enfermeros por COVID-19, el cual 14 días antes, contrajo la enfermedad en el área de urgencias mientras desarrollaba su labor sin ninguna medida de protección.

Miguel, quien recientemente había logrado realizar su cambio de camillero a enfermero, aseguran, murió por complicaciones respiratorias a consecuencia del virus dejando una familia atrás. Sus compañeros cuentas esa historia, que su instituto no ha confirmado, y es evidente que lo hacen pensando en que ellos no quieren verse ni ver a su familia en esa situación.