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“Si me rompo una pata, ¿a poco los patrones me van a pagar?”

Ha escuchado del proyecto de incorporarse al IMSS desde hace tiempo, pero dos temores la intranquilizan: “¿Quién de todos mis patrones será el valiente para registrarme?”. Y: “¿Qué tal si por andar metiéndome al Seguro ya no me contratan y la gente prefiere buscar a otra que no ande en estos rollos?”.

“Si me rompo una pata, ¿a poco los patrones me van a pagar?”

“Si me rompo una pata, ¿a poco los patrones me van a pagar?”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Ha escuchado del proyecto de incorporarse al IMSS desde hace tiempo, pero dos temores la intranquilizan: “¿Quién de todos mis patrones será el valiente para registrarme?”. Y: “¿Qué tal si por andar metiéndome al Seguro ya no me contratan y la gente prefiere buscar a otra que no ande en estos rollos?”.

Susana Juárez, 54 años, es una mujer inteligente y de gran sazón. De arranque, la idea le suena bien, pero piensa también en el futuro. Muchas preguntas la asaltan: “¿No es sólo un beneficio para las que trabajan de planta?... Me inscribo, y si se me rompe una pata o una mano, ¿a poco los patrones van a seguir pagando aunque ya no pueda ayudarles?... Si alguno de mis cinco patrones no quiere dar, ¿quién absorbe esa cuota?... ¿Con este programa podría tener una pensión en mi vejez, aunque sea chiquita?”.

Al gobierno, dice, “le falta dar información a detalle, de acuerdo a las circunstancias de cada quien, para que podamos tomar una decisión y no andar después con el Jesús en la boca”.

Susana comenzó con el trabajo doméstico hace más de 20 años. “Me quedé sola con mi niña y tenía que sacarla adelante. Si buscaba en una empresa había que cubrir un horario extenso. Luego tuve a mis otros dos hijos, ¿quién me los iba a cuidar si me iba todo el día o llevarlos a la escuela? En casa es más flexible, me apuro para terminar lo más pronto posible”.

—¿Siente que su trabajo es mal valorado?

—Hay quien sí discrimina, sobre todo los más jóvenes, pero son más los buenos recuerdos. Lo que no me gusta es que prueben la honradez de uno, que te pongan a la vista dinero o alhajas y luego te anden preguntando: “¡Susana, yo aquí dejé tal cosa!... Aquí está señora, lo levanté y lo puse aquí”. Eso sí me duele, porque la honradez vale más y por eso he durado ocho o diez años con algunas familias”.

—¿Qué te ha dejado este trabajo?

—El sacar a mis hijos adelante, el mandarlos a la escuela, un techo, comida; cubrir sus necesidades cuando se enferman o llevarlos a conocer el mar. Y hacerme de algo, porque aunque no tengo una casa propia, sí junto para la renta y pude ahorrar un poco para comprar unas placas de taxi, las estoy rentando y eso me deja un dinerito extra.

Susana gana alrededor de 6 mil pesos al mes, en cinco hogares diferentes. Para estar inscrita en el Seguro, ella estaría obligada a pagar —según la tabla del IMSS— 120 pesos mensuales, y sus patrones mil 292 pesos.

“Había que pensar bien las cosas, sobre todo me preocupa qué será de mi vejez, porque nunca he estado asegurada y jamás he cotizado. Hay que ver qué alcance tiene, que nos explique el gobierno, sobre todo a las que tenemos muchos patrones, por el estira y afloja, mientras tanto seguiré atendiéndome en el Centro de Salud o en el consultorio de la esquina”…