La Confianza del Consumidor, es decir el indicador que mide la percepción de los ciudadanos en su calidad de compradores de bienes y servicios, ha vivido dos momentos en torno a la 4T de AMLO. La primera, desde la elección y hasta el primer trimestre del presente año, la expectativa generalizada era de confianza eufórica. La segunda, que inició ayer, es de precaución sobre el futuro, el idilio no se ha terminado, pero la euforia sí: ha dejado de crecer el número de consumidores que piensan que la situación económica familiar, o la del país, va a mejorar.

La estabilización del indicador en 43 puntos marca, aún así, un nivel altísimo en las mediciones de los últimos 5 años, pero se ha hecho evidente que el efecto 4T ha dejado de surtir el efecto inicial.

En la gráfica que acompaña estas líneas, se hace evidente que a mitad de año se dispararon las expectativas de mejoramiento de la situación económica. La medición del INEGI-Banxico se basa en lo que responden los consumidores respecto a si consideran que la situación de su familia es mejor que la que tenía hace 12 meses, y también se les pregunta acerca de si la situación del próximo año, en el mismo mes, será mejor o peor.

Las mismas preguntas se le presentan nuevamente al consumidor, pero respecto a la situación económica del país.

Una pregunta extra está destinada a valorar si el consumidor piensa que los integrantes de su hogar comprarán bienes duraderos como muebles, o aparatos electrodomésticos (el descenso de .9 por ciento es el más significativo entre lo datos presentados ayer).

Los factores que han arrojado a la baja el Índice son justamente los relacionados con la compra de bienes duraderos y la percepción sobre la situación económica del país dentro de 12 meses.