El científico, el maestro, el universitario, el amigo.
El pasado 8 de septiembre murió el Dr. Ricardo Tapia (1940-2021), investigador emérito de la UNAM. Científico universal, formador de investigadores, forjador de instituciones, defensor a ultranza de la Universidad y sus valores académicos, maestro de generaciones, activista de las mejores causas progresistas, y un hombre excepcional, así fue Ricardo Tapia. Muy joven inició su carrera en la ciencia.
Con apenas 18 años, estudiante de segundo año de la carrera de Medicina, llegó al laboratorio del Dr. Guillermo Massieu, iniciador de la neuroquímica en México, y fue su discípulo dilecto. Sus estudios iniciales sobre el efecto antiepiléptico del neurotransmisor inhibidor el ácido gamma-aminobutírico (GABA), fueron pioneros en el tema. Al estudio de las acciones antagónicas del inhibidor GABA y el excitador, el ácido glutámico, de los mecanismos más finos de su regulación y de su papel en trastornos como la epilepsia, las enfermedades neurodegenerativas y los procesos de muerte neuronal aguda, dedicó el Dr. Tapia su vida como investigador.
Sus trabajos fueron ampliamente reconocidos nacional e internacionalmente, multicitados y objeto de revisiones. Conferencista invitado en simposios, coloquios y mesas redondas en países de los cinco continentes. Miembro del cuerpo editorial y editor en jefe de revistas internacionales, y parte de los consejos directivos de las sociedades científicas internacionales de neuroquímica. Un destacadísimo miembro de la comunidad científica en el mundo. Su trabajo fue reconocido con el número homenaje que le dedicó la revista Neurochemical Research en 2008.
Los reconocimientos nacionales fueron muchos. Premiado por la Academia Nacional de Medicina, y la Academia Mexicana de Ciencias y en varias ocasiones por la industria famacéutica, recibió el premio para jóvenes investigadores, y luego el de investigadores consolidados de la UNAM, el Ciudad Capital Heberto Castillo, y por supuesto, el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores, evaluador en varias ocasiones, en una de las cuales conoció a la fue su segunda esposa, María Eugenia Pérez Correa, con quien mantuvo una hermosa relación de más de 23 años.
Su labor como formador de nuevos investigadores fue sólida y prolífica. Un gran número de estudiantes graduados en su laboratorio son actualmente destacados investigadores independientes, jefes de laboratorio en México y en el extranjero. Para celebrar los 50 años de su doctorado en Bioquímica - el primer doctor en graduarse-, la UNAM organizó una serie de excelentes simposios, a cargo de sus exalumnos. Con el Dr. Thomas Sudhöf, premio Nobel de Medicina, también invitado al homenaje, el Dr. Tapia entabló un diálogo sobre la importancia de la ciencia para el desarrollo de las sociedades.
El compromiso del Dr. Tapia con la enseñanza fue una constante durante toda su vida, dictando clases hasta pocos días antes de su hospitalización. Coordinador de múltiples programas y cursos en México, y en extranjero, bajo los auspicios la International Brain Research Organization, la International Cell Research Organization, la UNESCO y el Howard Hughes Medical Institute. Uno de sus libros "Las células de la mente" con más de 30 000 ejemplares vendidos, es usado como texto en el bachillerato.
Como universitario fue creador y fundador del Centro (luego Instituto) de Fisiología Celular de la UNAM, y a solicitud de varios Rectores, participó en proyectos colegiados para elaborar programas de apoyo a la investigación científica en la Universidad y en el país.
En los momentos oscuros de la UNAM, durante las huelgas de 1987 y de 1999-2000, el Dr. Tapia puso toda su voluntad en los esfuerzos de conciliación como delegado en los congresos organizados con este propósito. Siempre congruente con sus ideas, con argumentos inteligentes y convincentes, sirvió a las mejores causas académicas de la UNAM.
Defensor a ultranza del derecho al aborto, de la muerte asistida, de la despenalización del consumo de la marihuana, fue miembro fundador del Colegio de Bioética, un espacio de reflexión sobre éstos y otros temas de importancia seminal en la sociedad actual.
Hombre de amplísima cultura, conocedor y amante de la música, lector ávido desde muy joven, la literatura universal, clásica y contemporánea, le era familiar. Disfrutaba de vehementes discusiones sobre la obra de los infaltables latinoamericanos, Rulfo, Fuentes, Paz, García Márquez, Vargas Llosa, Donoso, Cortázar y Borges. Con una mezcla de curiosidad científica y personal, viajó a la sierra de Oaxaca a probar los hongos alucinógenos de María Sabina y experimentó de primera mano, las sensaciones que relataba Aldous Huxley en Las puertas de la percepción.
Ricardo Tapia, excelente amigo, colega solidario, maestro respetado, admirado y querido, será recordado como ejemplo de una vida dedicada a la investigación, fructífera y apasionada. Tiene un sitio ya, en la CIENCIA. Ésa que no tiene fronteras.
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