Los animales que inspiraron hace cien años al poeta mexicano José Juan Tablada (1871-1945) a escribir su libro de haikús  Un día…(poemas sintéticos), hoy se encuentran afectados por la crisis ambiental, por ello, la autora Verónica Gerber Bicecci retoma esos versos para reescribirlos de manera crítica bajo el título Otro día…(poemas sintéticos) donde evidencia las modificaciones que han sufrido las especies o cómo sus hábitats han cambiado.

“El libro es una reescritura de una obra publicada exactamente hace 100 años, entonces sí es un homenaje a Tablada, pero es un homenaje crítico. José Juan Tablada escribió su libro admirando la naturaleza que lo rodeaba y lo que me pregunté fue ¿cómo haríamos hoy esos haikús?, ¿qué nos tocaría decir de la naturaleza que nos rodea? Entonces ahí se vuelve una rescritura en clave crisis climática”, comenta la autora.

Por ejemplo, el poema Los gansos advierte: No alimente aves, / las buenas intenciones / deforman sus alas; o el haikú Luciérnagas señala: Extintas en / luz artificial / de la ciudad y los versos de La Luna indican con ironía: Parque temático / en la era del turismo / extraterrestre.

“Tenemos la suerte de que todos los animales que Tablada mencionó aún existen pero, tal vez muy pronto, en las próximas dos décadas muchos de ellos dejen de existir. Traté de detectar en una vuelta de cien años qué pasó con esa naturaleza hermosa que Tablada describía en sus haikús y hacer unos más adecuados y trágicos para nuestro tiempo”, señala Gerber Bicecci.

Un día…(poemas sintéticos) fue el primer libro de haikús de José Juan Tablada, lo publicó en septiembre de 1919 y este tipo de poesía de origen japonés era desconocida en la literatura hispanoamericana, por lo que la obra tuvo un pequeño tiraje. Se editó en la imprenta Bolívar, en Caracas, Venezuela.

La reescritura de los nuevos versos que reúne el libro editado por Almadía, son palabras o frases que tomó la autora de notas periodísticas, resultado de búsquedas en Google sobre cada animal y lugares que se mencionan.

La autora explica que el libro de Tablada se publicó con ilustraciones hechas por él mismo, las cuales Gerber Bicecci retomó para intervenirlas con fotografías captadas por el Disco de Oro en 1977, una cinta que fue adherida a la sonda espacial Voyager.

“En el libro original de Tabalada cada caja está ilustrada por él mismo y lo que quise preguntarme fue: ¿qué imágenes tendrían que estar con estos haikús cien años después? Pensé en las imágenes que se enviaron en el Disco de Oro, el cual funciona sin conexión a la Tierra, porque si la civilización humana se termina, esas imágenes seguirán ahí, en ese satélite, y será una de las muestras que quedarán de nosotros”, indica.

Esa muestra, añade, fue seleccionada por personas muy específicas de Estados Unidos para dar cuenta de una historia humana muy concreta.

“Me parecía interesante retomar esas fotografías como un fondo y lo que hice fue trabajar con acetona sobre ellas y tratar de redibujar los trazos originales de Tablada, de tal manera que al dibujar lo que el poeta hizo, la foto se borró y quedó emborronado su estilo dibujístico y esa memoria podría ser una de las pocas cosas que quede dando vueltas ahí”, comenta.

Verónica Gerber Bicecci (Ciudad de México, 1981) añade que la crisis ambiental es un tema sobre el cual ha trabajado en los últimos años.

“He trabajado en eso algunos años de diversas maneras. Hacer este tipo de ejercicio literario es otra forma de darle importancia a las especies y en pensar cuáles son las que nos quedan, incluyéndonos a nosotros mismos. Hay que tratar de mirar críticamente la historia para poder actuar de manera más contundente en nuestro presente”, señala.