Cultura

“En mi literatura me interesa hablar de la fricción entre riqueza y pobreza”: Manuel Vilas

Entrevista. “La base de cualquier democracia es que haya una clase media con posibilidades de que sus hijos estudien y que haya hospitales públicos buenos, que haya servicios sociales. La clave de un país que progresa es que tenga cultura, educación y sanidad”

El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, en una conferencia de prensa.
El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, en una conferencia de prensa. El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, en una conferencia de prensa. (La Crónica de Hoy)

"La base de cualquier democracia es que exista una clase media con posibilidades de que sus hijos estudien”, señala en entrevista con Crónica el autor Manuel Vilas (España, 1962) a propósito de su reciente novela Ordesa, libro que habla de las ausencias familiares, del pasado como una carga fantasmagórica y las desigualdades sociales.

En la historia, editada por Alfaguara, un mar de preguntas llega al protagonista cuando piensa en la muerte de sus padres, en el fin de su matrimonio, en la pobreza española y en las familias sin memoria histórica.

“El protagonista tiene mucha conciencia social porque procede de la clase media  y sabe perfectamente lo que significa, por ejemplo, que su padre no pudo estudiar. La idea de que los hijos vivirán mejor que los padres, es una idea de la clase media española que funcionó hasta el año 2008 cuando se produjo en España la crisis económica”, comenta el autor.

A partir de ese momento, añade Manuel Vilas, los hijos quedaron atrapados en un retroceso histórico importante.

“En toda mi literatura me interesa hablar de la fricción entre riqueza y pobreza, es un tema universal, es el gran tema en el mundo. ¿Por qué hay ricos y por qué hay pobres?, ¿qué está pasando?, ¿por qué hay gente muy rica y millones de pobres? Esa lucha me parece el gran tema de la historia en este momento”, destaca.

Ordesa de Manuel Vilas tuvo un gran recibimiento en España: 14 ediciones en menos de un año y más de cien mil ejemplares vendidos. El autor ha sido galardonado con el Premio de las Letras Aragonesas (2015) y con el Spring Fellow. Obermann Center for Advance Studies por la Universidad de Iowa (2017).

— ¿Por qué hablar de las muertes que generan las desigualdades sociales?

—Mis padres vivieron en España en los años 60 del siglo pasado y hubo una cosa que se llamó el desarrollismo, entonces de repente hubo progreso económico con el que se construyó una clase media, que fue la que posibilitó la transición cuando murió Franco.

“La base de cualquier democracia es que haya una clase media con posibilidades de que sus hijos estudien y que haya hospitales públicos buenos, que haya servicios sociales y extensión de educación y cultura. La clave de un país que progresa es que tenga cultura, educación y sanidad. Que haya un progreso material de la clase media”, responde.

Hoy, agrega Vilas, eso está puesto en cuestión en España, Europa y a nivel global. “Dentro de 150 años, cuando los historiadores nos estudien se quedarán asombrados de las injusticias en que vivimos”.

— El protagonista dice que España lo impulsó a beber…

— Llevo cuatro años y medio sin beber, en eso el personaje coincide conmigo. Tuve un problema con el alcohol, ironizo mucho en el libro sobre eso porque el alcoholismo es un infierno pero no necesitaba explicar desde donde escribía ese narrador, desde la profunda crisis que estaba viviendo.

— ¿Los hechos son naturaleza y su interpretación es política?

— No hay juicio. Juzgar es muy fácil, es más difícil comprender. Creo que hay un momento en la vida de las personas en que les interesa más comprender que juzgar porque la comprensión de las cosas es más importante.

Uno de los datos autobiográficos que incluye Manuel Vilas en su novela es la asistencia a la ceremonia de entrega del Premio Cervantes a Juan Goytisolo (en 2014), momento en que el autor satiriza sobre la memoria histórica.

“Fui a la entrega del Premio Cervantes a Juan Goytisolo y allí me di cuenta de que la única familia española que conoce quiénes son sus tatarabuelos y puede ir al Museo del Prado y verlos pintados por Goya, era la familia real. Pero hay miles y miles de familias españolas tragadas por el olvido que no conocemos quién fue nuestro abuelo, eso frente a una sola familia que conoce perfectamente su pasado”, sonríe.

A Vilas le pareció que ahí había una buena metáfora política de la gente que no tiene nada, que no tiene memoria histórica y de esa familia que representa la monarquía que sabe todo sobre sus antepasados.

— ¿La mala educación es un tema importante en tu obra?

— Aparte de la historia de mis padres, esta novela cuenta el presente del narrador, quien fue profesor de literatura en una preparatoria y ahí observa el fracaso de la educación en España. La educación se adapta mal a las nuevas generaciones, damos módulos educativos que resultan obsoletos y envejecidos a gente joven, ellos necesitan modelos actualizados.

Otro pensamiento de Manuel Vilas en la novela es que la gente no quiere heredar las cargas fantasmagóricas de tiempos pasados.

“El pasado es enigma porque cuando cumples años no sabes bien qué ocurrió, se empieza a desdibujar y se convierte en un misterio. Empecé a escribir Ordesa cuando murió mi madre, en mayo de 2014. Ordesa es un valle al norte de España donde mi padre nos llevaba los domingos, es un sitio muy hermoso con montañas maravillosas. El libro es una carta de amor a mis padres con el recuerdo de mi infancia a finales de los años 60 y principios de los 70”, comenta.

Para el autor, esta novela también es un ejercicio de solidaridad ante el sufrimiento. “El libro está escrito con el ánimo de comprender a mis padres y otros familiares, no me interesaba juzgar a nadie. No es un libro de ajustes de cuentas, es una obra de comprensión”.

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