Opinión

Reconfiguración del capitalismo ¿un sistema en agonía?

Reconfiguración del capitalismo  ¿un sistema en agonía?

Reconfiguración del capitalismo ¿un sistema en agonía?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Aleida Azamar Alonso*

Desde hace décadas se ha venido vaticinando la caída del capitalismo por el incremento de sus contradicciones inmanentes. Dichas contradicciones se refieren, entre otras cuestiones a: los procesos de acumulación del capital, monopolización de la producción, agotamiento de los mercados o de los bienes, concentración del empobrecimiento en ciertos sectores poblacionales, la debacle ambiental, la incapacidad de la realización de las mercancías, entre algunas otras que dependen del autor que las estudie (Harvey, 2011; Luxemburgo, 2013; O´Connor, 1991).

No obstante, desde una perspectiva personal, dudo que el capitalismo vaya a desmoronarse por dichos problemas, ya que históricamente ha sucedido lo contrario. La época de oro del capitalismo surgió a partir de las grandes crisis de acumulación, de producción y de realización durante el siglo XX. Es decir, los grandes escollos para este sistema económico fortalecen y fomentan su capacidad de innovación para salir airoso de las catástrofes autoprovocadas.

Es precisamente esta cualidad la que permite comprender que el capitalismo se está transformando, reconfigurando y dirigiéndose hacia una situación que, si bien no será el fin del sistema, sí podría significar una situación letal para las personas que viven de éste (spoiler: todos).

Y es en esta situación que debe leerse a Marx con atención: Las contradicciones capitalistas provocarán explosiones, cataclismos y crisis en el curso de las cuales las interrupciones momentáneas del trabajo y la destrucción de una gran parte de los capitales llevarán de nuevo al capitalismo, por la violencia, a un nivel desde el cual podrá reemprender su curso […] Sin embargo, estas catástrofes que le regeneran regularmente se repiten a una escala siempre más vasta, y acabarán por provocar su violento derribo (2007: 87).

El autor no plantea en su obra, la imposibilidad objetiva o económica del sistema, sino su capacidad de superar sus problemas empleando procesos cada vez más cuestionables y depredadores: La producción capitalista tiende sin cesar a sobrepasar los límites que le son inmanentes, pero no lo consigue más que empleando medios que, de nuevo y a una escala más imponente, construyen ante ella las mismas barreras (Marx, 2001: 53).

Un ejemplo es lo que sucedió en Gran Bretaña en el siglo XVIII, cuando la crisis alimentaria y de energéticos facilitó el desarrollo de la industria del carbón, ésta a su vez dio el empuje necesario a la máquina de vapor. Aunque, la extracción de carbón subterráneo solucionó ambas crisis, también dio luz al desastre ambiental moderno por el sobreuso de combustibles fósiles (Harvey, 2011).

Evidentemente, la intensificación en el uso de recursos no renovables condujo hacia una nueva crisis de escasez energética que vivimos en la actualidad, la cual fue confirmada por Estados Unidos de América (EUA) a través de su Administración de Información Energética en 2009, por lo que este país impulsó el desarrollo salvaje de la industria del fracking en su territorio conduciendo a la dominación del mercado energético por parte de EUA (Azamar, 2019); pero, esta posible solución parece ser momentánea e incluso más dañina de lo que podría parecer.

En el año 2015, Antonio Turiel, un investigador español, explicó a detalle que el fracking estaba conduciendo a una crisis económica sin precedentes para las majors del sector energético, lo cual podría parecer una broma si se considera el crecimiento exponencial del shale en los últimos cuatro años (Azamar, 2019). Pero, desde hace algunos meses comenzó a sonar con mucha fuerza la debacle financiera a la que se estaban enfrentando algunas de las empresas estadunidenses más grandes en el desarrollo de servicios de fracking (evaluación, perforación, producción, etc.), por la estabilización de los precios del petróleo en contraste con el aumento constante de los costos de producción.

Durante la última semana del mes de mayo se ha dado a conocer que Weathherford Internacional, empresa estadunidense con presencia mundial dedicada al fracking y casi 80 años de existencia, ha comenzado a preparar su declaración para su bancarrota; asimismo, se espera que Alta Mesa Resources, California Resources y Halcon Resources sigan por el mismo camino. La suma acumulada de la deuda de las compañías en este sector podría ser superior al billón de dólares, dado que al menos la tercera parte de los ingresos de éstas se destina a pagar sus deudas acumuladas.

En este escenario y por las múltiples posibles situaciones que se deriven, son dos circunstancias las que más se perfilan para materializarse en el corto plazo: a) una gran crisis petrolera provocada a raíz de una o múltiples intervenciones bélicas por parte de EUA en países petroleros (Irán y Venezuela), lo que podría disparar el precio de este recurso fortaleciendo a su sector energético y asegurándose una ruta comercial y productiva alternativa a la del fracking en el largo plazo.

b) Además de una crisis financiera, pero ésta sería producida por el hundimiento en serie de gran parte de empresas dedicadas al fracking en EUA, las cuales arrastrarían a los bancos acreedores de deuda, lo que podría provocar pánico y una mayor desaceleración económica mundial de la que ya se está esperando.

Es decir, cada nuevo problema en el capitalismo se resuelve con una solución riesgosa que no ataca de fondo la raíz de la crisis que se intenta zanjar. Lo cierto es que es muy factible que el sistema sobreviva y encuentre la forma de encauzar estas situaciones hacia soluciones que fortalezcan la producción y la especulación, pero será a costa de provocar cada vez un mayor impacto social y ecológico.

Una guerra, una crisis energética artificial, la carencia de combustibles, eso solamente favorece a los especuladores, pero todos ellos parecen olvidar que, es precisamente en las regiones donde más se resienten estos problemas de donde provienen la gran mayoría de materias primas, recursos comestibles y mano de obra para la producción del capital. Al parecer en el largo plazo las crisis sí van a acabar, primero con la naturaleza y después con el hombre, lo que terminaría evidentemente con el capitalismo, quizá eso era lo que Marx trataba de demostrar.

*Profesora-investigadora del Departamento de Producción Económica, de la Unidad Xochimilco, Universidad ­Autónoma Metropolitana.

gioconda15@gmail.com