
Virulencia. Alborozo. Efecto. Espectador. Expectativa. El hecho no importa ya. Lo suplanta la capacidad para transmitir una sensación. Eso.
¿Con furioso deseo de caer en el abismo?, hace Goethe preguntarse a Fausto. Larga disquisición la de éste. Inquietud extrema. ¿Soy el monstruo sin ni meta ni descanso?, ¿no soy el fugitivo, el que no tiene techo, (el) que brama como una catarata de roca en roca?, inquiere sobre sí en el resuello el tentador tentado, atraído y horrorizado, a la vez, de su deseo y sus consecuencias.
De acuerdo con el Diccionario etimológico, abismo halla su raíz en la palabra que los antiguos griegos encontraron para definir lo que no tiene fondo. “Abissos” resultó una derivación de “abythós”, que luego llegó al latín convertida en “abissus”. Para entonces adquirir la connotación de profundidad sin límites, y con ella, de infierno.
Angustia desmesurada. Titánica tarea la de anunciar, cada día, el fiero y oscuro río que arrastrará cuanto halle a su paso. El gélido mar omnívoro. La tormenta feroz. “Los horizontes (que) se abren hacia el todo y hacia la Nada”, ha escrito Rafael Argullo, en el ensayo que tiene a la visión y experiencia del abismo, como centro de su comprensión de la pintura romántica.
La relación con la Naturaleza que establecen los pintores románticos y el modo cómo lo expresan en la composición de sus paisajes, explicará el filósofo español en La atracción del abismo,es una moneda de doble cara. “La inmensidad le causa una nostalgia indescriptible y, asimismo, un vacío asfixiante”, asegura Argullol.
Representado como paisaje por los románticos, retorna en el mundo nuestro modo de certeza verbal. Si Argullol acierta al decir que, al representar un paisaje, los románticos detallan una noción con valor cósmico, traída a un presente de confusión, se tornará en un discurso tan cierto de que se avecina el final como de que hay una antigua grandeza perdida. Trazo a punta de destellos lingüísticos, ocurrencias y vaguedades.
Se trata, en efecto, como piensa el español en relación con los románticos, de la representación de una determinada comprensión del mundo y la vida. El encantamiento de adelantar (describir) lo que a su parecer es “un universo en el caos de su formación o en el apocalipsis de su destrucción”.
Escenario de la devastación atisbada, el exterior. Ineludible atracción del abismo, la piel misma de quien lo proclama. Cruel, furiosa epidermis. Itinerario propio.
* Profesor, narrador y ensayista. Su libro más reciente es Bailar/Volar.
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