
Por primera vez, en 239 años, la Academia Americana de Artes y Ciencias, de Estados Unidos, seleccionó a un filósofo latinoamericano como nuevo miembro. Se trata del académico de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa (UAM-I), Enrique Dussel Ambrosini, filósofo, historiador y teólogo nacido en Argentina y naturalizado mexicano, quien reside en este país desde 1975, cuando se vio forzado a dejar su país.
Una de sus diferentes facetas como intelectual, aunque no fue la única, fue nutrir un cuerpo de ideas conocido como Filosofía de la Liberación, con la cual se formaron muchos de los sacerdotes latinoamericanos que en los años 60s impulsaron una nueva forma de entender el sacerdocio y se pusieron del lado de los más pobres. A ese movimiento se le llamó la Teología de la Liberación, con Óscar Arnulfo Romero, en El Salvador; Ernesto Cardenal, en Nicaragua y Sergio Méndez Arceo El Obispo Rojo, en México.
“Esta filosofía daba la vuelta a la historia de la Iglesia y mostraba una decadencia. A América Latina no llegó el cristianismo, sino la cristiandad, como fundamento de un imperio, con la espada en una mano y la cruz en otra mano; defendiendo al imperio, pero no a los pobres. Entonces, con los sacerdotes, pude hacer una crítica ante gente muy esclarecida y estuve presente cuando nació la primera generación de la Teología de la Liberación. Ahí se empezó a entender a América Latina, de otra manera”, dijo Enrique Dussel.
La Academia Americana de Artes y Ciencias es un añejo y prestigiado órgano académico al cual han pertenecido, desde 1780, artistas, líderes políticos e intelectuales como Alexander Graham Bell, Charles Darwin, Albert Einstein, Benjamin Franklin, George Washington, Martin Luther King y Nelson Mandela, entre otros personajes.
“No tengo una explicación del porqué me han reconocido como primer filósofo latinoamericano en ser aceptado como miembro”, dijo a Crónica, con modestia, el pensador de origen argentino, a quien se considera, junto con otros intelectuales, de la Filosofía de la Liberación.
Su ingreso a la Academia será protocolizado en una ceremonia el próximo 11 de octubre en la ciudad de Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos, donde está la sede de la Academia.
Los miembros de la Academia deben tener un pensamiento innovador, por lo que Dussel Ambrosini considera que es un honor que alguien considere que ha innovado en la filosofía.
“Da gusto y al mismo tiempo fortalece una posición crítica, que por crítica creadora y por creadora muchas veces es criticable”, dice el profesor de la UAM, quien reconoce que “los latinoamericanos hemos sido negados, en tanto que hemos producido filosofía”.
RECORRIDO EN EL ESPACIO Y TIEMPO. El doctor Dussel Ambrosini nació en 1934 en el pueblo de La Paz, Mendoza, Argentina. Hijo de migrantes, recuerda que su padre fue un médico de pueblo, luterano y de ascendencia alemana, y de una mujer italiana, hija de comerciantes y católica. Su infancia ocurrió en un entorno rural, en contacto con comunidades indígenas, agricultores y clima extremo.
Desde pequeño sintió el exilio, cuando su padre debió dejar el pueblo de La Paz, para irse a Buenos Aires, forzado por controversias con líderes locales. Años después, el exilio lo llevaría fuera de su país natal.
Fue exiliado político desde 1975 en México. Es licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina; doctor en la misma disciplina por la Universidad Complutense de Madrid, doctor en historia en La Sorbonne de París y cursó una licenciatura en teología en París y Münster.
Siempre la llamó la atención la manera como se negaba la capacidad de hacer filosofía en las sociedades latinoamericanas, y cómo fuera de Latinoamérica también se negaba la capacidad de reflexión de los intelectuales de la región.
“Yo digo: vamos a hacer filosofía, pero el primer argumento será entender las causas por las que se desconoce esa materia existente… Y desarrollamos una filosofía distinta a la europea y estadunidense pero no como pura reacción, sino conociendo seriamente ambos pensamientos, criticándolos desde nuestro punto de vista y desarrollando una posición propia”.
Actualmente, Enrique Dussel es profesor en el Departamento de Filosofía en la Unidad Iztapalapa de la UAM, en el Colegio de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha obtenido el doctorado honoris causa por las universidades de Freiburg (Suiza); San Andrés (Bolivia); Buenos Aires (Argentina), Santo Tomás de Aquino (Colombia), la Nacional de General San Martín (Argentina) y la Universidad Nacional (Costa Rica).
Hombre que recorrió diferentes países de aventón o bus-stop, trabajó como obrero y pescador. Mucha de su filosofía se construyó a través de estos viajes que le ayudaban a entender “la radiografía”, del pensamiento de varias culturas y llegaba a puntos de entendimiento a los que otros filósofos llegaron por vías que no incluían la experiencia. Recuerda, por ejemplo, su experiencia de juventud, viviendo y trabajando dos años en Israel.
“Por ejemplo, hoy se habla mucho del filósofo Walter Benjamin, que habla sobre el Mesianismo materialista y eso lo viví yo allá en 1959 y 60. Benjamin no conocía bien el hebreo y nunca estuvo en Israel, yo sí. Es decir, no tuvimos la intuición sino que explicitamos qué es el Mesianismo materialista, que Benjamin intuye”, dice el intelectual latinoamericano.
“En este momento, al mirar atrás me digo: ‘de haberlo proyectado hoy, cómo prepararme para entender el presente, no podría haber hecho algo mejor que lo que hice efectivamente. Iba yo intuyendo las cosas y ahora se realizan. Creo que yo sí tenía cierto olfato que descubría el perfume de por dónde iba la historia y me fui anticipando a esos procesos. Y, de pronto, ahora que miro el pasado, me doy cuenta de que sí me anticipé y ahora tengo una cierta visión de las cosas, que fueron imposibles sin ese camino”, dice el hombre que conoció el mundo árabe-palestino, que pasó hambres, vivió en barracas y en cuevas y que luego regresó a Europa y a América Latina para consolidar mucha de su experiencia en un pensamiento original y estructurado que ahora le ha hecho ser el primer filósofo latinomaericano en ser miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias.
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