Opinión

¿Se repite el pasado?

¿Se repite el pasado?

¿Se repite el pasado?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Vine a Washington para luchar en favor de los derechos civiles, pero la injusticia sufrida por la gente negra no es solamente una cuestión de derechos… es acerca de vivienda, desempleo y la guerra de Vietnam, en donde hombres negros son asesinados diariamente. La vida de la gente negra es afectada incluso por eventos en Moscú y en Pekín, en el largo plazo…”, le dice George Jakes a Verena Marquand, ambos abogados negros exitosos, él trabajando para Bobby Kennedy y ella para Martin Luther King Jr.

Se trata de personajes ficticios en un pasaje de asombrosa actualidad situado a finales de los años sesenta del siglo XX en la novela “Edge of Eternity “ de Ken Follet. Es el apogeo de la lucha por la igualdad entre blancos y negros en Estados Unidos, en contra del racismo y la discriminación, en el marco de uno de los periodos más agudos de la guerra fría, en plena pugna entre las dos superpotencias hegemónicas, la estadounidense y la soviética, apenas superado el episodio de los misiles en Cuba que pudo haber llevado al mundo a la catástrofe nuclear, pero también eran tiempos de cambios profundos en las estructuras sociales y culturales en el mundo. En lo económico, el sistema internacional estaba por entrar en una fuerte crisis, la de estanflación, que marcaría el inicio del fin de los modelos proteccionistas de crecimiento frente a las tendencias que más tarde se agruparán en torno al denominado modelo neoliberal.

Da la impresión de que determinados ciclos de la historia se repiten. Cincuenta años después, por razones diferentes, la tesis central del movimiento por los derechos civiles vuelve a estar presente en la arena política, social y cultural estadounidense, retomada por el movimiento Black Lives Matter, a partir del ya inolvidable, por dramático, episodio del asesinato de George Floyd a manos de policías abusivos y racistas. No es la única coincidencia, pues retomando la lógica expuesta por el personaje de Follet, no es meramente una cuestión de derechos, en el fondo se trata de una fenómeno sistémico que contribuye a la discriminación, la segregación y la desigualdad: el racismo. En este caso específico en contra de la población negra, pero que con sus respectivos matices y coloraciones, es un fenómeno que se observa en multitud de latitudes; México no es la excepción, es y ha sido una sociedad inequitativa y clasista, casi desde tiempos inmemoriales. En el largo plazo, lo que sucede en un extremo del planeta puede tener repercusiones en el otro extremo, como lo vislumbra George Jakes, máxime en un mundo tan interconectado como el actual.

No existe como en el pasado, la coyuntura de la desastrosa guerra de Vietnam obedeciendo a la lógica política de la guerra fría y al conflicto ideológico entre capitalismo y comunismo, aunque algunos se esfuerzan por hacérnoslo creer en el presente. Lo que si tenemos en la coyuntura actual, es una emergencia sanitaria declarada ante la pandemia de un virus novedoso, del que se conoce poco, pero que ha venido a subrayar las desigualdades imperantes en el mundo y en cada país en el que se ha anidado, además de poner casi en estado de hibernación a las economías y a las sociedades.

Para David Brooks, este movimiento es una expresión horizontal y descentralizada, sin un liderazgo único, que hace respirar la esperanza en Estados Unidos, lo cual probablemente sea extensivo al resto de sitios en donde la solidaridad ha sido evidente. (“Respiro”, La Jornada, 15junio2020, www.jornada.com.mx) Tal vez por razones insospechadas antes del inicio de la pandemia, el mundo y las diferentes sociedades que la integran, si puedan aspirar a algo diferente y mejor que no sea meramente retomar la normalidad.

gpuenteo@hotmail.com