Se extienden en India las protestas contra la ley aprobada la semana pasada, para dar la ciudadanía a inmigrantes de los vecinos de Afganistán, Pakistán y Bangladesh, llegados al país antes del 31 de diciembre de 2014 y pertenecientes a las religiones hindú, sij, budista, parsi y cristiana, pero no a la mayoritaria de forma aplastante en esos países: la musulmana.

Desde su aprobación, el miércoles de la semana pasada, han muertos seis personas y otro centenar resultó herida, en disturbios en Nueva Delhi y la mitad norte del país, donde se concentran la mayoría de inmigrantes musulmanes y la mayoría de indios de esa confesión, unos 150 millones, lo que convierte a la India en el tercer país con más musulmanes del mundo, por detrás de Indonesia y la “enemiga” Pakistán. La protesta se extendió ayer a varias universidades, a las que se sumaron no sólo  estudiantes musulmanes, sino hindúes, que denuncian la deriva racista y nacionalista hindú del primer ministro Narendra Modi, y contra una ley que consideran contraria a los fundamentos laicos de la India y a los principios de Mahatma Ghandi.