
Raúl Gómez Jattin fue un poeta colombiano quien nació en 1945. Escritor, actor y director de teatro, que hoy es considerado de culto, vivió entre la literatura, los talleres, el teatro y en medio de episodios de crisis provocados por su padecimiento mental y el consumo de drogas. Abatido y sumido en la indigencia, falleció en Cartagena en 1997. Hoy, uno de sus amigos, el también escritor Antonio “Tony” Arévalo, colombiano avecindado en México (pues actualmente realiza una investigación sobre Cien años de soledad), rescató y reeditó el primero libro de Gómez Jattin, Poemas (editado en Bogotá en 1980); a propósito de esta edición conversamos con Arévalo.
Cuéntame brevemente ¿quién era Raúl Gómez Jattin y cómo lo conociste?
Raúl Gómez Jattin fue un poeta nacido en Cartagena, una ciudad colonial de Caribe colombiano, quien fue actor de teatro mucho tiempo antes de comenzar a escribir sus primeros poemas. De niño fue llevado a Cereté, una pequeña población en la que se crió y que aparece, junto con sus habitantes, en sus poemas. Fue un gran lector de los trágicos griegos, de Antonio Machado, de Kavafis, Borges y de Pessoa. También padeció la locura, la cual lo llevó a hospitales, psiquiátricos y a vivir en la calle. Sin embargo, Raúl, como era conocido entre sus muchos lectores jóvenes, decía que: “Soy un hombre tan lúcido que hasta loco soy. Ser loco es vivir en un deslizamiento de la realidad que habito en mis poemas”. Tuvo fama de poeta maldito y sus últimos días los vivió en la calle y la locura. Lo conocí cuando regresó a Cartagena con su fama de poeta reconocido, ya lo conocía por sus versos, que pasaban de mano en mano, y apareció por la calle de la Universidad donde yo estudiaba; luego pude hacer un taller de poesía con él y comprobé, que aparte de ser el gran poeta que todos decían, era un gran erudito y un hombre con un gran sentido del humor. Nos encontrábamos en el Parque de la Escuela de Bellas Artes, junto con otros amigos y pasábamos mucho tiempo conversando con Raúl; sabía muchas cosas y las conversaba con naturalidad, sin ninguna pretensión. Cuando se enloquecía era peligroso, pero jamás tuve problemas de esa naturaleza, conmigo seguía siendo respetuoso y amable, tal vez porque me veía como un joven poeta a quien enseñar y no rivalizábamos por nada.
La poesía de Raúl es sumamente desoladora y a la vez posee la ternura del niño que se deslumbra con el poder de la naturaleza, ¿cómo describes esta capacidad poética de Gómez Jattin?
La sensibilidad poética de Raúl está muy conectada con la infancia, como lo señalas, hay un asombro genuino ante el mundo, pero también una profunda soledad del que vive en un mundo que ya cambió, y ya no encuentra esos soportes amorosos de la niñez para acunarlo y darle fuerzas. En Raúl se combinan las profundas lecturas de sus autores favoritos, la sensibilidad natural del artista y la marginalidad del loco, sumada a sus experiencias con los alucinógenos, lo que produce en el poeta “una sensibilidad dolorosa como un parto”, como lo dijo en un poema.
Entiendo que Poemas es su primero libro, hay en éste una colección de metáforas que rayan en la reflexión filosófica y el aforismo, háblame de Poemas y cuéntame cómo decides reeditarlo.
Ese libro lo conocí muchos años después de publicado, ya que la edición original publicada en 1980 se agotó y no se volvió a reimprimir. Es el primer libro que publicó Raúl y consta de 20 pequeños poemas en los que ya están presentes los temas fundamentales de su poesía: la soledad, la muerte, el paso del tiempo, la reflexión sobre la existencia, la amistad como conjuro contra los males del mundo. Es un libro inteligente y sencillo, en el que brilla la brevedad y el asombro: “Como Yerba fui y no me fumaron”. Tengo que comentar que este libro casi no se conoce en su totalidad, solo poemas sueltos, ya que una vez muerto Raúl se han publicado antologías poco cuidadas, pero sus libros completos no han sido reeditados, por esta razón hice una edición facsimilar de unos cuantos ejemplares las repartí entre mis amigos para dar a conocer los inicios poéticos de Raúl. Lo hice idéntico a la edición original, para conservar el espíritu del libro, para que la experiencia estética pasara también por las páginas y la carátula original.
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