Opinión

Salario emocional para las mujeres, más que una retribución económica

Salario emocional para las mujeres, más que una retribución económica

Salario emocional para las mujeres, más que una retribución económica

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En los últimos 51 años la humanidad ha tenido grandes desarrollos tecnológicos y científicos, desde la llegada del hombre a la Luna y los viajes no tripulados a Marte, hasta la exploración cerebral y la inteligencia artificial, sin embargo, de ninguna manera se puede hablar, del mismo modo, sobre el progreso que los países deberían tener respecto a la igualdad de género, a pesar de la innegable presencia de la mujer en todos los ámbitos de la vida nacional y de sus aportaciones al desarrollo social, político y económico de nuestro país.

A pesar de que en México las mujeres representan el 51.2% de la población con respecto a los hombres que conforman el 48.8% de los 126 millones 14 mil 24 habitantes registrados por el Censo 2020, las mujeres mantienen una lucha permanente por desarrollarse y ejercer sus derechos en medio de las arraigadas tradiciones por las que el varón ha dominado por tantos años y que ha afectado profundamente tanto la dignidad de las mujeres como el tejido social.

Un acercamiento a ello, es la desigual participación del hombre y la mujer en el mercado laboral, y, en consecuencia, la brecha salarial establecida entre ambos, a pesar de que el gobierno de la Cuarta Transformación ha incrementado en dos ocasiones el salario mínimo, aplicable tanto para los trabajadores como para las trabajadoras, es decir, que, por decreto, las mujeres que realicen el mismo trabajo que los hombres deben tener el mismo pago.

Así, el más reciente de estos incrementos salariales, por jornada diaria de trabajo (publicado el 23 de diciembre de 2020 en el Diario Oficial de la Federación, con vigencia para 2021), fue de $213.39 para el área geográfica de la llamada Zona Libre de la Frontera Norte, y de $ 141.70 para el resto del país, sin embargo, esa brecha salarial es una situación que prevalece en Latinoamérica; según la Comisión de Estudios para América Latina, CEPAL, aproximadamente, las mujeres ganan un 84% menos de lo que ganan los hombres.

Contrario a ello, guardando las proporciones, traigo a colación lo que sucede en Islandia (nación de poco más de 360 mil habitantes y considerado el mejor país en cuestiones de igualdad de género) que desde el año pasado las compañías y empresas están obligadas a pagar de manera equitativa a hombres y mujeres, lo que representa, sin duda, la disposición y esfuerzo para que los empleadores entiendan la importancia de igualdad de condiciones y salarios justos, hecho que incrementa la confianza en el sistema de pago y genera emociones de bienestar y satisfacción.

Al respecto, la mexicana Marisa Elizundia, especialista en recursos humanos y desarrollo de personas, se refiere a estas acciones como parte del “salario emocional”, tema del cual lleva años investigando con rigor científico en busca de un nuevo paradigma laboral que redefina la forma de conceptuar el trabajo, creando así el Barómetro de Salario Emocional (ESB, por sus siglas en inglés), una herramienta online que mide beneficios puramente emocionales que los individuos obtienen del trabajo.

Desde esa óptica el salario emocional se entiende como un conjunto de razones no monetarias por las que toda persona trabaja contenta y motivada, lo que deriva en un importante bienestar, y aunque no es algo tangible, su percepción es sólida y determinante, ya que un empleado alegre y animado trabaja de la mejor manera, potenciando mejor sus capacidades creativas y productivas.

Así, el salario emocional reúne a todas las retribuciones no económicas que se obtienen al realizar un trabajo y que marcan la satisfacción laboral, estando asociado a elementos cada vez más valorados por las nuevas generaciones de trabajadores, como el contar con horarios flexibles para el deporte, la cultura y el esparcimiento, reconocimiento al trabajo y el esfuerzo y potenciar su desarrollo, entre otros.

En este sentido, agregaré a ello cómo esta motivación emocional ha logrado también que las mujeres hayan superado la penosa necesidad de dedicarse al trabajo informal debido al desempleo que se acrecentó durante la pandemia, convirtiéndose en microempresarias que a través de la plataformas y redes digitales vendieron sus productos para contar con ingresos únicos o complementarios, dándose a conocer como las Nuevas Emprendedoras de Negocios por Internet, viralizandose, despectiva y misóginamente como las “Nenis”, pero logrando superar el termino, al ser ahora un sinónimo de independencia económica y colaboración al bienestar familiar, pero sobre todo, representar la lucha de un sector poblacional empeñado en sobrevivir ante la desigualdad económica y social que aún prevalece en nuestro país.

Es por ello que a unos días de conmemorar el Día Internacional de la Mujer, debemos trabajar constante y permanentemente a favor de una sociedad construida con ellas y para ellas, basada en el respeto, la justicia y la equidad; de asumir la oportunidad histórica de revalorar a la mujer mexicana no sólo por su mayoría poblacional, sino por su talento creativo e innovador en la incesante lucha por la igualdad de derechos, y por el esfuerzo demostrados en la contención del Covid-19, siendo ellas las que se encuentran en ese otro frente de primera línea que es la familia.

En estos tiempos de transformación para nuestro país, sin duda es impostergable emprender acciones gubernamentales coordinadas desde las secretarías de Gobernación, Economía, del Trabajo y Previsión Social, y de Educación Pública, a fin de contribuir a los impulsos de las generaciones jóvenes en sus esfuerzos para valorar las compensaciones que un empleo les puede brindar, máxime que hoy las mujeres jóvenes están demostrando que la productividad ya no es algo que se base solamente en la cantidad de horas dedicadas al empleo o exclusivamente por la remuneración obtenida, sino en forma holística también por la valiosa motivación emocional que les debe acompañar, imprescindiblemente.